Una reunión de los embajadores de Estados Unidos en los países de la región definió al Mercosur como un organismo «antinorteamericano». La expresión reflejaba el temor de Washington ante la consolidación del bloque por la incorporación de la Venezuela de Chávez.
Un documento secreto del Departamento de Estado al que tuvo acceso Página/12 por filtración de Wikileaks revela el temor estadounidense ante la consolidación de un bloque regional que incluya también a Venezuela.
Por primera vez sale a la luz un documento del Departamento de Estado de los Estados Unidos que califica al Mercosur como un organismo «antinorteamericano». No consta en los archivos públicos ninguna mención en ese sentido por parte de una autoridad del Departamento de Estado. El documento al que tuvo acceso Página/12 por filtración de Wikileaks revela el contenido de una reunión de embajadores estadounidenses en el Cono Sur realizada en Río de Janeiro.
Según el texto final del encuentro, la clave que según los Estados Unidos cambia la naturaleza del Mercosur es la decisión de incorporar a Venezuela a los cuatro miembros originales: la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
«La entrada de Venezuela en el Mercosur altera claramente el balance y la dinámica de la organización», dice el texto. «Mercosur gradualmente fue transformándose de una unión aduanera imperfecta en una organización más restrictiva y antinorteamericana.»
La reunión se realizó durante dos días, el 8 y el 9 de mayo de 2007 en Río de Janeiro. El cable con el resumen fue clasificado como secreto el 17 de mayo por el número dos de la embajada en Paraguay, Michael J. Fitzpatrick. Su título original es «Conferencia: una perspectiva del Cono Sur sobre la influencia de Chávez». Participaron los embajadores norteamericanos en Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile, y el cable agradece los aportes de la embajada en Bolivia.
Casi cuatro años después del encuentro cobra aún más importancia que haya sido un diplomático destinado en Paraguay el encargado de calificar el grado de confidencialidad de la reunión. El protocolo de adhesión de Venezuela fue firmado en marzo de 2006. Pero hasta hoy no entró en pleno vigor porque un país solo pasa de ser asociado a miembro pleno cuando los Parlamentos de los países que ya son miembros ratifican la decisión de los poderes ejecutivos. Lo único que falta para la entrada de Venezuela es, hoy, la ratificación del Senado paraguayo.
En la última reunión de Mercosur (Foz do Iguaçú en 2010) la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo que «la incorporación de Venezuela al Mercosur, además de aportar su generosidad, va a ayudar estratégicamente a consolidarnos en uno de los frentes más importantes de este siglo, el energético». Cristina dijo confiar «en los hermanos de Paraguay», destacó el Mercosur como un bloque que permitió dejar «atrás una hipótesis absurda como el enfrentamiento entre la Argentina y Brasil» y añadió que el peso de los mercados internos de los países permitió «superar la crisis global más importante desde 1930».
El atractivo de Chávez
La conclusión final de los embajadores es que «la campaña de Chávez para expandir su influencia en el Cono Sur es multifacética, y descansa en buena medida pero no totalmente en una generosa asistencia energética y en acuerdos de inversión». Concede que la figura de Chávez puede ser «atractiva para muchos de los desposeídos de la región, que todavía esperan que la globalización les aporte los beneficios del libre comercio y el gobierno verdaderamente democrático».
Según el cable, «al integrar a Venezuela a las instituciones existentes y al crear nuevos organismos regionales, Chávez busca que el Cono Sur siga esa idea». ¿Qué resultados habría producido la supuesta campaña del presidente venezolano? «Pocos países han probado ser capaces de resistir el atractivo de la ayuda venezolana y de sus paquetes de inversión.» Para fortuna de los críticos de la integración venezolana, «a la vez que la influencia de Chávez en la región se expandió significativamente, los líderes regionales sospechan de sus motivos y objetivos». Muchos de esos líderes «coinciden con su mensaje de que el Cono Sur, y sobre todo Sudamérica, deben establecer una identidad separada respecto de la hegemonía norteamericana, pero no se sienten cómodos si son usados».
Una frase de los embajadores indica el estado del diagnóstico estadounidense: «Los Estados Unidos no pueden esperar que los líderes de la región acudan en nuestra defensa».
Y después del diagnóstico viene la recomendación: «Necesitamos convencernos de la necesidad de implementar una estrategia transparente para la región». Sigue así el texto: «Nuestra idea de comunidad de naciones democrática e inclusiva que asegura la perspectiva de un futuro más próspero para sus ciudadanos es la respuesta correcta a Chávez». Los participantes también pidieron «más herramientas y recursos» para contrarrestar lo que define como «esfuerzos políticos de fisurar la democracia, diseñar estrategias económicas para estrangular el comercio libre, la politización del Mercosur, la expansión de lazos en el área de Defensa y la campaña en los medios de comunicación masivos».
País por país
Los diplomáticos congregados en Río de Janeiro se manifestaron convencidos de que existe una campaña pública de Chávez y otra clandestina, de suministro de fondos, y analizaron la posición de los gobiernos de Sudamérica en detalle.
En el caso argentino, un dato clave es el hecho de que, según los participantes, «una encuesta realizada en diciembre de 2006 arrojaba que Chávez era popular para el 52 por ciento de los argentinos» y que la imagen de los Estados Unidos no era popular. Al mencionar a Néstor Kirchner, presidente de la Argentina al momento de la reunión, el cable dice que «Kirchner intentó distanciarse públicamente de la posición antinorteamericana de Chávez y trató de mantener la percepción de una línea más independiente para resultar potable al votante medio, pero su estrategia económica claramente busca lazos más estrechos con Chávez en comercio y finanzas y procura posicionarse a sí mismo entre Lula y Chávez en el espectro regional». En la visión estadounidense, Kirchner intentaba balancear la relación con Chávez. «Esto es evidente en el apoyo de Kirchner y su esposa hacia la comunidad judía de Venezuela y, simultáneamente, que se hayan abstenido de cualquier llamado en favor de la libertad de prensa en el caso de RCTV, por ejemplo.»
«Aunque Kirchner comparte alguna de las posturas izquierdistas de Chávez, es más bien un pragmático», dice el texto. Y nombra los préstamos por 4200 millones de dólares concedidos a la Argentina.
El cable consigna que «lo que llevó a Brasil a apoyar la admisión de Venezuela en el Mercosur fue la creencia de que Chávez podría ser controlado más fácilmente si estaba dentro del organismo que si se lo dejaba a su propia inspiración fuera de él». El documento pone en cuestión esa idea con dos ejemplos. Uno, que Chávez alentó a Evo Morales a nacionalizar Petrobras en Bolivia. Otro, que Chávez le disputa protagonismo a Lula en las reuniones de Mercosur.
«Esa fricción brinda una oportunidad», analiza (y parece esperanzarse) el texto que clasificó Fitzpatrick en 2007. Obviamente se refiere a una oportunidad para los Estados Unidos de erosionar las relaciones del bloque sudamericano.
Sin embargo, cuando Morales nacionalizó el petróleo, nacionalizó también Petrobras, y no solo Petrobras. Brasil se irritó por la ocupación militar de las plantas pero un diálogo entre los dos países solucionó el diferendo.
Tampoco hubo, finalmente, una disputa de protagonismo entre Lula y Chávez, a tal punto que el entonces presidente brasileño siguió impulsando la entrada de Venezuela al Mercosur. El Senado brasileño la ratificó en 2009, con Lula presidente. Y su sucesora, Dilma Rousseff, dijo en enero último en una entrevista con medios argentinos, entre ellos Página/12, que «Venezuela es un gran productor de petróleo y gas». Opinó que «tiene mucho que ganar entrando al Mercosur, y nosotros con su presencia». También tocó la cuestión del liderazgo, pero la despersonalizó mientras ponía la cabeza de la región en un plano binacional argentino-brasileño por tamaño y desarrollo económico. «Hasta para los otros países es absolutamente importante que Brasil y la Argentina estén juntos porque no es una relación de hegemonía la que Brasil y la Argentina se proponen en relación con el resto de América latina», declaró.
En la visión norteamericana de aquel momento, otro tema a seguir de cerca eran los contactos militares venezolanos, y en el caso de Bolivia, los presuntos contactos en el área de Inteligencia.
Incluso Uruguay aparece sospechado, porque según el cable los temas de Seguridad del entonces presidente Tabaré Vázquez los llevaba día a día su hermano Jorge, «un ex miembro de la guerrilla OPR-33». Vázquez, subsecretario del Interior, habría trabajado según los Estados Unidos con «agentes del servicio secreto reclutados bajo el paraguas de la (central sindical) PIT-CNT, dominada por el Partido Comunista, y entrenados en Caracas y La Habana».
En verdad, la OPR-33 fue más libertaria que comunista y en la PIT-CNT hay también peso de socialistas y del Movimiento de Participación Popular del ex tupamaro Pepe Mujica. Jorge Vázquez es el mismo que denunció en Uruguay una campaña en su contra. Dijo que había sido falsamente acusado de almacenar armas para Irán en combinación con Venezuela.
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