A medida que avanza lo cosecha se hace evidente las grandes diferencias que caracteriza la campaña 2010/2011 de maíz.
En una misma región, ese comportamiento da lugar a rendimientos de 4000 a 8000 kilos por hectárea en campos separados por 40 kilómetros, con muchos casos ubicados por debajo del promedio histórico. «El año pasado, los monitores de las cosechadoras superaron la barrera psicológica de los 10.000 kilos por hectárea en muchos lotes, pero este año fluctúan en un rango de entre 5000 y 7000 kilos», se quejó un transportista del sur de Córdoba, que ve reducido su trabajo por la falta de humedad sufrida por los cultivos en el momento de la floración.
No obstante, el poco maíz cosechado es muy demandado por los ganaderos y por la industria procesadora: «Los acopios están aceptando mercadería con 18 por ciento de humedad sin cobrar la secada con tal de hacerse del maíz y de poder colocarlo entre compradores ávidos», contó un productor del sur de Santa Fe que ya se desprendió del 80 por ciento de lo cosechado y que se guardará la soja por temor a que se restrinja la liberación de ROE Verdes de maíz para atender las necesidades de los productores de pollos o de cerdos.
Además, en años anteriores, los invernadores pastoriles recurrían al sorgo quebrado para suplementar los novillos en terminación porque costaba 20 por ciento menos que el maíz. En 2011 esa alternativa es poco atractiva, porque el sorgo vale 170 dólares por tonelada más el costo de molido contra los 180 dólares del maíz, lo que vuelca las preferencias hacia este último.
La gran demanda por granos forrajeros también se pone de manifiesto con la cebada no recibida por las malterías: «Los feedlots y los tambos pagan 160 dólares por tonelada sin discutir mucho», agregó.
Hay otros productores que guardan el cereal buscando una valorización adicional, una vez que finalice la cosecha argentina y se normalice la situación en Japón y en Libia. Observan una magra producción 2010 estadounidense, que se enfrenta a un consumo de etanol de más de 120 millones de toneladas, con una baja relación stock/consumo mundial y con problemas de implantación de la zafrinha brasileña.
Este maíz de segunda luego de la soja está sufriendo atrasos en la implantación que pueden provocar caídas de rendimientos al momento de la cosecha. Estos agricultores esperarán hasta mediados de año para comercializar la cosecha y especularán con la volatilidad que produce el mercado climático estadounidense al momento de definir el potencia de rinde de los cultivos.
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