El maíz en Estados Unidos luce la mejor condición de su historia. Hay lotes que rendirán 200 quintales por hectárea. La biotecnología prepara nuevas defensas contra malezas.Alejandro Rollán, enviado especial a Indianápolis, EE.UU.
En algunas regiones del estado de Indiana, el pasado mes de julio registró la temperatura más baja en la historia del séptimo mes del año en Estados Unidos. La combinación de buenas lluvias y una moderada amplitud térmica durante el día y noches frescas fue el escenario ideal para el desarrollo del maíz.
Por eso el cultivo, que atraviesa su etapa final de llenado de grano, se asemeja a una pared verde a la vera de las carreteras que unen Indiana con Illinois, en el corazón del cinturón agrícola estadounidense.
Unos 25 kilómetros al noroeste de Indianápolis, y camino a Chicago, se encuentra el Dow Agrosciences Show Farm, un campo experimental donde la compañía estadounidense exhibe su genética de punta, tanto para maíz como para soja.
“El año pasado no pudimos hacerlo debido a la sequía que soportaron los cultivos”, comentó Adrián Mel, un técnico argentino que tiene a su cargo una posición de líder global en el cultivo de soja en Dow Agrosciences. Este ingeniero agrónomo, que trabaja desde hace tres años en Estados Unidos, fue uno de los anfitriones que tuvo un grupo de periodistas argentinos, entre ellos un enviado deLa Voz del Campo, invitados a visitar el centro de biotecnología de Dow en Indianápolis y verin situlas nuevas tecnologías agrícolas que se lanzarán al mercado en los próximos cinco años.
Lo que ya viene
En el campo experimental, la agricultura se apresta a convocar a una nueva revolución. Luego de la siesta que significó para las empresas semilleras el desembarco hace ya 17 años de la tecnología RR, la resistencia de las malezas al glifosato hizo sonar el despertador.
Una de las primeras en levantarse ante el ruido de la alarma fue Dow, que comenzó a trabajar hace ya 10 años en el sistema Enlist para soja y maíz y que se apresta a lanzarlo al mercado estadounidense en la próxima campaña agrícola.
Se trata de una herramienta que combina variedades e híbridos resistentes a una nueva formulación de 2,4 D, para aplicar en post emergencia, glifosato y glufosinato. Todo combinado con un manejo de buenas prácticas para preservar la longevidad de la tecnología.
En la Argentina, la herramienta biotecnológica estaría lista para ser utilizada a partir de la siembra de la campaña 2016/2017, según adelantó Rolando Meninato, vicepresidente a nivel mundial y líder del negocio de semillas de Dow Agrosciences.
En Estados Unidos, como también sucedió en Argentina, el glifosato se había convertido en un arma infalible, incapaz de fallar. Sin embargo, la resistencia al herbicida hoy en notable en el país del norte, donde hay 28 millones de hectáreas con malezas resistentes a glifosato. Arkansas es el estado más afectado con la presencia de ocho especies que han desarrollado la resistencia. En la gran mayoría de los estados productores, el rango oscila entre tres y cuatro malezas tolerantes al herbicida.
Esfuerzos de la industria
“La solución no es el esfuerzo de una sola compañía, sino que tiene que ser de toda la industria” aclaró Ramiro De la Cruz, líder global de protección de cultivos de la compañía.
En los últimos 15 años no hubo nuevos modelos de acción en herbicidas. A nivel mundial sólo hay cinco y las empresas sostienen que por mucho tiempo será difícil descubrir otro. Por eso, la tarea de potenciar algunos que ya estaban en uso como el 2,4 D, aunque con nuevos atributos.
“La nueva formulación tiene menos volatilidad, menor deriva y sin olor. Permite controlar gramíneas en el cultivo de maíz, como digitaría y sorgo de Alepo”, destacó Ignacio Conti, otro argentino que trabaja en la semillera y que hasta hace cuatro meses lideró el proyecto Enlist en Argentina.
Un buen momento
Mientras los productores estadounidenses aguardan por las nuevas tecnologías, que les permitirán mantener a raya a los problemas de malezas, disfrutan de lo que observan en los lotes: un excelente desarrollo de la soja y del maíz.
Cuando se los consulta sobre la baja que muestran los precios para ambos granos, advierten que tiempo atrás llegaron a valer menos que en la actualidad. Aseguran que, más allá de la buena producción estadounidense, cualquier mala cosecha en otros países productores en los próximos ocho meses generaría un nuevo impulso en los precios.
Sin embargo, los pronósticos de mediano plazo no son nada optimistas. Larry Stenberg es el encargado en Dow Agrosciences de seguir los mercados agrícolas, en especial los de soja y maíz. “Mi trabajo es ayudarles a nuestros productores a ser más exitosos y asesorarlos en sus decisiones. Si a ellos les va bien, van a comprar más”, sostuvo Larry.
Basado en los fundamentos del mercado, que tienen a la oferta y demanda mundial como principales variables, el analista dejó su proyección de precios para los próximos cinco años. Y no resultó para nada halagüeña. “Veo promedios de precios de 3,5 dólares porbushelde maíz, el equivalente a 140 dólares por tonelada, y de nueve dólares porbushelpara la soja, lo que se traduce en 329 dólares por tonelada”, vaticinó.
En la presente campaña, y a pesar de la fuerte caída que acumulan las cotizaciones de ambos granos, el precio del maíz está por encima de la proyección promedio que desde la compañía hacen para el próximo lustro. Los cuatro dólares porbushelequivalen a 160 dólares por tonelada y los 10,5 dólares porbushelde soja representan 384 dólares por tonelada.
En la campaña 2009/2010, el cereal cotizó a 142 dólares (3,55 bushel por dólar) y en la 2012/2013 creció a 275,6 dólares por tonelada.
En el caso de la soja, la cotización ronda para la actual cosecha los 390 dólares por tonelada, un valor muy lejos de los 527 dólares logrados en el ciclo 2012/2013, pero por encima de las estimaciones del promedio para los próximos cinco años.
La vara en 300 quintales
Con muchos lotes de maíz que muestran a la mayoría de plantas con dos espigas, la industria proveedora de híbridos y de tecnología espera rendimientos que superen los 200 quintales por hectárea. A nivel experimental, la vara ya volvió a subir y hoy se ubica con una potencialidad que ronda los 300 quintales por hectárea.
En este salto productivo durante la presenta campaña tiene mucho que ver el clima, pero también la adopción de la tecnología que realizan los farmers. Según afirma Meninato, el productor en Estados Unidos pasó de gastar 40 dólares por una bolsa de maíz a invertir 150 dólares en nuevos híbridos que le reportaron un brinco en la producción desde 7.000 kilos a 10 mil kilos por hectárea. En su último informe difundido el martes, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda) prevé que los 33,94 millones de hectáreas implantadas rindan un promedio de 10.500 kilos.
Demanda tecnológica
Esta mayor predisposición del productor estadounidense a invertir en tecnología explica, en parte, el crecimiento del negocio de semilla y protección de cultivos a nivel mundial, que se proyecta para este año en 106 mil millones de dólares. En los últimos 10 años, el mercado de semillas se duplicó de la mano de nuevos germoplasmas y eventos biotecnológicos.
A diferencia del productor argentino que, por una cuestión de márgenes económicos, supedita la inversión agrícola a la relación costo beneficio, su colega estadounidense apunta al máximo rendimiento. Y está dispuesto a pagar por ello. Así se explica por qué productores de 500 hectáreas tienen sus propias sembradoras y cosechadoras. Saben que si quieren buenas producciones tienen que implantar y cosechar en tiempo y forma. En el cinturón agrícola de Estados Unidos se siembran los 70 millones de hectáreas de soja y maíz en dos semanas. Algo impensado para un modelo de contratistas rurales, como el que tiene Argentina.
En Estados Unidos también es más fácil poder invertir en tecnología. Además de recibir un precio libre de cualquier retención, el financiamiento es muy barato. Para la compra de maquinaria agrícola, el leasing tiene una tasa de interés del dos por ciento anual y hay oferta a tasa cero. Cualquier banco presta a un costo de entre dos y 2,5 por ciento anual.
Desde el otro lado del mostrador, el foco de la inversión de las empresas de semillas y de soluciones para la protección de cultivos está puesto en la soja y en el maíz. Sus avances en investigaciones son los que le permiten al resto de los cultivos, como canola, algodón y girasol recibir aportes de marcadores moleculares y resistencia a herbicidas.
Incluso el trigo, el grano que más se siembra en el mundo con más de 200 millones de hectáreas, viene demorado en su desarrollo. Mientras en los últimos 10 años, la productividad promedio de la genética subió 1,8 por ciento anual, en el caso del trigo es menor a uno. La soja y el maíz seguirán moviendo la aguja.
La resistencia a herbicidas concentra la atención
La compañía Dow Agrosciences es el brazo agrícola de la multinacional del sector químico Dow Chemical, un gigante que en el último año facturó 55 mil millones de dólares. En 1989, una asociación conjunta entre Dow Chemical y Eli Lilly creó Dow Elanco, que combinaba los productos químicos líderes de Dow con los de la división agrícola de Eli Lilly. En 1997, Dow Chemical adquirió la totalidad del negocio bajo la denominación Dow Agrosciences, dedicado a la genética de semillas, biotecnología, calidad nutricional y producción de cultivos.
En Argentina.Dow Chemical es la principal compañía química en el país, por su planta ubicada en Bahía Blanca, y su subsidiaria agrícola es el segundo negocio en el país. Durante el año pasado, Dow Agrosciences facturó a nivel mundial 7.100 millones de dólares, de los cuales el 10 por ciento lo aporta el Cono Sur.
Marcas en EE.UU.En Estados Unidos, donde genera el 41 por ciento de su facturación, la empresa semillera tiene más de 10 marcas regionales. La más importante es Mycogen. El objetivo es que dentro de 10 años pueda ser reconocida a nivel nacional con su marca Dow Seeds.
Competidores.La tarea no parece sencilla, admiten los directivos. “Pioneer y John Deere son las marcas más referenciadas por el productor estadounidense, que tiene un promedio de edad de 57 años”, sostuvo Rolando Meninato, vicepresidente global de Dow a cargo del negocio de semillas y biotecnología.
Experimentales.En la búsqueda de nuevos germoplasmas y biotecnología, la empresa ha desarrollado una base de más de 40 estaciones experimentales en América: 33 en Estados Unidos y 10 en América latina. “Los próximos tres años serán clave para crecer en semillas”, observó Meninato. Para afrontar ese desafío, en la paleta de nuevos productos de la empresa figuran nuevos híbridos de girasol sin grasa saturada para Estados Unidos, de los cuales ya se hicieron 800 hectáreas en Argentina; mejoras en canola para hacerla parecida a la soja, y canola con omega 3. En el mediano plazo, la apuesta es seguir desarrollando transgénicos con resistencia a herbicidas, y no transgénicos basados en más rendimientos.
Inversiones globales.En el último año, seis empresas semilleras a nivel mundial invirtieron 7.000 millones de dólares.
Enlist y RR
El nuevo sistema Enlist, que lanzará en breve Dow Agrosciences, va a ser complementario del modelo RR.
“Tenemos los cinco modos de acción en herbicidas y en los próximos cinco años será difícil que salga otro modo de acción. La idea es darle sostenibilidad a Enlist, detrás de una programa de aplicaciones que incluya aplicaciones en barbechos de invierno y tratamientos base”, precisó Jorge Parizzia, director de la compañía multinacional en la Argentina.
Fuente: La Voz
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