El tren sigue pasando, Belgrano. No pudo. Belgrano igualó con Ferro 1-1 y ahora quedó a ocho puntos de la Zona de Promoción.
Reniega con indiferencia su momento. Se siente sin sentirse. Los silbidos coronaron una jornada que de festejo tuvo poco. Apenas las 106 pelotas regaladas a los hinchas hicieron presencia de cumpleaños. Al final, fue una fiesta que pintó en algún momento para total, pero bocetada con un trazo que se fue desdibujando con un equipo que borra con el codo de su impotencia las promesas tiradas al cielo de la ilusión.
¿Qué te pasa Belgrano? ¿Será que pelear por la historia del club o por el valor de la camiseta en vez de motivación son un peso? Belgrano lucha contra sus propios demonios. Esos que no le permiten ser un equipo con todas las letras. Las individualidades deambulan acompañadas de soledades que parecen desteñir el valor de lo que se espera pueden dar.
Si hasta duele verlo a Vázquez pisando y enganchando eternamente, sin que nadie se muestre como ladero. O a Pereyra queriendo ser el que es, en una pelea que sigue perdiendo por puntos. Y así podría seguir la lista.
El choque ante Ferro era otra oportunidad de subirse definitivamente al tren de los que quieren pelear por llegar a la Promoción. Y no puede negar que, a pesar de todo, el campeonato le vive dando oportunidades. Pero el Celeste no parece convencido de tomarlas. Como un pasajero extranjero que no entiende los carteles de la estación, el Pirata mira para un lado y para el otro, tratando de interpretar lo que debe hacer. Pero en la duda se van las chances. Y las oportunidades no se desaprovechan; las aprovechan otros.
Otro, pero igual. No fue el mismo Belgrano que jugó ante Atlético de Rafaela un par de fechas atrás en el Gigante de Alberdi. Ese que, a pesar del 0-0, creó muchas oportunidades. Sólo que su pecado fue despilfarrarlas.
Ante el Verde de Caballito buscó, pero sin ser tan punzante. Igual, había un 9 de área. Ese díscolo paraguayo que fue y volvió tantas veces. Ese que estuvo sin estar y que dejaba más sensaciones de estrellado que de estrella. Pero esta vez, cuando se presentó a la pretemporada, el DT Ricardo Zielinski dijo que lo quería.
Y la oportunidad le llegó ayer. Marco Lazaga estuvo desde el inicio y jugó un buen partido. Hizo su trabajo pivoteando, presionando y haciendo un gol. El Pirata, por la capacidad del paraguayo, fue un culto a la eficacia.
Pero Belgrano volvió a ser ese que sus hinchas no quieren ver. Ese que parece no estar convencido a qué juega. Perdió la pelota, perdió la lucha en el medio y se perdió en la cancha. Si todas las pelotas divididas le quedan al rival, no puede ser siempre producto de la mala suerte. El accidentado gol de Lollo en contra es un ejemplo de ello.
Después, los apuros, el nerviosismo y las pulsaciones que nublan la mente. Y los cambios que vinieron para no provocar cambios. Ferro ya había hecho su negocio y se dedicó a defenderlo con el manual del impedimento, ante un Belgrano que se paró más adelante sólo por inercia y no por convicción. De última, los cambios reprobados por la gente no hacen más que remarcar lo mal armado que está el plantel, que no cuenta con variantes naturales en algunos puestos y lo lleva a Rodríguez a jugar por el costado derecho (es volante central) y a Etevenaux a ir por la izquierda (cuando lo suyo es por el otro lado).
La realidad. Tras la igualdad de ayer ante Ferro, Belgrano sumó su cuarto partido seguido sin triunfos (tres empates y una derrota) y se ubica en el 11º lugar en las posiciones (puede perder algún puesto más, de acuerdo a los partidos que se juegan hoy) y, lo más importante, quedó a ocho puntos (dos más que la fecha pasada) de la zona de Promoción (que hoy ostentan Atlético de Tucumán y Aldosivi).
El coche motor sigue llevando adelante las exigencias de todos. Y, entre tanta duda e impericia, Belgrano sigue poniendo en peligro subirse al último vagón.
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