Carlos Casamiquela asegura que las lluvias de las últimas horas mejoraron el panorama para el maíz y la soja, aclara que todavía es temprano para hacer estimaciones exactas y advierte sobre los pronósticos tremendistas
El presidente del INTA, Carlos Casamiquela, afirmó que la sequía que se ha producido hasta el momento no tiene nada que ver con la ocurrida en 2008. El funcionario aseguró que las lluvias que cayeron en las últimas horas mejoraron el escenario para los rindes del maíz y la soja, aunque aclaró que sólo dentro de diez días el organismo tendrá un panorama exacto de la situación. Por otro lado, aseguró que a diferencia de hace cuatro años, la ganadería no corre peligro. La información que aporte el INTA en las próximas horas servirá para que la Comisión de Emergencia Agropecuaria, que se reunirá hoy, adopte medidas para paliar los problemas puntuales producidos por la falta de agua.
–La Federación Agraria y la Sociedad Rural sostienen que ésta es la peor sequía de los últimos años. ¿Cuál es su opinión?
–La última peor sequía que tuvimos fue la de 2008. Al 30 de diciembre del año pasado, la falta de agua no tenía nada que ver con aquella situación. Esto se puede afirmar por las diferencias entre las áreas geográficas afectadas y los períodos de lluvias, entre otras razones. En 2008 había una gran mortandad de animales en distintas zonas del país, esto no ocurre ahora. En el sitio web del INTA (www.inta.gob.ar) publicamos dos mapas satelitales para ilustrar las diferencias. Lo importante es remarcar la fecha. Al 30 de diciembre, la situación no era tan terrible como en 2008, y ahora que ha llovido, menos. Pero tenemos que estar atentos a lo que ocurra de aquí a marzo. Si en los próximos diez días vuelve a llover, la situación tenderá a normalizarse.
–Usted dijo que la mortandad de animales no era tan masiva. En este sentido, la Federación Agraria publicó unas fotos dando a entender que había una fuerte pérdida de ganado.
–En realidad, no tenemos un registro de mortandad masiva de animales. En gran parte, la sequía está afectando a los animales después de la preñez, por lo tanto no habrá faltantes de terneros, como sí ocurrió en 2008. No vemos un alto riesgo en la producción ganadera. Sí estamos haciendo un monitoreo en las regiones lecheras, donde estamos evaluando la producción de forraje y zonas en las que hay faltantes de agua, como en el centro norte de Santa Fe. Pero no hay riesgo para la ganadería.
–¿Cuál fue el impacto de las lluvias que se vienen produciendo desde el martes a la madrugada?
–Hubo lluvias desde el nordeste de Río Negro y sur de Buenos Aires, moviéndose hacia el centro norte de Santa Fe (N. de R.: una de las regiones más afectadas), Córdoba y Entre Ríos. Fueron precipitaciones heterogéneas, en algunas regiones cayeron entre 40 y 50 milímetros y en otras cuatro veces menos. Esta es una característica particular del fenómeno de La Niña. En lo que va de enero, en estas zonas ha llovido desde poco a bastante. En este sentido, las lluvias cayeron en el momento oportuno para los cultivos que estaban con problemas, que lograrán recuperarse. Ha llovido bastante bien en el noreste de La Pampa y oeste-noroeste de la provincia de Buenos Aires. Mañana (por hoy) tendremos un informe departamento por departamento sobre cada cultivo.
–Desde las entidades sostuvieron que ya se habían perdido 10 millones de toneladas de maíz. ¿El dato es correcto?
–Los mejores cálculos los tendremos dentro de diez días. Primero debemos analizar cómo fue el impacto de la lluvia y cuál era la situación previa a las precipitaciones. No puedo decir si esos datos son certeros o no, pero el que hizo el pronóstico la semana pasada, con la aparición de las lluvias de estos días, seguro que se equivocó ya que la situación será otra.
–¿Qué ocurre con el trigo y la soja?
–El trigo ya terminó de cosecharse, quedan muy pocos lotes al sur de la provincia de Buenos Aires, sin afectación de la sequía. Prácticamente el 95 por ciento de este grano ya pudo levantarse. Los cultivos más afectados evidentemente fueron el maíz y la soja. Con respecto a la oleaginosa, habrá que evaluar el perfil del suelo, el estado del cultivo, la humedad. Todavía no podemos dar un dato preciso sobre este cultivo. Recién en diez días contaremos con una valoración cierta.
–¿Cree que las entidades del sector, junto a varios diputados de la oposición, están utilizando políticamente la sequía para reclamar una baja de retenciones?
–El mensaje del ministro (de Agricultura, Norberto Yauhar) fue claro, generaremos un proceso de ayuda para aquel que haya sido afectado por la sequía. El ministro nos pidió la información técnica más detallada para diseñar las políticas públicas acordes. Existen mecanismos normados, como la Comisión de Emergencia Agropecuaria que comenzará a funcionar mañana (por hoy), donde podrán dictarse las políticas adecuadas.
–Las inclemencias climáticas forman parte de las variables que los productores deben tener en cuenta a la hora de encarar este negocio. ¿Por qué no invierten en riego artificial?
–Hay una diferencia cultural. Existen zonas del país, áridas, donde no habría ninguna posibilidad de tener agricultura si no fuera por el riego artificial, como en Mendoza, San Juan y Catamarca, por ejemplo. En estas regiones los productores miran hacia abajo, las napas, y están preocupados por el manejo eficiente de este recurso. En cambio, en la zona núcleo están más pendientes de la lluvia. En un sentido figurado, el pampeano mira el cielo. En el camino de Buenos Aires a Córdoba, hay innumerables equipos de riego artificial, son máquinas que tienen un eje central y un brazo que gira en 360 grados, regando los cultivos. La tecnología está. Estas obras de riego puntual tienen que estar a cargo de los privados.
–¿Y el Estado qué debería aportar?
–Hay reformas estructurales, para el mediano plazo, como pueden ser obras hidráulicas de importancia. En el Chaco hay 20.000 metros cúbicos del río Paraná que podrían utilizarse para riego. En la región pampeana hay acuíferos de calidad. En las grandes obras debería tener un rol importante el Estado, porque es difícil desde el sector privado invertir en infraestructura, sobre todo porque hay muchos intereses en juego. Los acuíferos pueden abastecer a la ganadería, la agricultura, a las ciudades mismas. Pero las inversiones puntuales, como el riego artificial antes mencionado, deberían encararse desde los propios productores.
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