El exfutbolista campeón de la Conmebol 99, dejó el fútbol a los 31 años: ganaba más como chofer de un camión recolector. En 2012, le robaron y casi no la cuenta.
Aquella Copa Conmebol 1999 marcó a fuego la vida deportiva de sus protagonistas. Entraron en la historia de Talleres, pero el destino de todos no fue el mismo. Es el caso de Sebastián Flores Coronel, aquel rapidito que venía de Rosario Central y que, tras ese título, había arreglado todo para seguir su carrera en España. Pero tuvo que volverse a Rosario, y enterarse de que le habían vendido el pase a un empresario que no había arreglado con Las Palmas.
Luego, su rendimiento declinó mucho y la llegada de su hija hizo que tomara una determinación: dejó de jugar en Talleres de Perico de Jujuy, a los 31 años, y se hizo transportista. “Era más rentable y fue lo mejor para mi familia. No podré estar en el homenaje por el laburo”, le dijo Flores Coronel (hoy tiene 37) a Mundo D.
Talleres recibirá Newell’s, mañana a las 17, en el Kempes y tratará de ganar para poder seguir con su objetivo de conservar la categoría a la volvió tras 12 años, pero no por eso dejará de darse una vuelta por el pasado, razón por la cual invitó a los protagonistas de la gesta –de la que ayer se cumplieron 17 años– para reconocerlos en el entretiempo. “Que se acuerden por lo poco o mucho que hizo uno en el fútbol es importante. Es el único título internacional que tiene el club. Fue un grupo especial. Queríamos entrar en la historia”, dijo el rosarino.
–¿Cómo siguió tu vida?
–Hubiese sido mucho mejor. Al fútbol se metió mucha gente con dinero que no sabía nada. Arruinaron la carrera de muchos jugadores. A mí me pasó algo así. Yo me fui a Unión Las Palmas y un señor me hizo volver. Pidió un préstamo elevado y el club no lo podía pagar. Tuve que volver. Me enojé con Central porque no me habían avisado nada de que me habían vendido a un tipo. Había decidido jugar por el 20 por ciento para quedar libre. Igual, había perdido un poco de vidriera. Jugué en Nacional, Gimnasia de Jujuy, CAI y terminé en Talleres de Perico en Jujuy, en el Argentino A. Pero tomé una decisión.
«La suerte de un jugador depende de quién te maneje», explica Flores Coronel.
–¿Qué fue?
–Me puse a trabajar. Manejo los camiones de una empresa de recolección diferencial de residuos orgánicos. Cuando me mandan un chofer, aprovecho y corro. Cuando no manejo, corro como si entrenara. Vamos a empresas. Era más rentable. Iba a nacer mi hija y con el fútbol no tenía obra social. Fue una decisión muy dura. Tenía 31 años. La suerte de un jugador depende de quién te maneje. Colaboré con Central y dirigí pibes.
–¿Cómo llegó ese trabajo?
–Por mi hermano, que ya estaba en la empresa. No se me iba a caer nada. Ya son casi siete años. No me quería alejar el fútbol. Por ahí me prendo. Estoy más flaco que cuando jugaba. Soy veloz aún.
–Casi no la contás…
–Hace cuatro años iba para el trabajo en mi moto. Todos los días llegaba a las cuatro de la mañana. Me pararon dos individuos. Me encerraron en una moto más grande. Les di la moto. Y… no sé si fue por susto o qué, pero escuché un disparo y… hoy te puedo decir que gracias a Dios el tiro me dio en una mano. Si era en otro lado, ya sería pasado. Fue en la mano derecha. Fueron cinco meses de recuperación. Pero estaba vivo. Es una buena historia, ja… Después de eso, valorás todo. Sobre Talleres te puedo decir que estoy agradecido. Con el grupo, con los dirigentes y con la gente.
Ag. de Noticias: mundo D
Comentar post