EL MILITAR URUGUAYO SILVEIRA QUIERE HABLAR CON UNA HIJA DE DESAPARECIDOS
Los padres y el hermano de Mariana Zaffaroni están desaparecidos. Mariana evalúa aceptar la invitación que le hizo el coronel retirado de verse en la cárcel donde cumple condena. El militar «quiere ser borrado de los hechos», dijo en una carta.
Un represor uruguayo quiere romper el silencio, al menos eso dijo. El coronel retirado Jorge Silveira hizo pública una carta en la que invita a Mariana Zaffaroni, hija de desaparecidos, a entrevistarse con él en la cárcel. En ese encuentro posiblemente el militar le brinde información acerca de sus padres y quizá también del paradero de su hermano, nacido en cautiverio y apropiado. La joven está evaluando la propuesta del torturador, confirmó a este diario.
Los padres de Mariana están desaparecidos. Su hermano, también. María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni estudiaron magisterio en Uruguay. Por su militancia debieron escapar hacia la Argentina en 1974. En Buenos Aires, se integraron al proceso de formación del Partido por la Victoria del Pueblo, que actualmente integra el Frente Amplio (FA). La calma duró poco y rápidamente se replicaron aquí los años de plomo. El 27 de septiembre de 1976, Islas, Zaffaroni y su pequeña hija fueron detenidos en Vicente López y trasladados al centro clandestino de detención porteño conocido como Automotores Orletti, que funcionó como una sede del Plan Cóndor, la coordinación represiva que tejieron las dictaduras del Cono Sur.
María Emilia estaba embarazada de su segundo hijo, le había escrito en una carta a su madre María Esther Gatti, una de las históricas dirigentes del movimiento de derechos humanos. Se calcula que María Emilia estuvo con vida hasta mayo de 1977. Hay quienes la vieron en el Servicio de Información de Defensa (SID) de Boulevard Artigas y Palmar, en Montevideo. El represor Manuel Cordero le confesó a un ex detenido que María Emilia iba a sobrevivir unos meses más porque estaba embarazada y era muy bonita. Así Cordero reveló cómo funcionaba el plan sistemático de apropiación de bebés, que hoy se está juzgando en la Argentina.
Su abuela María Esther buscó a Mariana por todos lados. Sus ojos grandes y claros se reconocen en las fotos que las Abuelas publicaban denunciando la desaparición y apropiación de sus nietos. La nena estaba en manos del agente de la SIDE Miguel Angel Furci, conocido en Orletti como el «enfardador» por su facilidad para hacer paquetes con los cuerpos de sus víctimas. Cuando a fines de los años ’80 se supo que Mariana estaba en manos de Furci, el espía huyó a Paraguay. Finalmente, al ser extraditado a Buenos Aires, habló del segundo vuelo en el que se trasladó a desaparecidos desde Argentina a Uruguay y apuntó contra el represor José Nino Gavazzo, a quien acusó de haber entregado a la niña. Para el año 1992, Mariana tenía 17 años y, en ese momento, la Justicia argentina le restituyó su identidad.
Desde entonces, Mariana quiso saber. Hace tiempo envió un correo a los compañeros de militancia de sus padres para que la ayudaran a reconstruir el rompecabezas de su historia. «Lamentablemente no tengo de ellos ningún recuerdo; por eso agradeceré enormemente a todos ustedes que sí los tengan, que los compartan conmigo», dice el texto que fue difundido en la página del PVP. «Cómo eran conmigo», pregunta en ese correo la mujer, que hoy es abogada y madre. Pero, sobre todo, Mariana quiere saber qué pasó con ellos y quiere encontrar a su hermano. «Me gustaría saber dónde están para ir a llevarles una flor, ir a hablar con ellos o lo que sea», pidió tiempo atrás en una entrevista en la televisión uruguaya.
Y el represor Silveira acusó recibo. El militar está alojado en la cárcel VIP de Domingo Arena purgando una condena de 25 años por varios de sus crímenes, entre los que se cuentan como víctimas los padres de Mariana. Desde allí, llamó a una periodista del diario La República y le leyó una carta en la que invitaba a Mariana a viajar a Montevideo para verlo en el centro de reclusión. Según el represor que actuó en una decena de campos de concentración uruguayos, el motivo de la reunión sería uno: «Que me borre de los aberrantes hechos». No es nada nuevo. Pajarito Silveira llegó a pedir el suero de la verdad como estrategia para no ser involucrado en las desapariciones y asesinatos. Pero la Justicia uruguaya entendió en 2009 que había prueba suficiente de su accionar durante la dictadura y lo mandó a la cárcel.
Desde Buenos Aires, Mariana está pensando qué camino tomar. «Como todavía no tengo una decisión tomada, no quiero armar un show de todo esto. No hay nada concreto», dijo la joven a Página/12. «Después de que se había levantado toda la polvareda, me transmitieron los términos de la carta. Digamos que fui la última en enterarme. Estoy viendo cómo puedo hacer para concretarlo», completó Zaffaroni.
La mujer aún no aceptó ni declinó la propuesta del represor. Por eso no quiere hablar de expectativas ni sentimientos. «En una entrevista para la televisión uruguaya que originó todo este movimiento, yo dije que estaba dispuesta a hablar con todos aquellos que quisieran aportarme datos. Siendo coherente con esto, por supuesto que voy a evaluar esta invitación», agregó. De concretarse el encuentro con el represor, Zaffaroni propuso que sea para mediados de mayo, cuando ella tendrá que viajar a Montevideo por razones personales.
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