LOS JAPONESES SE MANTIENEN TRANQUILOS PESE A LOS TEMORES EN OCCIDENTE POR LA EXPLOSION NUCLEAR. No hubo pánico y en las zonas no afectadas por el terremoto los japoneses intentaron seguir su vida con normalidad. Sólo algunos mostraban menos confianza en la gestión del gobierno y optaron por viajar en dirección al sur del país.
Las imágenes de la televisión japonesa sobre la explosión en la planta nuclear de Fukushima desataron inmediatamente el miedo en el resto del mundo. Pero pese al recuerdo de la catástrofe de Chernobyl en 1986, sobre todo en países occidentales, los propios japoneses parecieron mantener la calma. En ningún lugar se podía constatar pánico. «En realidad, no me preocupa la planta nuclear. ¿De verdad es tan grave?», comentaba Kaji Shimauchi, de 21 años, poco después de volver de sus vacaciones en Filipinas. Y después de leer en su smartphone que no hay peligro tras la línea de evacuación, siguió leyendo su libro.
Sólo algunos mostraban menos confianza en la gestión del gobierno y optaron por viajar en dirección al sur del país. Muchos japoneses adquirían también todas las provisiones posibles en los supermercados.
En Tokio, sin embargo, la vida parecía volver a su cauce habitual, más allá de que muchos trenes llegaban con retraso. Sólo el gobierno daba señales de alarma general.
Con gesto adusto pero calmado, el portavoz gubernamental Yukio Edano dio los datos sobre la situación. Poco después se difundieron las primeras noticias urgentes sobre una posible fusión del núcleo de la central. La situación, según los reportes, es cada vez más crítica.
¿Se cierne sobre el país una posible tragedia nuclear? La comisión de seguridad atómica había informado antes de una fuga de cesio radiactivo. No se confirmó, sin embargo, que en los reactores haya tenido lugar una fusión nuclear, ya que el cesio podría haberse fugado también durante los trabajos para sacar presión de la instalación.
El gobierno amplió pese a ello el radio de evacuación en torno de las dos plantas de Fukushima de 10 a 20 kilómetros (ver páginas 2 y 3). El portavoz del gobierno pidió luego a la población que siga manteniendo la calma.
Por la tarde llegaron finalmente noticias más tranquilizadoras: la explosión no tendrá como consecuencia un fuga radiactiva de mayores proporciones, aseguró Edano. También el primer ministro Naoto Kan evitó hablar de un riesgo de fusión del núcleo de la central ante la prensa.
Los empleados de la autoridad de seguridad nuclear nipona tampoco creen que se hayan producido daños severos en la carcasa del reactor en la instalación de Fuku-shima I. La evacuación de los pobladores de la zona, especificaron las autoridades, es sólo una medida de precaución.
Pese a los temores en Occidente, la preocupación en Japón parece centrarse ahora sólo en la seguridad de las centrales nucleares. Las réplicas seguían en tanto sacudiendo hasta la tierra en Japón.
Japón impulsa hasta ahora una clara política nuclear, pese a las repetidas averías y graves accidentes en algunas centrales atómicas. Todo ello sin que hubiera encendidos debates públicos similares a los que se dan en países europeos como Alemania. La potencia asiática tiene previsto construir hasta 2030 unas 12 centrales nucleares adicionales a las 50 existentes, una política que no variará previsiblemente tras el actual incidente.
Paliar los efectos del terremoto es de igual forma una tarea más ingente en estos momentos. Unas 21.000 personas siguen estando en refugios provisionales tras la tragedia del viernes. Y en la provincia de Miyagi, una de las más afectadas, sigue sin saberse nada de unas 10.000 personas, según medios locales. Algunas de las últimas estimaciones apuntan a más de mil muertos. Las réplicas del sismo siguen difundiendo el pánico incluso en regiones alejadas al epicentro.
Las fuerzas de rescate empezaron ayer a retirar los escombros. El primer ministro Kan pidió solidaridad a la población para superar la tragedia, después de sobrevolar en helicóptero la zona afectada por la catástrofe
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