Talleres, parte de la religión, mano a mano con el Padre Soteras, director de Radio María. Es el cura de Talleres y amigo del presidente Fassi. Le pide al de arriba que le dé una mano al Matador para subir a la B Nacional.
Bendito seas Talleres. Santificado sea tu nombre. Y aunque te hayan dado por crucificado, muerto y sepultado, y hayas descendido a los infiernos, siempre vas a resucitar en el amor de tus fieles. Sagrado corazón, en vos confío.
El padre Javier Soteras (50 años) es confeso hincha de Talleres, desde la cuna y con el escudo en todas partes. Creador y director de Radio María (98.1 FM), la emisora católica que nació en 1996 y que conforma una red de 234 emisoras en todo el país, con millón y medio de oyentes. Se emociona con el fútbol; se estremece ante el posible regreso a la B Nacional; es amigo de Andrés Fassi, presidente albiazul; se tutea con el Papa Francisco, pone en un trono a Valencia y hasta se anima a afirmar que jugaba al estilo del paraguayo Burgos.
“Soy absolutamente hincha de Talleres. Desde la cuna, como dice la canción, y hasta el final. Porque la fidelidad por los colores no se pierde. Está en nuestra esencia, en el ser argentino y sobre todo en el ser cordobés. Me hicieron de la T mis tíos, Domingo Américo Chiesa, quien fue dirigente del club, y el Tato José Bautista Garibotti, un gran médico y jugador de básquetbol de Talleres. Ellos pintaron mi corazón de azul y blanco”, elevó como una plegaría.
¿Cuántos Padres Nuestros rezó en el final de Talleres-Unión Aconquija?
–Je, se sufrió bastante, ¿no? La verdad, soy muy tranquilo en la cancha. Sí grito con toda la garganta los goles, a veces tanto que hasta me afectó la voz para dar la catequesis en la radio. Y alguna puteada también se puede escapar… Nunca a los jugadores ni al árbitro, en general.
–¿Su amigo Fassi le pide que interceda ante Dios por el ascenso?
–Conozco hace mucho a Andrés, somos amigos. Más allá del gusto por el fútbol me interesa el rol social del club como contención para la juventud. Nos une la pasión por los colores y por los mismos valores. Y para ser sinceros sí, me dice “reza mucho”.
–¿Cómo tomó la iniciativa de Fassi de que antes de cada partido haya una ceremonia religiosa para los jugadores?
–Andrés me comentó que en México era frecuente y que la idea era ponerlo en práctica aquí también. Acepté con gusto, pero trato de que sea breve porque la ansiedad de los jugadores por salir a la cancha es mucha. Se notó el domingo pasado, cuando la gente esperaba ascender ese mismo día y al equipo parecía que le caían encima los 102 años de historia. Al principio el plantel visitante iba más que nada por cortesía pero ahora veo que es un momento de mucha espiritualidad. El fútbol no debe ser una guerra, en la cancha se debe dar todo por ganar, sin caer en la violencia.
–¿Usted quería ser futbolista?
–Como todos. Pero me incliné por el básquetbol. Al fútbol jugué hasta los 17 años en la Ucfa y después entré al seminario. Jugaba de “5”, iba a los tobillos… no, no, mejor sacá eso. Era temperamental, un poco lo que hace Burgos ahora, porque mete y mete pero sin ser un jugador violento.
–¿Sus jugadores favoritos?
–Soy de los que sentía que valía la pena pagar una entrada para ver a Daniel Valencia. Empecé a seguir a Talleres en los primeros Nacionales, cuando dirigía Amadeo Labruna y empezó a aparecer ese equipo del que hablaría el país. Estaban Galván, el Gringo Ártico, Ocaño, el Hacha Ludueña… Más adelante llegaron Valencia y Alderete, después Chupete Guerini…
–¿Y de este plantel que va por el ascenso?
–Francia. Juan Pablo es de esos 10 que le gustan a los hinchas de Talleres. Tiene cosas del Loco Willigton. La pegada, la prestancia en la cancha, esa manera de manejar los partidos… Y me gustan varios más. (Wilfredo) Olivera es una garantía atrás. Ivo Cháves, un lateral bárbaro. Burgos por todo lo que transmite, el Indio Barrionuevo por el tipo de jugador que es, (Eial) Strahman por sus goles… No en vano le dicen Palermito.
–Strahman es de otro credo…
–Sí, y por eso lo tenemos al rabino (Marcelo) Polakoff para compartir la ceremonia religiosa. Porque además es futbolero. Hincha de Independiente. Cada vez que me ve me carga con aquella final…
–¿Ya exorcizó esa final perdida con el Diablo en La Boutique?
–Lloré mucho. Tenía 11 años y lloraba en el patio de mi casa con mi primo Federico. No pudimos comprar las entradas porque varios días antes ya se habían agotado. Nos íbamos caminando a La Boutique desde mi barrio, San Vicente. Como también íbamos a la cancha de Instituto cuando Talleres jugaba ahí. Esa final me marcó. Para la revista oficial de Talleres escribí una columna con el título de “Carácter T”. El Carácter T no se acuerda de las frustraciones, acompaña cada logro y disimula los defectos para corregir en la próxima y crecer desde el pertenecer. El Carácter T se pone en juego en cada café, donde los vecinos de Alberdi creen que nos miran como desde arriba. Necesitamos que aflore ese Carácter T no sólo para ascender sino para soñar con un Talleres grande.
–¿Se tiene fe para el martes?
–Siempre. No voy a estar en el país. Viajo a Roma a un encuentro con el Papa (ver pág. 4). Así que ese martes me imagino acostándome tarde, esperando las noticias desde Formosa para poder festejar.
Amén.
Fuente: Día a Día
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