René Lima quiere reventar la pelota desde la media luna, pero el viento caprichoso lleva el balón para el otro lado: pique, travesaño, y entre Jorge Carranza y Osvaldo Barsottini salvan a Instituto.
El arquero y capitán albirrojo acomoda una y otra vez el esférico en el área chica. Es que las ráfagas le impiden sacar. Y cuando «el Loco» logra hacerlo, su potente remate, que en condiciones normales pasaría largamente la mitad de cancha, cae bajo los efectos del protagonista de la tarde de Comodoro Rivadavia: el viento. El balón, increíblemente se fue al córner.
Y así se pueden enumerar muchísimas acciones que hicieron que Instituto y la CAI jugaran un partido anormal. El servicio meteorológico dijo que a las 17, cuando se inicio el juego, hubo ráfagas de viento de entre 57 y 85 kilómetros por hora, aunque en Comodoro Rivadavia aseguran que el registro alcanzó los 120 kilómetros por hora.
Por haber jugado en ese marco y ante un rival que está acostumbrado a las circunstancias, el triunfo que logró Instituto tiene un plus. No sólo por los tres puntos que lo llevaron a un segundo puesto transitorio, por volver a ganar después de dos partidos, por obtener su segundo triunfo de visitante y por reencontrarse con el gol. Lo hizo con una gran actuación colectiva, con un esfuerzo impresionante y la solidaridad de un grupo de jugadores que sacó energía de donde no tenía para aguantar todos los embates, los de la CAI y los del viento.
Al mal tiempo…
Una imagen que se repitió en el primer tiempo fue que en campo de Instituto había 21 jugadores. José Burtovoy, el arquero local, parecía un náufrago. Lázzaro y Bergese, los delanteros albirrojos, estaban donde comienza el círculo central. Ni hablar del resto.
Carranza, figura en Instituto, debió esforzarse hasta para sacar. «La verdad es que fueron los primeros 45 minutos más difíciles del torneo», dijo. «En el primer tiempo el rival nos complicó por el factor climático, que jugó a favor de ellos. Pero nosotros demostramos que tenemos un temple importante para defender, no dimos ninguna por perdida y a las chances de pelota parada intentamos asegurarlas. Lo importante es que el rival no nos convirtió», evaluó el arquero menos vencido del torneo.
La primera mitad pareció eterna y Carranza valoró el esfuerzo: «En lo único que pensás es en estar concentrado y con los ojos bien abiertos para que no te conviertan y, al sacar, buscar los costados y patear lo más lejos posible».
Lázzaro fue otro que sufrió al viento: «Es imposible jugar acá. Son tres puntos y nada más». El «9» no digería el gol que se perdió, cuando remató por arriba con el arco libre: «Fue increíble. Seguro que va al ‘top ten’ de todos los programas. El viento me jugó una mala pasada. Se me adelantó y la agarré muy abajo. De afuera se puede hablar mucho, pero es muy difícil jugar así».
¿En qué situaciones notaron el viento los jugadores? «En los saques y en las pelotas paradas», dijo Carranza. Coincidió Facundo Alfonso: «En las salidas de arco, en los laterales y en los rechazos. Fue terrible». El ex Argentinos Juniors debutó como titular y cumplió en un buen nivel. «Fue un partido anormal para todos», enfatizó.
Si Damiani convierte de visitante, Instituto gana. La regla se da en este torneo. Como en cancha de Atlético Tucumán (aquella vez, de cabeza), el defensor pisó al área rival y marcó. «Es difícil hacer un análisis. Nunca me había pasado jugar con un viento así. Estos tres puntos serán valiosos al final», dijo el héroe del partido. «El héroe es el equipo –corrigió Raúl– y sobre todo Jorge (Carranza), que en el primer tiempo trabajó muchísimo», concluyó.
Comentar post