Belgrano empató en el Kempes en el día de la primavera, el Pirata igualó 0-0 con Lanús y no pudo estirar la racha de triunfos. Igual, 35 mil hinchas le mostraron su amor. Broncón con Lunati.
Sobraban los mimos en el Kempes. Había caricias, besos y sonrisas por doquier. Ellos, los Piratas, se sentían ganadores exhibiendo ese lomo tatuado con el escudo de Belgrano. Ellas, las Piratitas, los seducían luciendo esa casaca celeste hecha nudo para dejar la pancita al aire.
Parecía que la noche primaveral iba a ser puro amor para Belgrano. Que el Celeste seguiría mimando a su gente con un nuevo triunfo (con el cuarto al hilo) llevando al equipo a las altas cumbres del Torneo Apertura. Allí donde Boca sobrevuela como un cóndor mirando a todos desde (no tan) arriba.
Parecía. Pero no. En el inicio de la estación donde todo florece, hubo naranjo en flor en el mundialista. O mejor dicho, naranja en flor. Es que los gritos de gol quedaron marchitos en la jornada en la que se vieron las caras Belgrano y Lanús. Y el 0-0 inauguró una verdadera Primavera Cero para todos.
«Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento…», reza una de las estrofas del tango de Roberto Goyeneche. Y el hincha de la B pasó por cada uno de esos estados anoche. Porque sufrió con cada jugada mal terminada arriba y con los fallos enormes del juez Pablo Lunati (discutidísimo por todos. Porque amó por momentos las apiladas del Mudo Vázquez y del Picante Pereyra en ofensiva, la entrega de Quiroga, Farré y el Chiqui Pérez. Y porque, cuando todo terminó final, se retiró del estadio aplaudiendo al equipo, pero con el pensamiento perdido, como no entendiendo bien porqué no se pudo sumar de a tres. Es que la B mereció ganarle al Granate. Sí, ese rival tan admirado a nivel país y que es catalogado como uno de los que mejor juega, casi que ni existió ante Belgrano. Los dirigidos por Ricardo Zielinski literalmente borraron del campo a los Valeri, Romero, Carranza y compañía.
Sin embargo, no le alcanzó a Belgrano. Quizás por esos errores mencionados del juez del bronceado prominente, quien no vio un clarísimo penal sobre Pereyra en el primer tiempo, quien dejó pegar de más durante todo el partido, quien ignoró otra falta dentro del área, esta vez sobre Vázquez, en el complemento y quien fue insultado por ni más ni menos que los 35 mil fanas del Celeste que volvieron a poblar al viejo Chateau Carreras.
«Me dijo que no me tirara más y que por eso me amonestaba», contaría luego el 10, quien sumó su cuarta amarilla y quedó al límite de la suspensión. «(Mauro) Camoranesi me reconoció que se lo llevó puesto. Que le hizo infracción», agregaría Guillermo Farré, otro que tuvo una noche memorable.
Igual, más allá de toda esa bronca, se rescata la imagen positiva que dejó la B. Quizás ayer la victoria quedó sólo en una «promesa vana de un amor que se escapó con el viento», como diría el Polaco. Pero a este Belgrano la gente lo quiere. Y, claro, le perdona todo.
Comentar post