Restos de yodo radiactivo fueron hallados hoy en el agua corriente de Tokio y otras zonas lindantes a la capital japonesa, al igual que en leche y espinacas cultivadas en áreas aledañas a la central de Fukushima, en un agravamiento dramático de la crisis nuclear que afecta al país.
El portavoz oficial, Yukio Edano, afirmó que en la leche producida en una granja a 30 kilómetros de Fukushima y en las espinacas cultivadas en el área vecina de Ibaraki se registraron niveles de radiactividad «fuertemente superiores» a la norma.
La central nuclear de Fukushina fue dañada gravemente por el terremoto y tsunami del 11 de marzo pasado, desatando una alerta nuclear en el país.
Edano, en declaraciones a periodistas, agregó que se efectuaban controles para establecer donde fueron enviadas las últimas partidas de estos productos para secuestrar la mercadería y evitar que sean consumidas por la población.
No obstante, aseguró que estos índices de contaminación no presuponen un riesgo para la salud. Sin embargo, el gobierno prohibió la comercialización de productos cultivados en el área afectada.
«Si bien el yodo radiactivo tiene una duración de ocho días y se descompone naturalmente en algunas semanas, hay un riesgo a breve término para la salud humana si es absorbido a través de la comida», alertó la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) en un comunicado.
Según la nota, «hasta la fecha, ningún otro isótopo radiactivo» más allá del yodo «mostraron un aumento en el análisis de productos alimenticios cerca de Fukushima».
Poco después de conocerse la alarma, la agencia de noticias Kiodo informó que trazas de yodo radiactivas fueron halladas también en el agua corriente de Tokio y en zonas aledañas, sumiendo en el temor a una población de 35 millones de habitantes.
Fuentes oficiales citadas por la agencia dijeron que se detectaron rastros de yodo radiactivo y cesio en el agua corriente que llega a las casas en las prefecturas de Tokio, Tochigi, Gunma, Saitama, Chiba y Niigata.
Según el reporte, la muestra de agua contenía 1,5 bequerelios por kilo de yodo 131, aun muy por debajo del límite de 300 fijado por ley para los alimentos y bebidas.
En tanto, las mediciones de aire efectuadas en Tokio por la AIEA, autoridades japonesas y expertos italianos revelaron niveles «del todo compatibles con los valores» naturales.
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