Don Osvaldo, el proyecto de Fontanet que de nuevo sólo tiene el nombre.
Transcurrieron 10 años de aquella noche de La Vieja Usina, cuando era casi imposible escuchar el show de Callejeros, por las incesantes bombas de estruendo que se arrojaban a los pies, unos y otros.
Fueron 10 años de una tragedia colectiva e individual, tiempos de dolores, mudanzas, pasillos de tribunales y hasta rejas. Y más tragedia, en torno a la banda, como la de Wanda Tadei. 10 años más tarde, Patricio Fontanet vuelve al gigante de la Costanera, que ahora se llama la Plaza de la Música, con Don Osvaldo, su nuevo proyecto. Osvaldo es por Osvaldo Pugliese, el eterno creador de la “yumba”, que es considerado como anti mufa por los músicos argentinos.
Toda invocación a la buena suerte es bienvenida en este ambiente, pero a Fontanet le hace falta una ayuda extra. Llegaba anoche, como para empezar un nuevo tiempo de verdad para él y quienes lo acompañan.
Es odioso, para ya no se puede hablar de la música, cuando se trata de los protagonistas, involuntarios o no, de la mayor tragedia en espectáculos públicos de nuestra historia. Hay que enfrentarla, el público debe madurar, dejar de creer que “a nuestros pibes los mató la corrupción”. No está bien, no es correcto creer a ciegas que fue sólo la mano invisible de la corruptela la que encendió la bengala.
La tragedia podría haber ocurrido un mes antes, en este espacio que hoy es epicentro de la música en el interior de la República y Aníbal Ibarra no habría sido destituido.
Nada nuevo. Pasaron 10 años y hay muy poco para contar. El público sigue profesando la cultura del aguante, cuelga banderas, y canta “el que no salta es un inglés”, y se sigue sintiendo protagonista.
No muchachos, no. El show de rock es algo que debe ocurrir arriba del escenario. Y lo que ocurrió arriba del escenario no fue bastante novedoso ¿tenía que serlo? A la muchachada que agotó las entradas, anoche, no le importaba mucho ese asunto.
El show comenzó a las 21 exactas, con Acordate, una que sigue en esta poética de ataque rebelde que caracteriza a Fontanet y que reclama que nos fijemos en los que triunfan “y a costillas de quién”.
Ese auto posicionamiento que Fontanet hace de sí mismo y los suyos en el lugar correcto no es algo que haya inventado él, pero igual es irritante. Él también está atrapado en la contradicción de plantarse como un “antisistema, anticareta”, cuando no es más que otro engranaje de una maquinaria que mueve millones. Gente, estamos en 2014, el discurso under de los ‘80 hace rato que descansa en paz.
EL show fue largo, pero bastante prolijo, con una lista que guardaba para el final la famosa Una nueva noche fría. Entre muchas, sonaron Morir, Los invisibles, Presión y Sonando, al comenzar. Luego siguieron Tanto de todo, Parte menor, O no, Puede y Un lugar perfecto.
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