La «viuda blanca», se trata de Samantha Lewthwaite, viuda de uno de los cuatro terroristas que en el 2005 detonaron las bombas en el centro de Londres que dejaron 52 muertos y cerca de 700 heridos
Cómo se transformó en la pesadilla de occidente, el seudónimo colocado por la prensa británica pareció en su momento un tanto injusto, pero noticias llegadas en las últimas semanas del continente africano revelaron que quizás estaba acertado, y reavivaron al mismo tiempo el temor a una ola de «terror vestido de faldas», el 7 de julio de 2005 una joven de Irlanda del Norte de ojos verdes y mejillas rosadas se ganó el apodo de la «viuda blanca». Era Samantha Lewthwaite, viuda de Germaine Lindsay, uno de los cuatro terroristas que ese día detonaron las bombas en el centro de Londres que dejaron 52 muertos y cerca de 700 heridos.
Según informaciones publicadas por el periódico The Daily Telegraph, la «viuda blanca» vive ahora en Somalia, donde recluta terroristas y entrena a un ejército de mujeres mujaidines (combatientes en la Guerra Santa de los extremistas islámicos). De acuerdo con la versión, Samantha dijo en un blog que ha sido «elegida por Alá para convertirse en el tormento de los kuffar [aquellos que no son musulmanes]».
Oficiales de la división antiterrorista de Scotland Yard la buscaban en Kenya, desde donde huyó de la policía tras un intento fallido de volar por los aires con armas químicas un enclave turístico.
También se la culpa allí de estar envuelta en el ataque con una granada contra un bar en Mombasa, donde varios turistas estaban viendo el partido de fútbol entre Inglaterra e Italia de la Eurocopa, y que terminó con la vida de tres personas, entre ellas un niño.
A poco de cumplir los 18 años, Samantha conoció a Germaine Lindsay, que era dos años menor. Fue entonces cuando Samantha abandonó un curso en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres, y comenzó a vestirse con una túnica negra o hiyab. Se casaron en 2002.
Cuando Lindsay decidió inmolarse en el sangriento ataque contra el metro de Londres, ella -embarazada de su segundo hijo- condenó públicamente sus actos. Tan convincente fue su descargo que las autoridades no dudaron en ponerla bajo protección oficial por varios meses.
Pasadas las investigaciones judiciales del atentado, sin embargo, Samantha desapareció. Nada se supo de su paradero, hasta que en diciembre último varios informes de inteligencia empezaron a vincularla con Al-Shabaab, la fuerza paramilitar islámica del este de Africa. Se dijo que se había vuelto a casar y que había tenido otra hija. Su segundo marido sería Habib Saleh Ghani, un británico de origen keniano-paquistaní que se hace llamar Osama y que la policía considera «extremadamente peligroso».
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