Del Potro, en busca de una nueva hazaña ante Djokovic. El tandilense intentará, desde las 9, y ante el número uno del mundo, ser el segundo argentino en la final del All England
LONDRES.- La sesión de práctica, como se hizo costumbre, se realizó en la cancha 3 del Aorangi Park. Antes de empezar, Juan Martín del Potro charló con Andrea Temesvari, aquella húngara que jugaba en la época de Gabriela Sabatini y que hoy es entrenadora de una tenista junior, con la que Delpo se sacó una foto. En el ambiente hay un contraste insoslayable: hace dos semanas, las 22 canchas de práctica estaban repletas y hasta había que repartirse cada una por la mitad para que todos pudieran entrenarse; ahora, casi todas están vacías. La alfombra verde, deslumbrante en el comienzo del campeonato, se ve raleada en la zona de la base, donde ya casi no hay ni una matita de pasto. El constante rumor de voces que se escuchaba durante la previa del campeonato mutó en un silencio apenas quebrado por los impactos de los pelotazos. Franco Davin, el entrenador, levanta la vista mientras se prepara para pelotear con su dirigido, sonríe y saluda a los pocos periodistas argentinos.
Es tiempo de rutina: peloteos largos -muy largos- desde el fondo, con mucho ritmo e intensidad, y luego, ensayos de volea y smash, para finalizar con el saque. Detrás del enrejado, en la cabecera, hay 21 personas observando a Del Potro, tomando fotos. En la cancha 2, se entrena Novak Djokovic, que pelotea con el junior australiano Harry Bourchier; al serbio se lo ve practicar bastante el slice, acaso una forma de tratar de frenar los bombazos de Delpo, y en la 3, el polaco Jerzy Janowicz, otro «obelisco» de 2,03m, asombra con la potencia de su servicio. Después de 35 minutos de práctica, Delpo considera que ya es suficiente. Se viene el momento de diversión: un game, por el café y las medialunas. La mecánica del juego es así: saca Delpo, devuelve Davin, y Martiniano Orazi, el preparador físico, tiene que jugar el resto del punto del lado de la Torre. Sirve Del Potro, y clava un ace, imparable ya no para Davin, sino para cualquiera. En el punto siguiente, el coach logra devolver, y Orazi deja la derecha en la red. Delpo menea la cabeza y le dice: «Tenés que correr atrás mío apenas saco». Del otro lado, Davin se ríe, al igual que el manager Ugo Colombini, que sigue la práctica desde el costado. Llegan al 15-40. Por fin, Orazi logra poner en juego la pelota, pero al final deja una pelota sencilla en la red. La Torre lo mira fijo y resignado. Y se van. Todo, dentro de un ambiente muy distendido, en un mediodía soleado sobre Wimbledon . «La única vez que le ganamos a Franco fue cuando jugamos en la cancha 14, donde no había nadie. Cuando empezó a venir la gente, se le complicó a Martiniano, pero igual yo lo banco», cuenta el tandilense, sonriente.
Se viene la semifinal contra Novak Djokovic , nada menos que el número 1 del mundo. Pero, dentro del campamento de Del Potro, se impone la tranquilidad. El tandilense piensa en positivo, más allá de la molestia física; entiende que ahora llegó lo bueno, después de perderse Roland Garros y otros torneos de la gira de canchas lentas por la virosis. Hay que saber disfrutar este momento, cuando ya sólo quedan unos pocos elegidos, cuando el movimiento intenso de decenas de estrellas del mundo de las raquetas le deja paso a un círculo reducido. Ya sólo quedan cuatro. El programa indica que hoy, desde las 9 de la Argentina (ESPN y ESPN HD, por Cablevisión y DirecTV), Del Potro abrirá la jornada en la Catedral frente a Djokovic; a continuación, la segunda semifinal, entre el local Andy Murray y el polaco Janowicz, la revelación del torneo y con destino de top 20 desde el lunes.
Para Del Potro, es la oportunidad de ser el segundo varón argentino que llega a la final en Wimbledon, once años después de David Nalbandian. Es también la hora de reencontrarse con sensaciones positivas; sea cual fuere el resultado ante Nole, este Wimbledon marca su vuelta a la elite. Es cierto que ya había llegado a una final importante en un Masters 1000 de gran nivel como Indian Wells, en marzo pasado, incluidas sendas victorias sobre Murray y Djokovic, y que en este mismo escenario, el año pasado, obtuvo la medalla de bronce en los Juegos de Londres. Pero también se trata de su primera semifinal de Grand Slam desde el inolvidable US Open 2009; ahora, en un terreno que acaso era impensado años atrás. Progresó mucho Del Potro en césped; potenció sus armas -el servicio y el drive-, que condimenta con slice y el revés paralelo, un golpe con el que ha ganado en confianza. Necesitará reunir todos estos argumentos y potenciarlos al máximo para estar en condiciones de jugarle de igual a igual a Djokovic, que hace rato es uno de esos jugadores distintos, ubicado al menos un escalón por encima del resto de los «mortales».
Hay una coincidencia: ambos llegan sin ceder sets a la semifinal, algo que sucede por primera vez en la era abierta entre dos jugadores en esta instancia en el All England. Si se trata de hilar un poco más fino, Djokovic es el que menos tiempo necesitó para arribar hasta esta etapa (9h43m), apenas 37 minutos más que el argentino. Y el serbio está en impecable condición física, mientras que la Torre llega algo disminuido por la lesión en la rodilla izquierda; habrá que ver cuánto influye esto, dentro de un contexto en el que cualquier detalle es crucial para tomar -o ceder- ventaja. El historial lo domina Nole por 8-3, y en los últimos tiempos se enfrentaron con frecuencia; de hecho, además de aquel triunfo por el tercer puesto olímpico, Delpo también se impuso en el último partido, sobre el cemento de Indian Wells. Aunque, se sabe, a esta altura, los antecedentes quedan por debajo de la actualidad de cada uno. La Torre ya se ha acostumbrado a pisar con firmeza en el césped más ilustre; hoy, Del Potro irá en busca de otro capítulo para el recuerdo..
Fuente: La Nación
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