Oscar Reinoso le detectaron un cáncer que derivó en la amputación de su pierna derecha convirtiendose en el primer discapacitado motriz argentino que compite en el circuito amateur de tenis.
Superados los primeros tiempos tras la amputación, que incluyeron siete meses de tratamiento psicológico, Reinoso se empezó a familiarizar con su pierna ortopédica y a descubrir nuevas habilidades que alentaron la posibilidad de retomar su vínculo con el deporte.
«Primero empecé a relacionarme con otras personas que padecían cáncer y comprendí que ellos eran mis pares. Luego empecé a ir al Ramsay, que es un centro nacional de rehabilitación y ahí conocí a otros discapacitados y me di cuenta que había cosas peores que lo mío», reflexionó.
Reinoso relató que en Ramsay volvió a tener contacto con el deporte ya que empezó a nadar.
«Desde ese momento no paré más. Me contacté con los que juegan al tenis en silla de ruedas pero rápidamente me di cuenta de que yo quería más».
«Un día, sin contarle a nadie, agarré la raqueta y me fui a jugar al frontón del Parque Sarmiento. La emoción fue tan grande que inmediatamente lo llamé a mi profesor de Vélez, Fernando Rilo, y le dije que quería volver a tomar clases», contó.
Así comenzó un derrotero que al principio lo acercó al tenis desde un punto de vista recreativo y que más tarde lo llevó a luchar por la vuelta a la competencia.
«Empecé de a poco y al principio fue difícil pero con el tiempo fui incorporando cada vez más movilidad hasta que un día decidí trabajar también con un preparador físico», señaló.
Reinoso contó -en diálogo con Télam- que toda su vida estuvo ligada al deporte, ya que desde muy chico practicó taekwondo, motivo por el cual jugar al tenis resulta tan importante para él.
«No me importa si gano o pierdo. Disfruto en una cancha de tenis y mi objetivo es poder demostrar a todos que se puede jugar con una pierna ortopédica. Para eso me ayuda mucho mi entrenador, Ramiro Karis,», subraya Reinoso.
El tipo de operación a la que fue sometido Reinoso es más compleja que lo habitual, dado que por la localización de su tumor los médicos tuvieron que amputarle también la rodilla, limitando aún más su movilidad.
«Yo soy un amputado sobre rodilla, lo que quiere decir que mi cuerpo tiene que inventar el movimiento de la rodilla porque no la tengo. En el mundo hay alrededor de diez personas en estas condiciones que lograron realizar algún tipo de práctica deportiva», aseguró.
La pierna ortopédica de alto rendimiento que utiliza para desplazarse cuesta alrededor de 40.000 pesos y está hecha de titanio y carbono: «pesa más o menos lo que pesaba mi pierna, casi cuatro kilos», precisó.
Frente a la adversidad, la vida parece haber otorgado una revancha a Reinoso, que en los próximos días viajará a Nueva Zelanda para visitar a su hijo Lautaro -quien decidió radicarse en ese país tras el episodio de Cromañon- con la expectativa «extra» de conocer a los integrantes de la Selección de Rugby, los legendarios All Blacks.
Reinoso no se olvida de cómo se enteró de la terrible enfermedad. Los primeros síntomas los tuvo durante unas vacaciones en el Brasil. Un persistente dolor en su pierna derecha fue el punto de partida de un diagnóstico tan sorpresivo como doloroso: «tiene un sarcoma sinovial y hay que amputar», fueron las palabras del médico.
A partir de ese momento ya nada fue igual en la vida de este hombre que alguna vez integró la selección nacional de taekwondo.
«Fueron momentos muy difíciles. Viajé a Estados Unidos, a Cuba e Israel con la esperanza de tener una alternativa pero en todos lados me dijeron que la única solución era amputar la pierna», dijo.
Reinoso consideró que para su recuperación fue decisivo el apoyo de toda su familia y, en especial, de su esposa Marcela, quien además de afrontar los altibajos de su marido tuvo que salir a trabajar para sostener la economía familiar.
En 2004 su hijo Lautaro sobrevivió al incendio del boliche Cromañón en el que murieron 194 personas y aquella tragedia lo ayudó a tener una perspectiva optimista en los momentos más oscuros de la enfermedad.
«Siempre pienso: mi hijo está vivo, yo estoy vivo. Tengo que estar agradecido y contento», dijo.
La lucha de Reinoso, padre de cuatro hijos, parece lejos de concluir, ya que desde la amputación de su pierna en 2008, sufrió dos metástasis en los pulmones, por las que debió ser operado.
«Yo me voy preparando para lo que puede venir. Hoy tengo 50 años pero no sé cómo va a reaccionar mi cuerpo en el futuro», resumió.
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