Los puntos altos del San Lorenzo campeón que contó con un DT frontal y capacitado. La desazón de algunos ante la falta de River y Boca.
Han abundado las críticas para San Lorenzo y su título de campeón. Los protagonistas del torneo Inicial se molestaron por el premio que llegó en los últimos minutos del último partido del certamen. Desde el periodismo especializado también hubo una subestimación hacia el ganador y el insistente latiguillo de haber sido “el campeón que sacó menos puntos en los torneos cortos”, que se disputan desde 1990.
La ausencia de los poderosos de siempre –Boca y River- le quitó condimentos a cierta prensa que vive pendiente de lo que sucede en los rivales históricos y considera aunque lo oculte con habilidad- que no es lo mismo un desenlace con otros nombres que no sean los de boquenses y millonarios. Se notaba cierta desazón entre los que veían con desinterés o por obligación la lucha entre cuatro clubes que hoy por hoy representan lo mejor y más selecto del fútbol nuestro. Si se incluye a esta nueva versión remozada de San Lorenzo, desde que llegó un dirigente millonario como Marcelo Tinelli con la inyección de dinero y manejo moderno que le brindó al club de Boedo.
San Lorenzo ganó el campeonato tras haber conseguido tres empates en las últimas tres jornadas. Remontó la derrota por dos goles en Rafaela gracias a un Ignacio Piatti exquisito, no pudo vencer a la férrea defensa que le opuso Estudiantes y se encomendó a un esquema avaro, al que contribuyó el arquero Torrico, en la última fecha ante Vélez. En su campaña hay un quiebre al perder a su goleador, el uruguayo Cauteruccio, muy pronto. Ni siquiera pudo reemplazarlo con Verón, otro lesionado, pero Piatti se puso el equipo al hombro en materia ofensiva y dividió el juego con el imprescindible Mercier, una pieza fundamental de media cancha hacia atrás.
Los justificativos para ser campeón son esos: seguir atacando pese a no tener al goleador, sustentarse en un esquema ofensivo, tener varios puntos altos (Mercier, Piatti, a veces Correa, a veces Kalinski, un Torrico de menor a mayor) y la suerte necesaria para aprovechar ventajas que le dieron los demás. ¿Alcanza con esto? Parece que sí, además de un entrenador capacitado, frontal y honesto como Juan Antonio Pizzi.
Lanús quizá sea el único que mereció el mismo galardón que San Lorenzo. Teniendo una doble competencia que le permitió ganar la Copa Sudamericana, fue el que más se asemejó a un cuadro que sabe a qué juega y por qué lo hace. Sólido atrás (Marchesín tiene todas las fichas para ser el arquero argentino después del mundial de Brasil), con una dupla como Goltz-Izquierdoz que saca todo y encima hace goles, con laterales que se proyectan, con el mejor Somoza de sus años velezanos, Lanús fue más ofensivo que todos los demás: no es casual que haya sido el equipo con más goles a favor (32) del torneo.
Esa doble pelea por un título, lo alejó un poco de la lucha (sumó tres derrotas en serie ante River, Central y Godoy Cruz) pero la remontada final lo dejó al borde del desempate. Quedó muy claro que era el rival a vencer por San Lorenzo o por Vélez. A los azulgranas los superó 3-2 en el Sur, dejando una muy buena imagen. Con Vélez fue un empate cerrado entre dos planteles que se conocen a la perfección. El equipo de Liniers dejó pasar buenas chances, también lidió con la Copa Sudamericana y la elección de nombres lo hizo descuidar el torneo. Ricardo Gareca amenazó con irse y sus palabras luego de la inesperada caída ante Olimpo sirvieron para entonar de nuevo al grupo, que no alcanzó a emparejarse con San Lorenzo por esos puntos perdidos. La infantil tarjeta roja que se ganó Mauro Zárate ante Colón, le impidió contar con su mejor arma para superar al cuadro de Boedo. Lo seguirá lamentando por un tiempo.
Newell’s hizo lo que pudo. Mantuvo la línea de juego, ese estilo de posesión de pelota, con infinita paciencia y un ataque liderado por Maxi Rodríguez. Extrañó demasiado al goleador Scocco y cierto acople defensivo que construyó Vergini, ahora en Estudiantes. La veteranía de varios de sus hombres claves (Heinze, López, Bernardi, Trezeguet, Mateo) le jugó en contra y la derrota ante Central fue un golpe que no pudo asimilar aunque digan lo contrario. No se puede pelear un torneo con ocho fechas seguidas sin ganar, aunque eso ocurrió por los méritos anteriores.
Nadie más estuvo a la altura. Belgrano mantuvo su regularidad, Rafaela sorprendió con buenos rendimientos; Central , Olimpo y Gimnasia pelearon para sumar puntos pensando en la salvación y han cumplido con dignidad y mucha lucha. Quizá una de las mayores decepciones del torneo haya sido All Boys, mientras lo dirigió Julio Falcioni, un técnico trabajador y de perfil bajo. Nunca pudo encontrarle la vuelta a un grupo de jugadores que brilló tras su salida, con rendimientos excelentes frente a Boca y Newell’
Boca sumó lesionados, estrellas que jugaron poco y rindieron menos de lo esperado, una cantidad increíble de errores defensivos y una cosecha de puntos que lo mantuvo casi siempre en un segundo pelotón. Ni Carlos Bianchi pudo enderezar el barco y los cambios son inexorables. En cambio, la historia de River fue más triste. No jugó nunca bien, tuvo en Marcelo Barovero a su mejor figura y mostró una inexpresividad llamativa. Los dos hombres que supuestamente traerían algo nuevo, fueron más de lo mismo. Fabbro falló y Teo Gutiérrez fue mucho ruido y poco gol.
Merecimientos han tenido dos, quizá tres equipos para ganar el torneo. Un certamen con poco más de dos goles de promedio por partido, algo que ubica a la liga argentina entre las peores en cuanto a efectividad. Como ya se sabe, goles son amores. Sin goles, hay aburrimiento.
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