Cuando el ajuste es un verdadero presente griego
Los ministros de Finanzas del Eurogrupo reclamaron mayores ajustes tras el anuncio de Grecia que no alcanza a bajar el déficit a la meta exigida, aun sacrificando 30 mil empleos. Los mercados bursátiles respondieron con otro derrumbe. La Eurozona se debate entre sacrificar lo poco que queda en pie de la economía griega o entrar en un proceso ordenado de cesación de pagos que podría incluir, según se especula, una quita del 50 por ciento sobre el valor de la deuda. La debilidad de los denominados planes de rescate quedaron en evidencia tras conocerse las negras perspectivas de la economía helénica y la admisión del gobierno de Giorgos Papandreu de la imposibilidad de cumplir con las metas de ajuste fiscal reclamadas por la Unión Europea. La reacción negativa en los mercados bursátiles y financieros fue inmediata, al mismo tiempo que se extendía la sensación de inevitabilidad del default ante una deuda que, en una perspectiva optimista, alcanzará al 172 por ciento del producto bruto el año próximo. Echando más leña al fuego, los ministros de Finanzas del Eurogrupo resolvieron ayer postergar la autorización para que el gobierno de Atenas reciba un nuevo tramo de 8000 millones de euros del crédito otorgado el año pasado, cuya liberación aguarda para hacer frente al pago de sueldos y jubilaciones. A cambio, los «euroministros» le reclamaron al gobierno griego «medidas suplementarias» al brutal ajuste aprobado el domingo, consistente en recortes de gastos, mayores impuestos y treinta mil despidos estatales para este año y el próximo. El foro del Eurogrupo reclama que se extienda la misma política «por lo menos» a los años 2013 y 2014.
Ni Nueva York ni las Bolsas latinoamericanas se mantuvieron al margen de la ola de depresión que asoló los mercados bursátiles ayer, que también afectó las cotizaciones del petróleo ante el temor de una recesión generalizada. Los papeles más perjudicados en las distintas capitales financieras fueron los correspondientes a entidades bancarias. Se asume que una cesación de pagos y una quita en la deuda griega dejará al desnudo la endeblez de un sistema financiero montado sobre una valorización de activos ficticia. Muchos portafolios financieros de la banca privada siguen valuados en sus balances por su precio de compra y no por valor de mercado. Un caso emblemático, ya denunciado, es el del Bank of America, una de las tres principales entidades de Estados Unidos.
Esa misma práctica se repite en bancos alemanes y franceses, tenedores de títulos de deuda soberana de Grecia y otros países en dificultades. Pero como además entre estas entidades bancarias existen vínculos accionarios –participación de bancos españoles en el capital del Bank of America, por ejemplo–, la sobrevaluación de activos representa un efecto en cadena. Si la reestructuración de deuda de Grecia provocara una revaluación de los títulos de ese país y, a su vez, la revisión de las cotizaciones en balance de otros activos financieros, podría provocarse un derrumbe del valor de cartera en todo el sistema financiero. Y de la valuación del propio sistema financiero (los bancos) como tal.
En conferencia de prensa al término de la reunión de ministros del Eurogrupo en Luxemburgo, el titular del foro, Jean-Claude Juncker, anunció la postergación de una resolución sobre la liberación de recursos en favor de Grecia hasta más allá del 13 de octubre. Aunque ese día había sido el elegido para definir sobre los 8000 millones de euros que espera el gobierno de Atenas, Juncker dijo que ese plazo había sido «anulado» porque no se disponían de todos los elementos de evaluación necesarios.
La voluntad de los euroministros de Finanzas, en cambio, pareció haber sido afectada por las conclusiones del Consejo de Ministros de Grecia del domingo último, cuando anunció que ese país no estaba en condiciones de alcanzar la meta de reducción del déficit al 7,6 por ciento del producto para este año. De poco sirvió que ofreciera llegar al 8,5 por ciento (había sido del 15,6 por ciento hace tan sólo dos años), sacrificar 30 mil puestos de trabajo del sector público, recortar el poder adquisitivo de quienes lo conservaran en un 40 por ciento, subir la tasa de desempleo al 16,4 por ciento el año próximo (15,2 este año), recortar gastos y aumentar impuestos sobre la propiedad y aportes sobre sueldos a quienes perciban más de 4000 euros mensuales. Los euroministros piden más privatizaciones en lo inmediato y extender las medidas de ajuste por lo menos hasta 2014. Con esta política, la contracción de la economía griega será del 5,5 por ciento este año, y si se cumplieran los pronósticos oficiales agregaría otro 2,5 de caída en 2012, alcanzando una relación entre deuda y PIB de 1,72 por 1. Probablemente las cosas sean peor que eso. Y si debe responder a las exigencias de sus socios europeos, peor todavía.
El ajuste brutal es la respuesta que los líderes europeos quieren imponerle a Grecia como ofrenda al mercado, tratando de frenar con ello los ataques de los fondos especulativos contra los bonos de los países endeudados (Italia, España, Portugal, entre otros). Y preservar la complicidad de los capitales de riesgo con el maquillaje a gran escala aplicado en los balances del sistema bancario mundial. Aunque ello suponga desocupación y miserias sociales en Grecia, que irán a la cuenta de los llamados «efectos colaterales».
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