La superpoblación de palomas en el campo argentino es un problema cada vez mayor para los productores, y puede llegar a ocasionar a los productores pérdidas de hasta un 30 por ciento.
Pese a que no hay datos oficiales aún sobre los daños que ocasiona la plaga, desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estiman que en las regiones más comprometidas se producen pérdidas de hasta un 30 por ciento en girasol.
Si bien los que más sufren la plaga son el sorgo y el girasol, también se ven afectados el maíz y la soja durante la siembra.
Maximiliano Zavala, especialista de la Bolsa de Cereales porteña, dijo a Télam que «las pérdidas varían dependiendo del área sembrada, afectando más a las superficies menores».
Zavala detalló que «en regiones del Chaco, en la temporada pasada hubo pérdidas de entre 300 y 500 kilos por hectárea en el caso del girasol».
Las provincias más afectadas son Chaco, La Pampa, Entre Ríos, el oeste de la provincia de Buenos Aires, el sur de Córdoba y Santiago del Estero.
Desde el Ministerio de Agricultura, el director de Programación para el Desarrollo, Pablo Urdapilleta, dijo que «el principal problema es el alto crecimiento que tiene la población de palomas al no contar con enemigos naturales».
«La cuestión cobró una dimensión preocupante en los últimos 5 o 6 años y todavía no tenemos cifras oficiales de los daños que causan a los cultivos, esa es una de las áreas donde estamos trabajando», agregó el funcionario.
A mediados de febrero, Agricultura lanzó un plan de para controlar estas aves que apunta a recopilar información, articular el trabajo con las provincias y a intentar transformar a las palomas en un recurso productivo.
Urdapilleta comentó que el plan se encuentra en una etapa de reunir información y a articular estudios con las provincias con la intención final de «poder fijarle un precio a la carne de paloma, con el objetivo de comercializarla y transformarla en un recurso productivo».
Para el técnico, incluso «hay posibilidades de mercados en España y Alemania, utilizando la capacidad ociosa de los frigoríficos de liebre que hay en el país».
«Podemos tardar dos o tres años, pero esta puede ser una solución integral, dándole trabajo a pequeños productores y a sus familias», dijo.
En la actualidad, no hay una directriz oficial sobre cómo controlar la esta nueva plaga de los cultivos, lo que lleva a los productores a recurrir a métodos diversos para intentar mitigar el efecto de las aves sobre los cultivos.
En zonas de menor presencia de paloma, los productores siembran un lote señuelo de 4 o 5 hectáreas para después continuar con el resto, mientras que en otras regiones, como en el Sur de Córdoba, optan por contratar tiradores o utilizar un sistema de bombas para alejar a las aves.
Según los especialistas de la Bolsa de Cereales, ninguno de estos métodos es realmente efectivo y el principal problema es que en las zonas más comprometidas algunos productores empiezan a abandonar el girasol y a optar por la soja a causa de esta situación.
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