La exportación de carne vacuna podría alcanzar las 700.000 toneladas en 2019 y generar ingresos en torno a US$ 3.000 millones, estimó la consultora KPMG Argentina, al tiempo que proyectó que el consumo interno continuará su proceso descendente en 2020.
“La actual fiebre porcina por la que atraviesa China, sumado al proceso de cambio en los hábitos de consumo de su población, han sido dos de las principales razones que explican el mejor desempeño del sector y la aceleración reciente de las exportaciones nacionales de carne vacuna, las que podrían llegar a las 700.000 toneladas para fines de 2019″, indicó KPMG en un informe sobre el sector de producción de carne vacuna.
El informe puso de relieve el incremento de 5% en las existencias de ganado vacuno desde 2015 hasta la fecha, el crecimiento de las exportaciones y la faena de bovinos, al tiempo que remarcó que la caída del consumo interno aumentó los saldos exportables de carne, cuestión que fue aprovechada por la industria para destinarlas a la exportación.
«Los niveles producidos por la industria han mostrado un incremento significativo en los dos últimos años, pasando de un mínimo 2,7 millones de toneladas en 2017 (en lo que respecta a la producción de carne) a superar la barrera de los tres millones en 2018, tendencia que se mantendrá este año», indicó el trabajo de la consultora.
Asimismo, subrayó que «la contracara del crecimiento de las exportaciones es la baja del consumo interno que permite tener excedentes exportables».
Según KPMG, la caída de los niveles de consumo doméstico de carne vacuna pasaron de un promedio de 58 kilos per cápita en 2015, a un mínimo de 51 kilos per cápita en 2019.
Esto «no ha hecho más que incrementar el saldo exportable y habilitar a la industria a abastecer una demanda externa creciente y ávida del producto, aprovechando así una oportunidad inmejorable”.
En base a este último punto, el informe consideró que «resulta lógico pensar que la situación económica local encontrará en un plazo aún no determinado de tiempo las soluciones que demanda y, con ellas, una restitución de los niveles de consumo interno», lo cual «podría mostrar un cambio de tendencia y favorecer un nuevo proceso de sustitución en la relación entre consumo interno y externo».
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