Hoy, se cumple un cuarto de siglo de la tragedia, que cobró la vida de más de 100 mil personas.
El 26 de abril de 1986 una súbita alza de presión en la central nuclear ucraniana de Chernóbil provocó una serie de explosiones que causaron el mayor desastre nuclear de la historia.
Lo que comenzó como una prueba de seguridad terminó con la explosión del reactor 4, que liberó 200 toneladas de material contaminante con una radiactividad equivalente a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima. El accidente cobró la vida de más de 100 mil personas, aunque organizaciones ecologistas siempre doblaron esa cifra.
La planta de Chernóbil fue construida en los años 60 en la frontera con Bielorrusia, por ser la mayor central nuclear soviética se utilizó con doble propósito: producir energía y alimentar plutonio para uso militar.
El informe del Comité Científico de la ONU, publicado en febrero del 2011, afirma que por efecto directo de la explosión murieron 62 personas, en su mayoría «los liquidadores», un grupo de hombres encargado de apagar el combustible que ardió durante 10 días.
Ivan Nikolaevich, uno de los ‘liquidadores’ recuerda la experiencia: «Después de unos 40 ó 50 minutos de lucha hubo dos explosiones más. Caí inconsciente y desperté en el hospital de Moscú con otros 40 liquidadores. Al principio bromeábamos acerca de la radiación; luego supimos que un compañero había empezado a sangrar por la nariz y la boca, y su cuerpo se puso negro hasta que murió. Ese fue el final de la risa».
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos cinco millones de personas -más de la mitad niños- fueron afectadas por la radiación sólo en Ucrania, Rusia y en especial en Bielorrusia, donde se concentró el 70 por ciento del material contaminante.
Se desactivará totalmente en el 2018
Ucrania afirma que la planta se desactivará totalmente en el 2018, pero sólo ha completado 16 de los 22 pasos para hacer de Chernóbil una zona segura. Expertos dicen que los efectos del desastre seguirán por los próximos 200 años.
El proceso de desactivación no sólo es demorado, sino también es costoso. Desde 1997 se han celebrado conferencias de Donantes para reforzar el actual sarcófago que aislaría las emisiones de la planta durante un siglo.
La reunión más reciente tuvo lugar el pasado 19 de abril en Kiev, donde 50 países se comprometieron a donar 575 de los 740 millones de dólares que costaría el casco. El Presidente ucraniano se mostró optimista con el proyecto, luego de conocerse que la Unión Europea aportará 110 millones de euros para ayudar a apagar la central.
A pesar de los esfuerzos, Rusia, uno de los más afectados en esa época, cuenta con 11 plantas como Chernóbil que no tienen el edificio de contención que impediría que una tragedia similar se repita.
Un cuarto de siglo después, los peores daños del accidente se reflejan en los sobrevivientes de la zona. La economía sigue siendo precaria luego de suprimirse la explotación en 784.320 hectáreas de cultivos y en otras 694.200 de bosques.
Según datos de la organización de voluntarios Chernobyl¿s Children International, sólo en Ucrania cada año nacen 6.000 niños con deficiencias de corazón y deformaciones, mientras que los defectos congénitos aumentaron 8 veces desde 1986.
Aunque los médicos no le atribuyen esos cambios necesariamente a Chernóbil, las cifras superan sobradamente el promedio de otros países europeos. En cualquier caso, se estima que decenas de miles de niños sanos tienen hoy marcadores genéticos cuyos efectos a largo plazo no se pueden predecir.
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