La leyenda del heavy fue la encargada de liderar la primera jornada del prestigioso festival en un marco ideal llevado a cabo en el Hipódromo de San Isidro. El cierre estuvo a cargo de los DJs The Chainsmokers
El clima idóneo, la atmósfera clave y el simple hecho de ser viernes, fueron los motivos fundamentales para que la primera fecha del Lollapalooza 2017 en Buenos Aires, sea una fiesta.
La jornada abrió alrededor de las 12:30 del mediodía, cuando la térmica marcaba 28°, en el Main Stage 2 y en el escenario Alternativo, casi al unísono, con La Máquina Camaleón y Joystick, respectivamente, mientras que los muchachos de Deny (una banda que ya dejó de ser promesa en el metalcore, para convertirse en realidad) hicieron lo propio una hora más tarde en el Main Stage 1, con una bocanada de riffs que servían como antesala para lo que horas después se viviría con Metallica…
La tarde vio desfilar más de 20 artistas en los 5 escenarios que otorgó el festival, entre los que se destacaron Palo Pandolfo (en el escenario Alternative), Poncho (Perry’s), Glass Animals y los talentosísimos británicos The 1975 (Main Stage 2), León Giego y Cage The Elephant (Main Stage 1), quienes cerraron su show a puro feeling con el público, gracias a su carismático frontman, Matt Shultz.
El Lollapalooza logró su cometido en EEUU y de a poco se va internalizando en estas tierras, busca ser un hecho cultural por sí mismo, en el que la música es la protagonista pero la importancia radica en el público y las experiencias que este pueda recibir para que quede satisfecho.
Desde un escenario para niños (en el que, para variar, Heavysaurios la rompió toda) hasta un espacio ecológico para concientizar, el Lolla ofrece a partir de lo que busca el usuario, ya sea una variada oferta gastronómica (que va desde un simple pancho, a una hamburguesa o un plato de comida árabe), puntos de hidratación, atracciones y sectores didácticos para los más chicos, merchandising oficial para aquellos que quieran llevarse un recuerdo, puestos de policía, un camión de bomberos, voluntarios, primeros auxilios y música…mucha música
Ni bien esfumado el último rayo de sol, fue el momento de Rancid en el escenario principal, los punks californianos que revivieron al género en la década de los ’90. «Roots radicals», «Salvation» y «Fall back down» fueron las más coreadas por la gente que un día antes disfrutó el side show en el Teatro de Flores en lo que fueron, hasta ahora, las dos únicas presentaciones en suelo argentino.
Cabe destacar que la banda de Tim Armstrong y Lars Frederiksen, tocó ante la atenta mirada del Intendente de San Isidro, Gustavo Posse, y Perry Farrell, creador de Lollapalooza y mentor de la magnífica banda Jane’s Addiction, aquella que vio nacer a Dave Navarro.
Hacia donde uno miraba, desbordaba de gente, cuatro generaciones juntas en un mismo lugar, más de 100.000 personas yendo de un lado hacia otro, diversos géneros musicales compartiendo un mismo espacio, grupos de chicas divirtiéndose, varones en la suya, así fue el contexto que bañó el Hipódromo mientras se presentaba The XX.
El trío británico explotó gargantas fe meninas con «Infinity», «Angels» y «Dangerous» con su estilo tecno apañado en el espíritu oscuro de Ian Curtis, el difunto líder de Joy Divison.
Minutos antes de las 22hs Metallica saltó al escenario ante una verdadera multitud con «Hardwired», de su última placa. Los Four Horsemen cumplieron las expectativas, claramente es la banda más grande en la historia del metal clásico, más allá de los gustos, lo que rige su preponderancia a nivel mundial son los números y eso no se puede discutir…es la más convocante, la que más tickets ha vendido, la que rompió récords de discos.
Más allá de sus polémicas actitudes fuera del ámbito artístico, la gran M sigue demostrando que está en la cima. Con algunas palabras en castellano, el vocalista James Hetfield agradeció y arengó a su público.
Un público que, valga la puntualización, generó su propio «campo VIP», adelante donde no todos se animan a arribar por temor a quedarse sin aire y desmayarse, un buen grupo de fanáticos no paró de saltar en ningún momento, excepto en las baladas, ante el moderado gesto de aprobación de los demás concurrentes.
A diferencia de sus shows en México y en Brasil, no tocaron «Whiplash», «Battery» y «The Unforgiven», pero en su lugar apareció en la lista «Hit the lights», de su primer disco Kill’em all, en la cual Hetfield destacó: «Lars (Ulrich, baterista), me dijo que nunca habíamos tocado esta canción en Argentina, así que ya la tienen».
Si bien quedó a medio camino en algún que otro pasaje de «For whom the bell tolls» y «Harvester of Sorrow», Kirk Hammet es el guitarrista perfecto para ese monstruo musical llamado Metallica. Robert Trujillo también tuvo su momento, el ex bajista de los Suicidal Tendencies se despachó con un solo en el que amagó a tocar «Anesthesia (pulling teeth)» y «To live is to die» (dedicada a la memoria de Cliff Burton, el fallecido bajista). «One», «Moth into flame», «Sad but true», «Wherever I may roam» y «Master of puppets», fueron las estrellas de la noche que tuvo a «Fight fire with fire», «Nothing else matters» y «Enter Sandman» como bises finales.
Un show de pirotecnia estupendo despedía al cuarteto metalero mientras en el Main Stage 2, The Chainsmokers comenzaba su performance con Andrew Taggart preguntando: «¿Están listos?». Una fiesta total y absoluta, un boliche a cielo abierto, todo era explosión…así, hasta que el reloj marcó casi las 2 de la mañana. Una jornada magnífica para un festival que cada vez se siente más afianzado.
Fuente: Infobae
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