EL PARTIDO SOCIALISTA ESPAÑOL (PSOE) SUFRIO LA PEOR DERROTA DE SU HISTORIA RECIENTE
Los socialistas perdieron feudos como Castilla-La Mancha y las ciudades de Sevilla y Barcelona. El Partido Popular dio un salto, pero no fue el único: buena elección para Izquierda Unida y la coalición nacionalista vasca Bildu.
«No será una buena noche para el PSOE», anunció desde temprano, apenas se conocieron los resultados de las encuestas a boca de urna, la portavoz socialista Elena Valenciano. Y no lo fue. Los socialistas españoles se llevaron ayer una paliza histórica, en algún caso mayor a lo que habían previsto sus estrategas en el peor de los escenarios. Perdieron por abrumadora mayoría su feudo histórico de Castilla-La Mancha, fueron derrotados en Extremadura, una región que gobiernan desde hace tres décadas y dejaron en manos del Partido Popular a Sevilla, y en manos de los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unió a Barcelona, luego de 32 años de gobierno interrumpido. Los nacionalistas vascos de Bildu y el crecimiento de Izquierda Unida fueron la gran sorpresa de la noche. Para atajar la tormenta, Rodríguez Zapatero habló ayer luego de conocerse los resultados y advirtió: «Ni elecciones anticipadas, ni se suspenden las primarias» que deberá afrontar su partido para decidir quién es el candidato presidencial el próximo año.
El PP supo consolidar sus plazas históricas, como Madrid y Valencia, donde volvió a rozar la mayoría absoluta, aunque en esta última comunidad el cuestionado Francisco Camps, candidato a presidente del gobierno regional involucrado en el Caso Gürtel, perdió votos con respecto a las anteriores elecciones. Contabilizando los votos a nivel nacional, los populares obtuvieron la mayor victoria en unas municipales de toda su historia: el 37 por ciento votó por los conservadores y el PSOE de desplomó al 27 por ciento. En las anteriores regionales de 2007 el PP había logrado una victoria pírrica sobre los socialistas obteniendo el 35,6 por ciento contra el 34, 9 de sus rivales. Hay que remontarse a la explosión en las municipales que generó José María Aznar en 1995, un año antes de ganar las generales, para obtener guarismos similares, aunque en esa ocasión el PP sólo consiguió un 5 por ciento de votos más que el PSOE.
En la sede del PSOE, el panorama era ayer desolador. De las 13 autonomías que se ponían en juego, el PSOE gobernaba en cinco: Extremadura, Castilla-La Mancha, Baleares, Asturias y Aragón. Ayer por la noche, de acuerdo con los resultados parciales escrutadas más del 60 por ciento de las mesas, perdía en todas. En Castilla-La Mancha, donde se daba la principal batalla socialista por salvar los muebles –muchos decían que si se lograba evitar esa derrota Rajoy no podía cantar victoria– la número dos del PP, Dolores de Cospedal, barría a los socialistas por abrumadora mayoría. Extremadura, una región gobernada desde hace más de tres décadas por los socialdemócratas, y en la que los sondeos previos auguraban un empate en el que serían decisivos los votos de los diputados que pudiera obtener Izquierda Unida, se produjo otro tsunami y la derecha también se colocaba anoche a escasos votos de obtener la mayoría absoluta. En Baleares, de cuyo gobierno el PP se fue hace cuatro años en medio de un gran escándalo de corrupción que implicó hasta al presidente de la autonomía, los de las banderas azules consiguieron otra goleada. Y hasta en Aragón, donde ni el más pesimista de los estrategas socialistas pensaba en perder el gobierno regional, una posible coalición del PP, fuerza mayoritaria aunque no suficiente, con partidos regionales podría hacer cambiar el color del gobierno local.
En el PP la fiesta fue absoluta y algunos hasta animaban a Mariano Rajoy para que pida ya un adelanto de las elecciones generales, ante la magnitud de la paliza. Los conservadores lograron confirmar sus mayorías en las comunidades que ya gobernaban, Madrid, Valencia, Murcia, Castilla-León y La Rioja. Y tienen casi asegurada la participación en el gobierno de las que controlaban antes con partidos aliados, como Canarias y Navarra. Con los votos del ultraconservador Francisco Alvarez Cascos, que se fue del PP y presentó partido propio en Asturias, hasta podrían arrebatarle el gobierno al PSOE, y en Cantabria, donde el regionalista Miguel Angel Revilla gobierna apoyado por los socialistas, anoche los populares también se aproximaban a la mayoría absoluta.
En las grandes ciudades el triunfo del PP fue aún más abrumador. La niña bonita de la victoria es Sevilla, una plaza emblemática del PSOE por ser la ciudad donde se forjó la generación del «felipismo» que les dio a los socialistas largos años de hegemonía en los años ochenta y noventa. Ayer el PP logró por primera vez la mayoría absoluta y coronó el triunfo ganando en casi todas las grandes ciudades andaluzas, una comunidad en la que se vota el próximo año el gobierno regional y que ha sido un bastión inamovible del PSOE incluso en sus épocas más bajas. El PP consiguió arrebatar también a los socialistas La Coruña y Santiago de Compostela. El PSOE no logrará gobernar ninguna de las ciudades importantes durante los próximos cuatro años, salvo que cierre coaliciones con formaciones de izquierda o nacionalistas.
Pero no fue el PP el único ganador de la noche electoral. La coalición Izquierda Unida obtuvo uno de sus mejores resultados de las últimas décadas, rozando el 7 por ciento en el ámbito nacional, dos puntos por encima de sus resultados en 2007. Sus votos podrían ser decisivos en algunas comunidades y municipios. Otra de los grandes vencedores fue la coalición nacionalista vasca Bildu, surgida de la izquierda independentista que históricamente apoyó a ETA. Anoche, los abertzales, como se los conoce, rozaban la mayoría absoluta en San Sebastián, antes gobernada por los socialistas, se transformaban en la primera fuerza en la provincia de Guipúzcoa, se consolidaban como segunda fuerza detrás del Partido Nacionalista Vasco en Vizcaya y tendrán la llave de la gobernación de Alava, provincia en la que salieron terceros. Todo un premio a la apuesta que han hecho por pedirle a ETA que abandone la lucha armada, condición indispensable para que pudieran participar en estas elecciones según la ley electoral. UPyD, la formación de centroderecha de Rosa Diez, también logró introducirse como fuerza electoral emergente en Madrid. El voto en blanco, más de medio millón de papeletas, logró ayer un histórico 3 por ciento, convirtiéndose en la última gran sorpresa de una agitada noche electoral.
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