Un argentino lucha contra el Estado Islámico en Irak: “Tenía que hacer algo”. El mendocino Maximiliano Mattioli llevaba una cómoda vida en España, trabajando en bares de Ibiza y Barcelona y mirando partidos de la Champions, hasta que un día sintió que debía viajar a Irak para luchar contra el Estado Islámico, asqueado de las brutales «locuras» del grupo yihadista que tiene al mundo en vilo.
Instalado desde diciembre pasado en uno de los frentes de guerra más terroríficos del mundo, Mattioli, de 39 años, dijo a Télam que no piensa «en la posibilidad de ser capturado» por el EI, como ocurrió recientemente con 17 de sus compañeros que fueron decapitados por los yihadistas y su muerte mostrada en un video.
Mattioli es el primer argentino del que se sepa que se encuentra combatiendo en Irak contra el EI, así como uno de los pocos occidentales que se sumaron a las filas de las fuerzas kurdas para detener el avance de los yihadistas desde que capturaron extensas zonas de Irak con una ofensiva relámpago lanzada el año pasado.
El EI, en cambio, ha logrado reclutar a cientos, quizás miles, de occidentales, sobre todo europeos, así como a musulmanes de decenas de países árabes o islámicos. Sus decapitaciones de rehenes, secuestros, matanzas y otras brutalidades contra cristianos han sido denunciados por el papa Francisco y por la ONU.
Mattioli indicó que él no está en Irak por dinero: «No soy un mercenario. Vi las locuras que hicieron los milicianos del EI en Siria y todo lo que vino después, y decidí que tenía que hacer algo. Esta gente ha pasado muchos límites. Son fanáticos ignorantes y expansionistas. Una combinación peligrosa», añadió.
«Seguramente es más cómodo sentarse en casa calentito en el sofá, mirar la televisión y cabrearse por lo mal que está el mundo y luego ponerse a ver un partido de Champions», agregó este argentino que cuenta con preparación militar, otro factor que fue decisivo a la hora de dar el salto y unirse a los peshmerga.
Mattioli fue integrante de la Legión Extranjera Francesa, un cuerpo de elite conocido por su dura disciplina y entrenamiento tanto físico como mental y que tradicionalmente ha sido el refugio de aventureros y criminales, pero que hoy tiene un perfil más profesional.
Fuente: La Mañana
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