Jorge Bergoglio advirtió sobre el riesgo de buscar líderes que protejan pueblos con muros. También dijo que se sintió utilizado por partidos políticos y dirigentes argentinos. Cipayismo latinoamericano según Bergoglio
El viernes, a la misma hora que Donald Trump juraba su cargo, el papa Francisco concedía en el Vaticano una entrevista en la que pedía prudencia ante las alarmas desatadas por el nuevo presidente de Estados Unidos. “Hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”, dijo con prudencia diplomática el prelado, aunque advirtió que, “en momentos de crisis no funciona el discernimiento” y que en esas situaciones los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.
–Tanto en Europa como en América, las consecuencias de una crisis que no acaba, el aumento de la desigualdad, la ausencia de liderazgos sólidos están dando paso a formaciones políticas que están recogiendo el malestar de los ciudadanos. Algunas de ellas, las que se dan en llamar antisistema o populistas, aprovechan el miedo de la ciudadanía a un futuro incierto para construir un mensaje de xenofobia, de odio hacia el extranjero. El caso de Trump es el más llamativo, pero hay otros. ¿Está preocupado por este fenómeno?
–Es lo que llaman los populismos. Que es una palabra equívoca porque en América Latina el populismo tiene otro significado. Allí significa el protagonismo de los pueblos, por ejemplo los movimientos populares. Se organizan entre ellos, es otra cosa. Cuando oía populismo acá no entendía mucho, me perdía hasta que me di cuenta de que eran significados distintos según los lugares. Claro, las crisis provocan miedos, alertas. Para mí el ejemplo más típico de los populismos en el sentido europeo de la palabra es el 33 alemán. Después de Paul von Hindenburg, la crisis del 30, Alemania destrozada, busca levantarse, busca su identidad, busca un líder, alguien que le devuelva la identidad y hay un muchachito que se llama Adolf Hitler y dice: “Yo puedo, yo puedo”. Y toda Alemania vota a Hitler. Hitler no robó el poder, fue votado por su pueblo, y después destruyó a su pueblo. Ese es el peligro. En momentos de crisis, no funciona el discernimiento y para mí es una referencia continua. “Busquemos un salvador que nos devuelva la identidad y defendámonos con muros, con alambres, con lo que sea, de los otros pueblos que nos puedan quitar la identidad” piensa la gente. Y eso es muy grave. Por eso siempre procuro decir: dialoguen entre ustedes, dialoguen entre ustedes. Pero el caso de Alemania en el 33 es típico, un pueblo que estaba en esa crisis, que buscó su identidad y apareció este líder carismático que prometió darles una identidad, y les dio una identidad distorsionada y ya sabemos lo que pasó
–¿Las fronteras pueden ser controladas?
–Sí, cada país tiene derecho a controlar sus fronteras, quién entra y quién sale, y los países que están en peligro –de terrorismo o cosas por el estilo– tienen más derecho a controlarlas más, pero ningún país tiene derecho a privar a sus ciudadanos del diálogo con sus vecinos.
Corrupción anacrónica
–¿Es la corrupción el peor pecado de nuestro tiempo?
–Es un gran pecado. Pero creo que no debemos atribuirnos la exclusividad en la historia. Siempre ha existido corrupción. Siempre. Acá inclusive (en el Vaticano). Si uno lee la historia de los papas se encuentra con cada escándalo… Esto lo digo por nombrar mi casa, sin meterme en la del vecino. Tengo varios ejemplos de países vecinos donde hubo corrupción en la historia, pero me quedo con los míos. Acá hubo corrupción. Pesadita, eh. Basta pensar en el Papa Alejandro VI, en esa época, y doña Lucrecia con sus “tecitos” (envenenados).
Usado por argentinos
–Hablemos de sus relaciones con Argentina. El Vaticano se ha convertido de tres años para acá en un lugar de peregrinaje de los políticos de distintos partidos. ¿Se ha sentido utilizado?
–Ah, sí. Algunos me dicen “nos tomamos una foto de recuerdo, y le prometo que va a ser para mí y no la voy a publicar”. Y antes de salir por la puerta ya la ha publicado. [Sonríe] Bueno, si le hace feliz usarla el problema es suyo. Se disminuye la calidad de esa persona. El que usa tiene poca altura. Y qué voy a hacer. El problema es de él, no mío. Vienen muchos argentinos a la audiencia general. En Argentina siempre hubo mucho turismo, pero ahora pasar a una audiencia general del Papa es casi obligatorio. [Risas] Después los que vienen acá y que son amigos –recuerde que yo viví 76 años en Argentina–, a veces mi familia, algunos sobrinos. Pero, usado, sí; hay gente que me ha usado, ha usado fotos, como si yo hubiese dicho cosas y cuando me preguntan, siempre respondo: no es problema mío, no hice declaraciones, si lo dijo él, es problema de él. Pero no entro en el juego del uso. Allá él con su conciencia.
Mediación en conflictos
–Obama y Castro agradecieron su labor. Pero mediaciones como la de Venezuela, Colombia o Medio Oriente siguen bloqueados. ¿Cuáles son sus instrucciones en estos casos?
–Yo le pido al Señor la gracia de no tomar ninguna medida por imagen, sino por honestidad, por servicio. Esos son los criterios. Que a veces se pueden cometer errores, se va a resentir la imagen, bueno, eso es una consecuencia, pero uno lo hizo con buena voluntad. Y después hay un principio claro que tiene que regir en la diplomacia vaticana: me diadores, no intermediarios.
Próximo papa
Posibilidad abierta. Francisco no descartó una sucesión en vida. Sobre su sucesión, Francisco señaló: “(Será) cuando yo sienta que no pueda más, ya mi gran maestro Benedicto me enseñó cómo hay que hacerlo. Y si Dios me lleva antes, lo veré desde el otro lado”.
Ag. de Noticias: La Voz
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