Al impartir la bendición Urbi et Orbi, desde la logia de la basílica de San Pedro, el papa Francisco exhortó a derrotar el flagelo del hambre, condenó los “inmensos” derroches de alimentos y pidió el cese de todas las guerras y conflictos “pequeños o grandes, antiguos o recientes” en mundo, sobre todo en Siria, Ucrania, Centroáfrica, Nigeria, Venezuela, Irak y Tierra Santa.
También recordó a los afectados por la epidemia de Ebola en Africa y rogó por ¨los que padecen enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza¨. “Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono”, rogó.
En la bendición Urbi et Orbi, desde la logia de la basílica de San Pedro, el papa Francisco saludó a la multitud, estimada en 150.000 personas, deseando “feliz y santa Pascua” y recordando que “Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte”.
El pontífice exhortó a derrotar el flagelo del hambre, condenó los “inmensos” derroches de alimentos y pidió el cese de todas las guerras y conflictos “pequeños o grandes, antiguos o recientes” en mundo, además de abogar por la reconciliación en Venezuela.
También recordó a los afectados por la epidemia de Ebola en Africa y rogó por «los que padecen enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza».
“Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono”, agregó, y pidió al «Señor glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente».
Pidió en particular por la paz entre israelíes y palestinos, las «víctimas de la violencia fratricida en Irak» y reclamó a las partes en Siria que «tengan la audacia de negociar la paz».
Texto de la bendición
Queridos hermanos y hermanas, Feliz y Santa Pascua.
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí. Ha resucitado… Venid a ver el sitio donde lo pusieron». Vosotros, no tengais miedo. ¡El Señor ha resucitado!
Esta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por esto decimos a todos: «Venid y veréis». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido… «Venid y veréis»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haz nos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza.
Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.
Te pedimos por Siria, la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.
Jesús glorioso, te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna.
Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz los esfuerzos en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País. Y ellos como hermanos puedan hoy gritar ‘Christus surrexit’.
Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz.
‘Christus surrexit’, venid y ved. Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!
Después de la bendición, el Santo Padre ha añadido:
Queridos hermanos y hermanas, renuevo mi deseo de feliz Pascua a todos vosotros llegados a esta Plaza de todas partes del mundo. Extiendo mis felicitaciones pascuales a todos aquellos, que desde varios países, están conectados a través de los medios de comunicaicón social. Llevad a vuestras familias y a vuestras comunidades el alegre anuncio que ¡Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza, ha resucitado!
Gracias por vuestra presencia, gracias por vuestra oración y por vuestro testimonio de fe. Un pensamiento particular y de reconocimiento por el regalo de las preciosas flores, que proceden de Holanda. ¡Feliz Pascua a todos! ¡Buena comida y hasta la vista!+
Fuente : Aica
Comentar post