El túnel, un doble tubo sumergido a más de 50 metros bajo el lecho del Bósforo, está concluido y concebido para resistir terremotos de 9 grados.
Turquía inauguró este martes a bombo y platillo, coincidiendo con el 90º aniversario de la República, un túnel ferroviario bajo el Bósforo que une Asia con Europa, un proyecto de un costo de unos 3.000 millones de euros.
Tras nueve años de espera, el ‘Marmaray’, un túnel de 14 km con una parte sumergida de 1.400 m, conectará ambos continentes bajo el Bósforo, joya de la principal metrópolis turca.
El túnel pretende agilizar el tráfico intercontinental que a diario realizan millones de personas de Estambul.
«Marmaray, que fue un sueño durante 150 años, se ha vuelto realidad», dijo el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, durante una ceremonia oficial, ante miles de personas que lo aclamaban.
Marmaray figura entre los ‘megaproyectos’ urbanos de Erdogan, exalcalde de Estambul. Estos controvertidos proyectos alimentaron las protestas contra el gobierno en junio pasado.
La inauguración coincide con el 90º aniversario de la República Turca, fundada por Mustafa Kemal Atatürk.
El primer ministro turco estaba acompañado por el presidente del gobierno japonés, Shinzo Abe, principal financiero de este puente, que tendrá un costo de unos 3.000 millones de euros.
La idea de construir un túnel bajo el estrecho del Bósforo fue planteada por primera vez en 1860 por un sultán otomano, Abdulmedjid. Sin embargo, por razones técnicas y falta de fondos, hasta ahora no se había materializado.
En los años 1990 volvió a ser relanzado este proyecto por la explosión demográfica de Estambul, cuya población se ha duplicado desde 1998 y supera ya los 15 millones de habitantes.
Con el apoyo financiero del Banco de Japón para la Cooperación Internacional (735 millones de euros) y del Banco Europeo de Inversiones (BEI), la construcción del túnel pudo comenzar en 2004, gracias a un consorcio entre Japón y Turquía.
La obra, que iba a durar cuatro años, estuvo interrumpida durante mucho tiempo por el hallazgo de una serie de tesoros arqueológicos.
El túnel, un doble tubo sumergido a más de 50 metros bajo el lecho del Bósforo, está concluido y concebido para resistir a terremotos de hasta 9 grados en esta región que registra una fuerte actividad sísmica.
Las autoridades esperan que esta obra, que estará conectada a 75 km de vías de tren nuevas, ponga fin al calvario que viven más de 2 millones de estambuliotas que cada día atraviesan el Bósforo por dos puentes que están siempre congestionados.
Pero algunos especialistas dudan del alcance del proyecto, pese a que el túnel ha generado menos críticas que el futuro tercer aeropuerto de la ciudad, el canal de 45 km paralelo al Bósforo o el tercer puente en el estrecho, proyectos «faraónicos» denunciados como pruebas del autoritarismo del gobierno islamoconservador y de su inclinación mercantilista durante las protestas de junio.
El proyecto no estará operativo al 100% inmediatamente. Todavía se necesitarán varios años para que la obra esté totalmente concluida.
«El tramo en servicio es muy limitado. Todo ha sido aplazado para más tarde», lamentó Tayfun Kahraman, presidente de la Cámara de Urbanistas de Estambul.
Desde hace días, las cadenas de televisión emiten anuncios publicitarios elogiando este proyecto gubernamental. «Era un sueño que se ha hecho realidad» proclaman los anuncios que tienen como actor principal a Erdogan.
Los detractores acusan al primer ministro de haber precipitado la inauguración este martes para poder presentarlo como un logro en las elecciones municipales previstas en marzo de 2014.
La Cámara de Ingenieros y Arquitectos (TMMOB) incluso ha aconsejado a los turcos que no utilicen esta vía «por razones de seguridad», algo que refuta el alcalde de Estambul, Kadir Topbas, que jura que Marmaray es seguro.
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