Atenas, con Bruno Lábaque como figura descollante en los momentos calientes, logró derrotar anoche a Quimsa por 67-65 y estiró la serie a un cuarto partido, a jugarse mañana en el Cerutti. El Verde mostró que está para dar batalla.
El silencio se había adueñado de la escena. El nerviosismo hacía hasta que varias caras, excusadas por el frío se escondieran atrás de cualquier abrigo. Dientes apretados, bien fuerte. Pero de a poco, la explosión y optimismo entró por la puerta del Cerutti como invitado especial. Se sentó en primera plana y fue protagonista casi excluyente de una velada solamente reservada para hinchas de corazón fuerte. Que los hubo, y a montones.
Atenas estaba contra las cuerdas. Era a todo o nada. Sin tiempo para lamentarse aquellas cosas que podían quedar en el tintero. La pluma de los que escriben la historia estaba cargada, con tinta indeleble. En esta ocasión de color verde, esperanza. Si al fin y al cabo siempre se dice que eso es lo último que se pierde. Y anoche quedó demostrado en el triunfo frente a Quimsa, por 67-65.
Le costó mucho. Su papel era de héroe o villano, que en definitiva este último es el que mejor le terminó quedando. El equipo respondió una vez más frente a los momentos límites y se dio con el gusto de decir presente, frente a su gente. En su casa y como mal anfitrión de la visita. Algo que, al fin y al cabo, en el deporte, va contra las leyes de urbanidad.
Señores, Atenas mostró mucho carácter y entereza para jugar frente a la presión y la necesidad de seguir con vida en una serie complicada. La más complicada de todas. Pero dejó en claro que puede, que está de pie y en absolutas condiciones de dar batalla. No está muerto quien pelea. Está vivito y coleando.
El partido. En el primer cuarto hubo dos nombres propios dueños del juego: Robert Battle y Leo Mainoldi. Entre ambos anotaron 16 de los 19 puntos de su equipos (10 y 6 respectivamente) y fueron mucho para una tibia defensa cordobesa. En los segundos diez, todo estuvo revuelto. De la mano de Juan Manuel Rivero (8) Atenas reaccionó y se puso en juego (terminó la mitad 29-35) después de haber tocado fondo con 13 de diferencia en contra (15-28).
A la vuelta de los vestuarios, apareció el hombre clave. Bruno Lábaque se adueñó del partido. Anotó e hizo jugar para que los de Gustavo Miravet se pusieran al frente por primera vez en la noche 39-38 con un triple suyo. Los de General Bustos jugaron su mejor básquetbol y ganaron 54-46, abriendo la expectativa.
Y en el último, era a todo o nada. El nerviosismo se apoderó de los dos. Se repartieron errores y virtudes, todo por lógica en este tipo de compromisos y con apenas minutos para cerrar el partido. El final fue para el infarto. Lábaque clavó una bomba a 27s y Atenas se adelantó 66-65. Luego, Diego LoGrippo robo un balón y explotó todo. Como en las viejas noches. El base desde la línea metió uno, falló el otro y todo quedó 67-65 con 19s por jugar. Y una gran defensa terminó haciendo su trabajo. Todo se cerró con ese escore y al sonido de “Esto es Atenas la p… que lo parió”. La serie tiene para mucho más.
Fuente: La Mañana
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