LA RETIRADA DE LOS REBELDES ES CATASTROFICA Y SOLO SE DETUVO EN AJDABIYA, ULTIMA CIUDAD ANTES DE BENGHAZI
Las recriminaciones ya son abiertas y queda en claro que las fuerzas que se alzaron en armas no tienen la capacidad de pelear en serio. La cobertura aérea extranjera no alcanza para detener lo que ya parece un desastre.
Por Kim Sengupta *
Los rebeldes de Libia entraron ayer en una retirada aterrada, envueltos en recriminaciones contra su propio liderazgo y acusando a los funcionarios que tratan con la comunidad internacional de tergiversar la realidad en el terreno. Después de doce noches de intervención militar occidental, que se considera que cambió irreversiblemente el curso de ese conflicto, las fuerzas revolucionarias retrocedieron ayer a la última ciudad antes de Benghazi, la capital del gobierno provisional de la oposición, aparentemente con la confianza agotada y mostrando poca voluntad para continuar la lucha.
El colapso de las fuerzas revolucionarias en 48 horas fue espectacular. El lunes habían estado a 65 kilómetros de Sirte, la ciudad natal de Muammar Khadafi, celebrando ya la captura del baluarte leal y el puesto clave hacia la capital, Trípoli. Ahora retrocedieron unos 160 kilómetros por la costa y están en Ajdabiya, uno de los dos más importantes puertos petroleros en el área. El otro, Brega, fue dejado indefenso cuando los rebeldes huyeron atravesándolo sin detenerse.
Mientras las frustraciones y la amargura crecían, muchos de los combatientes arremetieron contra su jerarquía militar y política. «¿Dónde está el califa Heftar? ¿Donde está Fathar Yunis? –preguntó el capitán Ahmed Abdul-Karem–. Estuve en el frente durante los dos últimos meses, nunca los vi. ¿Dónde están las armas y los hombres entrenados que nos prometieron?»
Se dice que los generales Yunis y Heftar están de regreso en Ben-ghazi, a cargo de la gran estrategia para la campaña militar. La crítica también iba dirigida a otros en la conferencia de esta semana en Londres sobre Libia. «Vi por televisión a la gente que había ido a Londres en sus elegantes trajes, hablando de cómo llevaban a cabo la guerra exitosamente –dijo Alí Slimani, haciendo un displicente ademán con la mano–. Nunca estuvieron aquí. Los gobiernos extranjeros deberían venir y ver por ellos mismos lo que sucede aquí.»
Como un mal presagio para los rebeldes y sus patrocinadores occidentales, las fuerzas de Khadafi continuaban avanzando en el frente oriental, en un patrón organizado y deliberado, a pesar de dos semanas de ataques por las fuerzas aéreas más poderosas del mundo. Una ilustración de esta resistencia pudo verse ayer a la tarde afuera de la ciudad de Al Aghayla, donde las tropas del régimen que perseguían a los rebeldes eran bombardeadas por aviones de guerra de la coalición internacional. Hubo un total de por lo menos ocho ataques de misiles.
Las fuerzas revolucionarias, conocidas como Shabaab, respondieron con gritos de «Alá hu Akhbar», algunos regresaron al camino en sus autos y camiones. Pero pronto estaban huyendo nuevamente, mientras los leales, en lugar de dispersarse, continuaron con el ataque abriéndose en abanico a través del desierto para flanquear a sus enemigos. La conducta de aquellos que debieran ser aliados en esos poblados también está causando problemas a los rebeldes. En algunas ciudades y pueblos, los residentes se volvieron en su contra y lucharon junto a las tropas leales.
Awas Abu Tawib recibió un tiro en la pierna en Bin Jawad ayer a la mañana. «Provino de alguna de las casas. Sabemos que el grupo de Khadafi no estaba ahí y fue alguien que vive ahí –dijo–. Las casas fueron registradas y algunas personas han sido arrestadas. Quizás uno de ellos me disparó.» La oposición sostiene que estos hombres han sido pagados por el régimen para tomar las armas. Pero también es verdad que las lealtades varían, especialmente en el cinturón tribal más al oeste del centro de la oposición.
Parte del resentimiento ha sido alimentado por la búsqueda de los rebeldes de «quinta columnas» supuestamente pactando con las fuerzas de Khadafi. En Bin Jawad, The Independent vio alrededor de 220 hombres, miembros del clan Hosseini o gente asociada con ellos, cuando eran arrancados de sus hogares, golpeados y llevados a otro lado. Los «arrestos» tenían lugar mientras los rebeldes intercambiaban fuego en las puertas de la ciudad con tropas del régimen. Los residentes, ya asustados, vieron cómo los combatientes del Shabaab tiraban abajo a patadas puertas y también disparaban por las ventanas donde afirmaban haber visto francotiradores.
En Ajdabiya, otros temían verse envueltos en el amargo conflicto. Los cinco miembros de la familia de Qadir Fikri se contaban entre los cientos que dejaban la ciudad cuando llegó la noche. «Esta es la segunda vez que estamos haciendo esto –dijo–. Fuimos a quedarnos con parientes en Al Bayda cuando llegaron los hombres de Khadafi la última vez y estamos de vuelta sólo hace dos días. Pensábamos que nos podíamos establecer, pero ahora nos tenemos que ir nuevamente.»
Las fuerzas de la coalición han continuado con sus ataques aéreos, pero se entiende que los rebeldes no son un enemigo serio para el régimen en un nivel básico. Se dice que no tienen ninguna habilidad para atacar y no han mostrado señales de los rudimentos de la defensa para mantener el terreno.
* De The Independent de Gran Bretaña.
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