Especialistas en infectología indicaron que «se puede aprender mucho» de la primera vacuna antipolio (1955), cuyo «impacto fue (comparativamente) menor» porque el coronavirus «afecta a muchas más personas».
Especialistas en infectología encuentran puntos de contacto entre la carrera para obtener una vacuna contra la Covid-19 que fue coronada estos días con los primeros resultados preliminares exitosos de la Fase III de los ensayos clínicos, y la que llevó a la primera vacuna antipolio en 1955, experiencia de la que «se puede aprender mucho» pero cuyo «impacto fue (comparativamente) menor» porque el coronavirus «afecta a muchas más personas».
«El doctor Thomas Francis, de la Escuela de Medicina de Michigan, anunció oficialmente al mundo que la vacuna Salk contra la poliomielitis es eficaz del 80 al 90% de los casos», informaba el 12 de abril de 1955 la agencia Associated Press.
Un porcentaje de éxito similar se atribuyeron esta semana el Laboratorio Pfizer (90%) y el Instituto de Investigación Gamaleya de Rusia (92%) en los resultados preliminares de las pruebas clínicas de sus vacunas contra el coronavirus.
«Es una enfermedad de alcance mundial que no tiene cura, que desconcierta completamente, sobre la que hay fake news, en la que se desarrollaron (potenciales) vacunas en tiempo récord, en la que la colaboración internacional es indispensable y en la que el mundo se encuentra esperando la vacuna», aseguró Marina Pasinovich, de la Dirección de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud en un reciente webinar de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
La médica pediatra especializada en infectología dijo en que «todo esto ya ocurrió en el brote más importantes de poliomielitis» en la década del ’50 y «se está repitiendo» con el coronavirus.
«Hemos aprendido muchísimo de la polio y todo eso lo tenemos que usar en las nueva pandemia que estamos atravesando», agregó durante el seminario «Polio: a un paso de la erradicación» realizado a fines de octubre.
Alejando Ellis (65), médico infectólogo que convive con las secuelas de la poliomielitis hace 64 años, consideró que el logro de Jonas Salk tuvo «un impacto (comparativamente) menor» en la población mundial del que están teniendo las noticias sobre vacunas exitosas para Covid 19, una «enfermedad que conoce el 100% de la humanidad y afecta a muchas más personas».
«En 1955, con menos información porque había pocos televisores y no existía internet, el impacto de la noticia fue menor», añadió.
Además, «hoy en día no toleramos que un millón y medio de personas se mueran en 11 meses por una enfermedad inmunoprevenible» dado que «se sabe que ahora tenemos muchos más conocimientos para generar una vacuna».
Por otro lado, Ellis explicó que las cifras del peor brote de la parálisis infantil en Argentina «comparativamente no son nada» en relación a las del coronavirus, que en 8 meses produjo casi 1,3 millones de infectados y 34.500 muertes en Argentina, contra los 642 fallecimientos que se estima provocó la polio en 1956.
Actual jefe del servicio de Pediatría del Sanatorio Mater Dei, Ellis tuvo polio cuando tenía 18 meses y consecuencia de ello tuvo que usar arnés hasta los 8 años, hacer mucha rehabilitación y someterse a cinco operaciones con tan buen resultado que de esa experiencia sólo le quedaron mínimas secuelas en una pierna.
La poliomielitis es una enfermedad infecciosa que se presenta en chicos de 4 a 15 años y en el 90% de los casos transcurre como asintomática, pero que en sus formas más graves (1%) afecta al sistema nervioso central produciendo debilidad muscular y parálisis aguda fláccida, pudiendo provocar la muerte.
Pero su incidencia se redujo en un 99% con la vacuna, que hasta el momento evitó que más de 16 millones de personas quedaran paralíticas; aunque la enfermedad sigue siendo endémica en Afganistán y Pakistán, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«No tengo palabras con las que expresarle adecuadamente mi gratitud y la de 164 millones de americanos, por no mencionar a todas personas en el mundo que se beneficiarán con su descubrimiento», dijo el presidente Dwight Eisenhower a Salk al hacerle entrega de una distinción en la Casa Blanca.
Es que el científico se negó a patentar la vacuna «porque no se puede patentar el sol», algo que no parece muy factible de repetirse en el caso de los grandes laboratorios abocados a la fabricación de la vacuna contra el coronavirus.
«Pero cuando una enfermedad afecta tanto la economía de muchos países del mundo, cualquier inversión en vacunas va a ser mucho más redituable que los costos de no tenerla y éstas deberían ser muy baratas y producirse en escala para llegar a todos», dijo al respecto Ellis
Al año siguiente de la aprobación, se registraría el mayor brote argentino (6.940 casos), pero la primera vacunación masiva se produjo en 1957.
Eran los primeros pasos para la erradicación de esta enfermedad que se aceleró notablemente a partir de 1962, con el desarrollo de una segunda vacuna, la Sabin, que resultó más práctica y efectiva.
El último caso de poliomielitis salvaje en Argentina se notificó en 1984 en Salta y en 1994 la OMS declaró inexistente a la enfermedad en las Américas.
Ellis explicó que «las vacunas son relativamente nuevas porque datan del siglo XX», pero han tenido un impacto enorme porque lograron erradicar totalmente una enfermedad -la viruela- y están en camino de hacer lo mismo con otras que «hace muchos años acechaban a gran parte de la población», como la polio, la rubéola, la varicela o el sarampión.
«Las vacunas demostraron que se podía cambiar el rumbo de las enfermedades en caso de no poder curarlas, en términos de una menor mortalidad pero también para prevenir el colapso de los sistemas de salud y las secuelas invalidantes», dijo, por lo que «ante la aparición de nuevos virus, la primera reacción es ver si podrían fabricarse».
Pero a diferencia de la polio que ya era muy conocida, el virus SARS COV-2 se aisló hace menos de un año; aunque hoy se dispone de «tecnología y conocimientos suficientes» que no existían 70 años atrás.
Mientras aguarda la vacuna contra el Covid, la humanidad aún espera que se descubran vacunas contra el VIH y la malaria.
Por María Alicia Alvado
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