El misterio de Fidel ya no sorprende a nadie en Cuba. A pesar de que el gobierno lo desmiente, todos hablan de la salud del líder.
«Creo que éste es un momento decisivo de nuestra historia. La tiranía ha sido derrocada, la alegría es inmensa. Y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo sea más difícil.»
Las premonitorias palabras de Fidel Castro resuenan en La Habana, pese a que transcurrieron 56 años desde que las pronunciara cerca del Palacio Presidencial, en la entrada victoriosa del líder histórico a la capital tras la derrota del dictador Fulgencio Batista.
Con 88 años y muchos achaques sobre sus espaldas, «el Caballo» (uno de sus apodos más utilizados en las calles) ya no relincha. O como también se susurra en el argot habanero: «Oye, chico, el punto se fue del parque».
Hasta en las conversaciones telefónicas, deporte nacional en Cuba, se baja la voz cuando se habla de la agonía o muerte del también llamado «Fifo». Otros, más directos, simplemente se acarician la barbilla y concluyen: «Partió».
Doce meses y dos días se cumplen desde que el pueblo cubano lo vio por última vez durante la inauguración de la galería del artista Alexis Leyva, lo que ha desatado una ola de rumores en la isla y un tsunami en el resto del planeta.
«Todos sabemos que está enfermito, pero nada más», sostiene Rafaelito González, veterinario recién egresado de la universidad. «Ya tú sabes cómo es esto, la gente está esperando», asegura el bodeguero que atiende el almacén más cercano a la Universidad de La Habana.
Las palabras del hombre que parecía eterno, al que tantas veces «mataron» en Miami, contra el que atentaron en cientos de ocasiones, son repetidas estos días hasta la saciedad, como si se tratase de un recuerdo u homenaje al comandante desaparecido desde hace un año.
Algo así como el inicio de una despedida que nadie sabe cuándo se acabará, pese a que la prensa oficial publicó sendas reuniones durante el año pasado con el presidente ruso, Vladimir Putin, y con el chino, Xi Jinping.
Todos lo hablan en la calle, pero con calma, ya no se trata de la angustia vivida en 2006 al conocerse que estaba entre la vida y la muerte tras ser operado de urgencia. Incluso hay señales que confirman que estamos ante un camino de muy difícil retorno y de fecha desconocida.
«Que no haya recibido a los Cinco Héroes [los espías intercambiados gracias al deshielo con Estados Unidos], que fue una batalla suya, personal, retrata su estado de salud», constató para una veterana periodista local.
Eso sí, nadie se atreve a poner fecha a lo que el propio Fidel Castro convirtió en secreto de Estado. Un vocero oficialista desmintió ayer la muerte del líder revolucionario, incluso negó que el gobierno hubiera convocado a los periodistas extranjeros para una rueda de prensa.
Pero el perspicaz pueblo cubano no entiende su silencio tras el pronunciamiento histórico de Raúl Castro y Barack Obama, del 17 de diciembre. Tampoco escribió sobre el comienzo del fin del «diferendo» en sus famosas Reflexiones en la prensa local, que cumplen varios meses sin actualizarse.
Ni siquiera el nacimiento de Gema, la hija del «héroe» Gerardo Hernández, provocó mayor revuelo informativo más allá de unas fotografías en Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. La chica fue concebida por fecundación in vitro, ya que su padre estuvo encarcelado 16 años en Estados Unidos.
Las apariciones de Raúl, tan poco dado a ellas, son aún más comedidas. Como si participara de un duelo permanente. El presidente fue sustituido en la mayoría de los actos por José Ramón Machado, vicepresidente muy cercano (quien viajó a Brasil a la toma de posesión de Dilma Rousseff), y por Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros y principal candidato hoy para la sucesión de Raúl.
Es un estruendoso silencio oficial en medio de la celebración del 56º aniversario de la revolución en una sociedad de contrastes. Como el de los más mayores, asustados ante la posibilidad de perder a su líder. «Yo soy fidelista, no comunista», insiste Rosita, maestra jubilada que primero enumera a viva voz las bonanzas de la revolución, pero que, cuando toca hablar de las debilidades, afloja automáticamente su voz.
El gobierno cubano del presidente Raúl Castro excarceló a por lo menos 38 disidentes -y se espera que haga lo mismo con otros- desde el acuerdo diplomático con Estados Unidos, anunciado el mes pasado. Según Washington, el trato comprende la liberación de 53 detenidos.
La administración del presidente Barack Obama aplaudió la excarcelación de los presos políticos. El asesor de la Casa Blanca Ben Rhodes dijo que «Estados Unidos le da la bienvenida a la liberación sustancial de prisioneros», y sostuvo que «es bueno ver a la gente reunirse con sus familiares».
Fuente: La Nación
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