LA CONFERENCIA SOBRE LIBIA DISCUTIO ARMAR A LA OPOSICION Y EXILIAR A KHADAFI
Como para no dejar nada afuera, los diplomáticos discutieron tanto dar por terminado el embargo de la venta de armas –a favor de los rebeldes– como ofrecerle al dictador libio un exilio seguro. Las intrigas de quiénes son los rebeldes.
Desde Londres
La conferencia internacional que reunió en Londres al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y a representantes de más de cuarenta países para discutir la crisis en Libia, se movió entre el palo y la zanahoria. En un intento de ejercer la máxima presión, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, se reunió con las fuerzas de la oposición libia, insinuó que no descartaba armar a los rebeldes y dejó en claro que va a seguir con la campaña aérea de bombardeos hasta cumplir con su misión. Al mismo tiempo, la conferencia se comprometió a buscar un cese el fuego y urgió a Muammar Khadafi a aceptar el exilio como salida a la crisis. «Los participantes en esta conferencia no estamos acá hoy para elegir un gobierno de Libia. Esto lo tienen que hacer los libios», señaló en las conclusiones del congreso el canciller británico William Hague, anfitrión de la cumbre.
Las conclusiones mostraron un frente homogéneo al reafirmar el compromiso contraído con las resoluciones 1970 y 1973 de las Naciones Unidas «para implementar las restricciones y sanciones al régimen». El jeque Hamad bin Jassim bin Jaber, canciller de Qatar, sentado al lado del canciller Hague, era el rostro árabe que precisaba la conferencia. El jeque señaló que era «un momento triste para el mundo árabe» y pidió a Khadafi que abandonara el poder «mientras esta oferta esté sobre la mesa».
Por su parte, el primer ministro británico David Cameron y la secretaria de Estado Hillary Clinton coincidieron en que había tres objetivos básicos de la intervención internacional: detener los ataques a civiles, presionar a Khadafi y planear el futuro de Libia. Clinton no dudó en señalar que la opción de armar a los rebeldes estaba abierta a pesar del embargo de armas a las partes en el conflicto. «La resolución 1973 revoca el embargo de manera que si una nación decide armar a la oposición puede hacerlo. Nosotros no hemos tomado todavía una decisión al respecto», dijo Clinton en la conferencia de prensa posterior a la reunión.
Mientras tanto, entre bambalinas Turquía impulsó el cese el fuego combinado con el exilio de Khadafi como salida a la crisis. En esta línea, el canciller de Italia, Franco Frattini, pareció hablarle directamente al dictador libio diciendo que «sería un acto de valentía de su parte dejar el país». La misma Clinton señaló que en una situación muy «dinámica y cambiante» no se podía descartar el exilio de Khadafi si eso ayudaba a avanzar hacia una solución.
Por la tarde, la secretaria de Estado se reunió con el enviado del opositor Consejo Nacional de Transición, Mahmoud Jebril, con quien discutió la entrega de 33 mil millones de dólares de fondos libios congelados en el exterior. Clinton ya se había reunido con Jebril en París, el 15 de marzo, durante la reunión del G-8. En un claro mensaje posterior de respaldo, Estados Unidos anunció el nombramiento de un enviado especial, el diplomático Chris Stevens, para que se contacte con los rebeldes en Benghazi.
La secretaria de Estado sonó menos segura con la pregunta que estuvo flotando toda la tarde entre los periodistas acreditados a la conferencia, luego de que una fuente de la OTAN le dijera a la agencia Reuters que entre los rebeldes «hay resabios de Al Qaida». Esta insinuación ya la había hecho este mismo martes el almirante estadounidense James Starvidis ante el Senado estadounidense y es algo que viene haciendo Khadafi desde el principio del conflicto. «No conocemos todavía a la oposición como nos gustaría», admitió Clinton.
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