En busca de más ganancias, los cárteles de narcotraficantes mexicanos se han dedicado a la exploración de nuevos horizontes y ahora utilizan a las mujeres indocumentadas centroamericanas que intentan entrar en Estados Unidos para el narcotráfico y la prostitución, o las venden a organizaciones criminales de otros países. Lo más alarmante de la situación es que, una gran parte de las víctimas, no son conscientes de lo que pasa o se culpan a sí mismas.
Las cifras que presentó la Comisión Nacional de Derechos Humanos mexicana son impactantes: entre septiembre de 2009 y febrero de 2010 fueron secuestrados más de 10.000 inmigrantes, y en su mayoría a manos del cártel de Los Zetas, uno de los grupos de narcos más peligrosos que operan en la zona fronteriza con EE. UU. El subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, Felipe de Jesús Zamora, calificó la situación de los indocumentados en México como «de mucha vulnerabilidad».
«Las mujeres sienten que al denunciar quedan expuestas»
Según las estadísticas, unos 500.000 latinoamericanos atraviesan anualmente la frontera de México. En el camino al norte, con mucha frecuencia se convierten en víctimas de todo tipo de abusos: robos, secuestros, violaciones. Según el último informe del Foro de Migraciones, ocho de cada 10 mujeres emigrantes que intentan entrar por la frontera norte de México son violadas, sin importar si son niñas, adolescentes o mujeres de edad avanzada. Una parte considerable de ellas son esclavizadas como sirvientas de las bandas criminales o forzadas a prostituirse.
Ante este panorama, en México han lanzado un programa nacional para prevenir la trata de personas. Los empleados de la Comisión Nacional de Derechos Humanos analizaron los métodos de los secuestradores de inmigrantes extranjeros y llegaron a la conclusión de que en muchos casos las mismas víctimas tienen parte de culpa. El objetivo principal de los autoexiliados es cruzar la frontera con Estados Unidos, por eso se dirigen hacia el norte cayendo en las redes de los narcotraficantes quienes, a su vez, les obligan a unirse a sus filas, los secuestran y exigen rescate, o simplemente los asesinan.
La responsable de la Unidad de Promoción y Defensa de Derechos Humanos de la Gobernación mexicana, Omeheira López, afirma que los secuestros y la esclavización es «una fuente inagotable que les genera ingresos muy altos» y la situación se complica porque «las víctimas, en su mayoría mujeres, no quieren denunciar las violaciones de sus derechos… y además no quieren perder la ganancia mínima que obtienen al trabajar con los cárteles».
En su informe, el subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos del país, Felipe de Jesús Zamora, recordó a su vez un caso en el que una venezolana y una argentina se trasladaron a México bajo engaños «y al darse cuenta de su realidad, se culparon a sí mismas».
«La víctima cree que al denunciar queda expuesta», añadió Zamora. Según el funcionario, muy pocos saben que en caso de sufrir violaciones de sus derechos pueden obtener una visa humanitaria para poder seguir con el proceso de denuncia.
Recientemente el presidente mexicano, Felipe Calderón, admitió que debido a las crueles batallas entre los cárteles del narcotráfico que se desarrollaron el año pasado, 2010 fue el año más violento para México. Según el informe anual, publicado a finales del año pasado por la Procuraduría General del país, entre el 1 de enero y el 30 de noviembre de 2010 fueron registrados, al menos, 12.456 muertes violentas.
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