Francisco, el papa que sigue sorprendiendo con sus gestos de humildad. Hoy el flamante pontífice recibió a los cardenales, a quienes pidió no ceder al pesimismo, visitó a un sacerdote amigo, que está internado en la Clínica Pío XII
Y volvió a romper el protocolo cuando recibió de un cardenal una pulsera amarilla; las anécdotas que retratan su austeridad. Sólo pasaron tres días desde la designación de Jorge Mario Bergoglio como Papa, pero ya son varias las llamativas y sorprendentes historias que salieron a la luz, tanto de su pasado como de las últimas jornadas.
Además del nombre que eligió llevar durante su papado y del discurso que emitió cuando se anunció su elección, Francisco sorprendió y confirmó su estilo cuando hoy fue a visitar a la clínica Pío XI de Roma a su viejo amigo, el cardenal Jorge Mejía, archivista y bibliotecaria emérito de la Santa Sede, de 90 años, que hace unos días tuvo un infarto.
También se cruzó en la basílica de Santa María la Mayor con el cardenal Bernard Law, acusado de haber encubierto a curas pederastas entre 1984 y 2002 mientras era arzobispo de Boston, en Estados Unidos. Según consignaron fuentes de la agencia EFE, ayer, Francisco habría visto a Law y habría comentado a quienes lo acompañaban: «No quiero que frecuente esta basílica».
EL MENSAJE A LOS CARDENALES
Esta mañana se reunió con cardenales en la monumental sala Clementina del Vaticano, tanto con quienes participaron en su elección como con aquellos que no pudieron estar en el cónclave por ser mayores de 80 años.
Francisco siguió con su estilo de ruptura total con la pompa vaticana: portó su cruz plateada y no la tradicional cruz de oro de los pontífices. Leyó el texto. Fue inspirador, intenso. En algunos momentos se salió del texto preparado.
Pidió hermandad y apertura mutua entre cardenales. Dijo que el Espíritu Santo los une y expresó su voluntad de seguir el Evangelio y de llevar Jesucristo al hombre.
«La mitad de nosotros estamos en la vejez. La vejez es la sede de la sabiduría de la vida, de haber caminado la vida. Donemos esta sabiduría a los jóvenes», pidió.
«No cedamos al pesimismo. Tengamos el coraje de perseverar, de encontrar nuevos métodos de evangelización, de llevar el Evangelio a cada rincón de la Tierra», sostuvo.
ROMPER EL PROTOCOLO
Después de haberse reunido con cardenales el papa Francisco volvió a romper el protocolo en el momento en que uno por uno lo estaban saludando. En ese momento, el cardenal de Sudáfrica y arzobispo de Durban, Wilfrid Fox Napier, además del saludo tenía un pequeño pero importante presente para el Sumo Pontifice: una pulsera amarilla.
«Es una pulsera que realizó especialmente el sacerdote de mi diócesis para el año de la fe. Dice ´Creo en Dios´y tiene el dibujo de una cruz y un pez, que es un signo de los cristianos para Jesús», indicó luego Napier a un periodista.
Ayer, el Sumo Pontífice también sorprendió cuando se negó a viajar en la limusina del Vaticano, fue él mismo a pagar la cuenta del albergue en el que se había alojado y no quiso saludar a los cardenales sentado en el trono. Además, instó a los prelados a vivir de manera «irreprochable» y pidió volver a los fundamentos esenciales de la Iglesia.
ANÉCDOTAS
Una de las primeras historias que se conoció públicamente fue la de Amalia Damonte, quien no quiere que la llamen la «ex novia» del nuevo papa ni que fue por ella que Jorge Mario Bergoglio decidió convertirse al sacerdocio. Pero lo cierto es que, cuando ambos eran chicos, él le declaró su amor y le advirtió que si ella no lo aceptaba, él dedicaría su vida a Dios.
Tampoco era sabido, hasta que lo relató un dirigente de la colectividad paraguaya en Buenos Aires, que Francisco tomaba tereré y hablaba palabras en idioma guaraní, la lengua con la que se comunica el 80% de los paraguayos. «Compartió con nosotros comiendo comidas típicas, incluso tomando tereré con los compatriotas», dijo Celso Chamorro, miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la organización de paraguayos residentes en la capital argentina, que se estima en más de un millón de personas.
Nuevas anécdotas también pudieron conocerse gracias a los lectores de lanacion.com. Entre los relatos que compartieron con este medio está el de Imelda Grennon: «Estaba esperando que se pusiera el semáforo en verde para cruzar la calle y me doy cuenta de que el cardenal Bergoglio estaba al lado mío. Lo primero que se me ocurrió es decirle: «Monseñor, ¿usted aquí?» Su respuesta fue la humildad: «Y sí, voy a la farmacia de enfrente a comprar un remedio para uno de mis curitas, que está enfermo»»
Los relatos también llegaron desde países lejanos. Eduardo Dimet escribió un mail a desde Canadá, para contar cómo Bergoglio, entonces Cardenal aceptó bautizar a su cuñado, que necesitaba esa bendición de la Iglesia para poder ser el padrino de su beba, a diferencia de otros religiosos que le ponían trabas de cursos o trámites burocráticos para hacerlo..
Fuente: La Nación
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