Rousseff y Neves van al balotaje el 26 de octubre. La actual presidenta de Brasil se impuso por ocho puntos ante el candidato socialdemócrata y no pudo evitar la segunda vuelta. Marina Silva quedó tercera.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff y el socialdemócrata Aecio Neves protagonizarán el 26 de octubre un duelo entre los partidos que se reparten el poder desde hace 20 años, en un segundo turno electoral de imprevisible
desenlace.
Rousseff obtiene 41,5% de los votos y Neves 33,6%, mientras la ecologista Marina Silva, que se convirtió inesperadamente en presidenciable hace apenas un mes y medio y llegó a superar netamente a sus dos rivales, quedó tercera con 21,3%, según el Tribunal Superior Electoral (TSE), con 97% de los votos escrutados.
«¡Gracias Brasil!», tuiteó un eufórico Neves, mientras Rousseff se apresta a pronunciar un discurso en el palacio presidencial.
En un segundo turno, Rousseff ganaría a Neves por 48% a 42%, indicóDatafolha el sábado, y por 45% contra 37% segúnIbope.
Pero Neves, del poderoso Partido de la Socialdemocracia Brasileña de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), viene en ascenso, y además Silva puede pasar sus votos a Neves, lo que torna el desenlace imprevisible.
«Aecio Neves renació de las cenizas y llega con mucha fuerza a este segundo turno. Creo que Rousseff y Neves tienen 50% de posibilidades de ser electos. Será una campaña muy corta y muy intensa», dijo a la AFP el analista André César, de la consultora Prospectiva en Brasilia.
En sus 12 años en el poder, el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) de Rousseff y su antecesor Luiz Inacio Lula da Silva logró que 40 millones de pobres ingresaran en la clase media, tornando a la primera mujer presidenta de Brasil en la gran favorita de estos comicios.
Pero millones de brasileños también reclaman un cambio, tras cuatro años de magro crecimiento en la séptima economía mundial -el mercado espera un PIB de apenas 0,3% este año-, elevada inflación (6,5%) y escándalos de corrupción vinculados al PT.
Neves, el preferido de los mercados, promete hacer que Brasil vuelva a crecer y atraer al capital privado poniendo fin al intervencionismo del gobierno en las empresas y bancos estatales como Petrobras y el BNDES.
¿Un cambio?
Acostada en la famosa playa de Copacabana de Rio de Janeiro, leyendo en la arena, Barbara Souza, de 37 años, cuenta que votó «por un cambio».
«Este gobierno no me gusta nada. Iba a votar a Marina, pero al final voté por Aecio solo por las encuestas, para que tenga más chances de vencer a Dilma», explicó.
Más de un millón de brasileños, sobre todo jóvenes de clase media, salieron a las calles en junio de 2013 a reclamar mejores servicios públicos y un freno a la corrupción política.
Marina Silva intentó encarnar este cambio prometiendo una «nueva política» cuando se convirtió en presidenciable tras la muerte del candidato oficial del PSB, Eduardo Campos, en un accidente aéreo en agosto.
Pero en los últimos días Neves la había relegado al tercer lugar en estas elecciones que se convirtieron en un «thriller» político.
«Marina subió por la muerte de Eduardo Campos, que provocó una conmoción nacional, y ella se presentó como una alternativa. Pero no es una alternativa» sino «una fuerza conservadora» y evangélica, dijo a la AFP Carlos Alberto Alkmim, politólogo y profesor de la Universidad Católica de Rio.
La batalla PSDB-PT representa «la bipolarización que viene ocurriendo hace varias elecciones», con ambos partidos en el centro del espectro político, afirmó.
Fuente: Cadena 3
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