LOS SOCIALISTAS, EN LA OPOSICION, SE PREPARAN PARA LOS COMICIOS DE 2012. El PS francés presentó su programa. La plataforma «El cambio» que adoptó la dirección del partido pone el acento en la creación de empleo, los gravámenes sobre las ganancias petroleras y los stock-options y la vuelta a la jubilación a los 60 años.
Una palabra que hace soñar, «el cambio», y 30 propuestas concretas para darle contenido a ese sueño forman el cuerpo central del proyecto del Partido Socialista francés de cara a las elecciones presidenciales de 2012. La primera secretaria del PS, Martine Aubry, presentó ayer una plataforma que es el fruto de un complicado consenso pero de cuya filosofía emana un perfume de izquierda. El proyecto «El cambio» fue adoptado oficialmente por la dirección del PS, pero podrá ser acondicionado por el ganador de las elecciones internas que se celebrarán en el verano europeo entre los aspirantes a la candidatura presidencial. El texto pone el acento sobre la creación de 300.000 empleos para la juventud respaldados por el Estado, una subvención destinada a los estudios, un «seguimiento» de los precios de los alquileres, impuestos sobre las ganancias petroleras, gravámenes sobre el capital, sobre los famosos stock-options y una promesa de volver a la jubilación a los 60 años que estuvo vigente desde la última presidencia socialista de François Mitterrand (1981-1995) hasta el año pasado.
Los socialistas incluyeron en su esquema de trabajo algunas concesiones dirigidas tanto a los ecologistas como a la llamada izquierda radical. Para los primeros, el PS introdujo un impuesto, IVA, «eco modulable» así como el principio de salir de «la dependencia nuclear» mediante el desarrollo de las energías renovables. A los segundos los integra con la idea de limitar los salarios de los dirigentes de las grandes empresas públicas.
Este protocolo de trabajo tiene el mérito de hacer circular una corriente de ideas después de años de divisiones internas y de guerra de jefes. Los resultados de las elecciones cantonales celebradas la semana pasada significaron un serio revés para la derecha gobernante, la restauración del peso electoral de la extrema derecha del Frente Nacional y una clara victoria para los socialistas. El PS obtuvo el 35,43 por ciento de los votos delante de la gobernante Unión para un Movimiento Popular (UMP), 20 por ciento, y el Frente Nacional 11, 57 por ciento de los votos. Los coqueteos del partido de gobierno con las ideas de la externa derecha no le han traído los resultados esperados, al contrario.
El discurso anti extranjeros, las provocaciones constantes contra el Islam no resultaron, aún, una inversión fructuosa para los conservadores. Nicolas Sarkozy decidió tocar la sinfonía de la extrema derecha con temas como el debate sobre la identidad nacional, el lugar del Islam en Francia, la relación entre inmigración y delincuencia y la dimensión laica de Francia. Los sondeos le respondieron con nuevo descenso a los abismos, mientras que las críticas comenzaron a salir de su propio campo en contra de esa estrategia. La UMP «tiene que volver a los valores profundamente republicanos: libertad, igualdad, fraternidad y laicismo», sostuvo el portavoz del gobierno francés, François Baroin.
Aunque las cifras son pésimas para Sarkozy, los sondeos ni siquiera le garantizan un pase a la segunda vuelta de la presidencial, el PS no tiene por ello resuelto sus problemas. Le falta todavía la elección de su candidato. Actualmente hay uno declarado, el ex primer secretario del PS, François Hollande, dos con intenciones, la actual primera secretaria, Martine Aubry, y la candidata de 2007, Ségolène Royal, y un último, que es el preferido de todos los sondeos, Dominique Strauss-Khan, el actual director del Fondo Monetario Internacional. Estos cuatro pretendientes dirimirán la interna del verano con el telón de fondo de un programa donde hay, de hecho, más consensos que cambios.
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