El ministro de Economía, señaló este miércoles ante representantes del G-77 que «la Argentina quiere seguir pagando pero no la dejan», lo que consideró «un caso inédito, insólito».
El ministro de Economía, Axel Kicillof, señaló este miércoles ante representantes del G-77 en la sede de Naciones Unidas de Nueva York que «la Argentina quiere seguir pagando pero no la dejan», lo que consideró «un caso inédito, insólito». Luego dio una conferencia de prensa en la que ratificó que este miércoles mantuvo un encuentro con los abogados que representan a Argentina ante la justicia norteamericana.
En la sede de la ONU, Kicillof afirmó que el fallo de juez neoyorquino Thomas Griesa no se agota en los 1.500 millones de dólares reclamados por los fondos buitre, ya existen otros 15.000 millones de dólares de tenedores que no entearon al canje, que reclamarían de inmediato las mismas condiciones de pago.
“Los fondos buitres avanzaron en bloquear una reestructuración de deuda exitosa en una interpretación inédita, completamente novedosa, de una cláusula estandar pone en riesgo no sólo a esta reestructuración sino a otros países emergentes, que suelen tener una historia parecida con el sistema financiero global”, indicó.
Kicillof ponderó la declaración que realizó el G-77 más China durante el reciente encuentro mantenido en Bolivia, y advirtió que «el accionar de los fondos buitre pone en riesgo a la Nación» e implica «un peligro para los procesos de reestructuración de deuda» que se lleven a cabo a nivel mundial.
El ministro advirtió que el «lunes 30 de junio, Argentina tiene vencimiento de deuda reestructurada y el dia 16 de junio recién recibimos la confirmación del fallo» de parte de la Corte de EEUU.
También señaló que «el fondo NML compró en 2008 deuda en default, pero Argentina abrió su canje en 2005 y ese fondo no tenía bonos de canje, sino que fue a buscar a los que no habían entrado porque su negocio es litigar en tribunales y que le reconozcan el 100 por ciento de lo que reclaman». Kicillof explicó que, de esa manera, «se da la paradójica situación de que un solo bonista puede poner en riesgo una reestructuración por más exitosa que sea».
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