El adiós del Papa a Río: “Sigan adelante y no tengan miedo” La ceremonia se hizo ante tres millones de fieles congregados en la playa. Muchos durmieron en las calles esperando el saludo y el mensaje de Francisco. A los jóvenes, los urgió: “Tienen que rebelarse”
“Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio, para edificar un mundo nuevo”, clamó el papa Francisco ante los tres millones de fieles, en su gran mayoría jóvenes que habían despertado, o desperezado, cuando clareó el día sobre Copacabana. “La Iglesia los precisa.
El Papa los precisa” añadió y les demandó “sigan adelante, no tengan miedo”, al concluir su pronunciamiento en la misa que comenzó a las 10 de la mañana, en el majestuoso palco levantado en Leme. “Al finalizar, al mediodía, se despidió agradeciendo “todas las alegrías que me dieron estos días”. Poco después, en el saludo a los voluntarios que trabajaron en esta semana de la primera visita internacional del Papa argentino, volvió a encarar a los jóvenes demandándoles que “¡sí, tienen que rebelarse!”. E insistió, “rebélense contra la estructura, tengan el coraje de ir contra la corriente … vale la pena decir sí a Dios”. Y explicó que parte de ese rebelarse es contra aquellos “que piensan que no pueden asumir responsabilidades”.
La misa, gigantesca, fue conmocionante. Con una voz que retumbó a lo largo de las más de 30 cuadras, donde la multitud consiguió hacer silencio para seguir las palabras papales, Jorge Bergoglio los llamó a “hacer todos los discípulos en todas las naciones. Fue bueno participar en esta Jornada Mundial de la Juventud, con jóvenes de los cuatro cantos de la Tierra. Ahora el Señor nos dice tres palabras: Id, sin miedo, para servir”. En la Misa del Envío, Bergoglio les recordó a los jóvenes que “Jesús no nos trata como esclavos, sino como personas libres, amigos, hermanos”. Y les pidió que no dejen “su fe encerada en las parroquias. Sería como cortar el aliento que mantiene viva esa llama”.
La larga despedida incluyó varios discursos del pontífice. El último saludo fue en el aeropuerto. Habló el vicepresidente Michel Temer. Y lo siguió Bergoglio agradeciendo al gobierno y a la gente que participó en este complejo armado y avisando que ya los estaba extrañando.
Toda la ciudad quedó dada vuelta, pero especialmente en el área donde se esperaba este encuentro de despedida. Miles de carpas se distribuyeron anoche en la playa de Copacabana, a lo largo de las más de treinta cuadras, de esa parte de una bahía incuestionablemente bella. Pero muchos se refugiaron debajo de las marquesinas de edificios y negocios. Otros simplemente colocaron bolsas de dormir y frazadas en las calzadas de la avenida Atlántica, convertida en Campus Fidei sin que estuviera preparada para eso. Es que a los organizadores, la lluvia de la semana les jugó en contra y el campo dispuesto en Guaratiba, una región de Río, quedó enlodado con el agua.
Como dijo Bergoglio, “tal vez Dios no quiso” que el acto del sábado y del domingo tuvieran aquella región como escenario: “¿Será que nos quiso decir que el Campo Fidei no es un lugar geográfico sino que está dentro de cada uno de nosotros?”. Lo cierto es que la noche de Copacabana fue, para unos, una auténtica vigilia, con cánticos que competían con el ruido de las olas. Para otros, representó algunas horas de descanso, después de una semana de agotadoras caminatas a las que obligó una ciudad colapsada por tres millones de peregrinos.
Cuando a las 6.30 de la mañana la luz cubrió la extensa y ancha playa carioca, mostró calles ocupadas por jóvenes que empezaban a desperezar y largas filas para entrar en los baños químicos, que se revelaron insuficientes para atender a los feligreses. Muchos jóvenes varones vieron en el mar su salvación. Aun con estos percances, el orden juvenil fue suficiente como para no crear más inconveniente que la necesidad de mirar bien por donde se caminaba. Como señaló una señora, de 72 años, que vive en uno de los departamentos que dan a la playa: “Fueron muy disciplinados y educados. Lo único que realmente molestó fue la transmisión hasta pasada la medianoche de música a todo volumen”.
En una charla con Clarín, el sábado por la noche, algunos jóvenes brasileños le dijeron a esta enviada que entendían a grandes rasgos lo dicho por el Papa en español. “No todo, pero la idea uno consigue seguirla”, le comentó una chica arquitecta, de 27 años, procedente de Cuiabá, la capital de Mato Grosso. Lo que sí comprendieron fueron los mensajes, que a lo largo de estos días les dejó Francisco como elemento de reflexión. El sábado, al inicio de la vigilia, había dicho: “Hubo casos de jóvenes que fueron a las calles a expresar su voluntad de una civilización más justa. Los jóvenes en las calles! Son estos jóvenes que quieren transformarse en protagonistas de los cambios. Ustedes son los protagonistas, porque el futuro llega a través de ustedes”.
Fuente: Clarín
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