YA SE DISCUTE ABIERTAMENTE ARMAR A LOS REVOLUCIONARIOS LIBIOS
Según Reuters, Obama tiene firmadas las órdenes. Todos lo niegan, pero el posible paso que levantaría la apuesta contra Khadafi ya se comenta y hasta se repudia. Clinton dijo que era una opción.
Primero fue la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, quien en un coqueteo indefinido aseguró que la decisión de proveer armamento a los rebeldes que avanzan y retroceden en su intención de vencer al poder del presidente libio Muammar Khadafi no estaba tomada, pero que la posibilidad existía. Ese coqueteo se convirtió en franca certeza al conocerse, a través de la agencia de noticias inglesa Reuters, que el presidente del país norteamericano, Barack Obama, autorizó de manera secreta a sus tropas a desarrollar operaciones de apoyo a los rebeldes. La información sale a la luz el mismo día en que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comenzó a hacerse cargo de la misión militar aérea que hasta ayer lideró Estados Unidos, por encima de Francia y el Reino Unido.
Un día después de la cumbre que cerca de 40 países, la ONU, la OTAN y varios otros colectivos del mundo árabe, como la Liga Arabe, compartieron para diagramar la intervención política en Libia, Reuters difundió datos de «fuentes gubernamentales familiarizadas con el tema». Según la información, Obama firmó órdenes secretas hace dos o tres semanas. Se trata de documentos de la misma naturaleza de los que el Ejecutivo estadounidense utiliza para ordenar operaciones de la CIA. Según Reuters, tanto el organismo de inteligencia de Estados Unidos como el gobierno se negaron a hablar sobre el tema.
Hasta horas antes de que se conociera este dato, el mensaje de Washington sobre el pedido de armas de los rebeldes libios había sido ambiguo. Clinton había deslizado a la prensa que el Ejecutivo no había tomado ninguna decisión. El mandatario, en el marco de una entrevista, no echó más luz sobre el tema: «No la excluyo. Pero tampoco digo que se hará», esgrimió sobre la entrega de armas, y volvió a insistir en que su gobierno «además de la imposición de una zona de exclusión aérea, también cuenta con herramientas políticas, diplomáticas, sanciones, el congelamiento de sus activos, todos elementos que van a continuar ahogando al régimen de Khadafi».
La OTAN se hizo cargo de la misión militar en cielo libio que iniciaron Estados Unidos, Francia y Reino Unido. «El relevo se está realizando gradualmente», afirmó un responsable del organismo. «Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Gran Bretaña y Holanda transfirieron la totalidad o parte de sus medios militares, esencialmente aéreos, en la zona de operaciones», precisó el responsable. Mientras tanto, la vacilación sobre si la provisión de armas al improvisado ejército de libios que insisten en ponerle fin al gobierno de Khadafi es correcta o no sobrevuela el ambiente de la comunidad internacional desde el encuentro londinense. A partir de entonces, los diferentes actores internacionales comenzaron a emitir sus opiniones al respecto.
El primer ministro británico, David Cameron, afirmó que el Reino Unido «no descarta» la asistencia, que aún está en proceso de análisis, insistió ante una rueda de consulta a la que se sometió en la Cámara de los Comunes. En cuanto a la intervención militar que comenzaron hace más de diez días, el funcionario aseguró: «No hay duda en la cabeza de nadie de que se está aún violando el alto el fuego –de parte de las fuerzas de Khadafi– y es totalmente correcto que nosotros mantengamos la presión en virtud de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU». Desde su lugar, el ministro de Relaciones Exteriores francés, Alain Juppé, tampoco se jugó entero y declaró que su país está dispuesto a conversar con sus aliados en relación con una ayuda militar para los rebeldes, aunque reconoció que esto no está previsto en las recientes resoluciones de la ONU.
No obstante, también se oyeron voces que se manifestaron en contra de la propuesta. Los gobiernos de Italia y Noruega son ejemplos de eso. «Armar a los rebeldes sería una medida controvertida, una medida extrema (que) por cierto dividiría a la comunidad internacional», apuntó el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores italiano , Maurizio Massari. «En lo referido a Noruega, entregar armas a los rebeldes libios no es de actualidad», remarcó, por su parte, la ministra noruega de la Defensa, Grete Faremo.
Bélgica también se manifestó reticente al envío de armamento, al igual que Rusia, cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, sentenció: «Ningún país tiene derecho a armar a los rebeldes libios». El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, declaró que la operación en Libia había sido «preparada para proteger a la población y no (con el objetivo) de armarla, en eso estamos totalmente de acuerdo».
Sin llegar a la, por ahora hipotética, nutrición armamentista, China también emitió su opinión respecto de la intervención militar en Libia. El presidente de ese país, Hu Jintao, en diálogo con su par francés, Nicolas Sarkozy, criticó la misión: «La historia ha probado repetidamente que el uso de la fuerza no es una respuesta a los problemas, sino que sólo los hará más complicados».
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