Brasil devalúa y genera preocupación. Dilma Rousseff parece haberse resignado a no cumplir la meta de inflación y ahora intentará reactivar su industria.
El real llegó a cotizar a mediados de julio a 1,53 dólar. Su valor máximo desde 1999, pero la tendencia se revirtió y el viernes cerró a 1,68 dólar. La devaluación se aceleró luego de que el Banco Central brasileño bajó la tasa de interés a 12 por ciento el 31 de agosto. Los analistas interpretaron que, con esa decisión, Brasil decidió privilegiar la competitividad de la economía por sobre la inflación y ahora esperan una mayor devaluación. El diario brasileño Valor Económico publicó el viernes que la cotización del real podría llegar a 1,75 dólar antes de octubre. El gobierno por ahora busca quitarle dramatismo al tema, pero si la devaluación brasileña avanza a esa velocidad les generará un dolor de cabeza a los exportadores argentinos que comercian con el país vecino.
El Banco Central brasileño subió la tasa, pese a que en Brasil la inflación sumó 7,23 por ciento en los últimos 12 meses, ubicándose por encima de la meta de inflación (6,5%), y las expectativas para los próximos meses son a la suba. A su vez, el diario Estado de Sao Paulo informó el fin de semana que algunos economistas, usando modelos de proyección semejantes a los del Comité de Política Monetaria de Brasil, prevén una tasa de interés abajo de 10 por ciento en 2012. Esto fue interpretado por los principales analistas brasileños como un abandono definitivo del objetivo de la meta de inflación, e incluso se llegó a especular con la posibilidad de que Dilma Rousseff esté siguiendo el ejemplo argentino, donde la inflación promedia el 25 por ciento y eso no le hizo perder popularidad a Cristina Fernández de Kirchner. El objetivo principal del gobierno brasileño pareciera ser ahora alentar el crecimiento de la industria, que se mantiene estancada desde hace tres años.
Cerca de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, afirman que por ahora la devaluación del real no es un problema porque la moneda brasileña viene de una fuerte apreciación y todavía hay margen de competitividad. Incluso sostienen que tanta apreciación del real no era buena porque al afectar el crecimiento de la tasa de actividad brasileña, disminuían las ventas locales hacia ese país al tiempo que aumentaban los despachos brasileños por sus excedentes de producción que no podían colocar en su propio mercado. Al devaluar un poco esa situación, se descomprime. Habrá que ver qué pasa si en lugar de ser sólo un poco, el dólar se dispara en el país vecino.
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