Un abogado lo denunció y la Fiscalía Anticorrupción lo investigó. Hay pruebas audiovisuales y cruces de llamados. Ayer, allanaron sus oficinas.
Todo comenzó el viernes. Tomás Aramayo, un abogado de 32 años, ingresó a la oficina del fiscal de instrucción de Río Segundo, Luis Nazar, para realizar un pedido formal que no debía tener mayores trabas. Aramayo pretendía que el representante del Ministerio Público ordenase la liberación de su cliente ya que la situación del imputado así lo permitía.
La respuesta de Nazar fué, según el abogado que luego lo denunció, «rara». Primero le dijo que la situación de su cliente era «complicada» y después que el chico iba a tener que permanecer preso varios días más. Cuando Aramayo insistió, el fiscal le dijo:
–¿Querés que salga hoy? Bueno. Esperarme un segundo.
El fiscal tomó el teléfono y llamó a un tal Ernesto: «Venite que tenemos algo que arreglar. Es un tema de honorarios», dijo.
Cuando el fiscal colgó Aramayo preguntó:
–¿Cómo honorarios? ¿De quién?
La respuesta llegó junto a un ademán con sus manos.
–Vos me entendés de lo que te hablo, pero para eso se va a tener que comunicar con vos una persona que está viniendo.
El fiscal le pidió a Aramayo una tarjeta personal. El abogado decidió esperar a ver qué le proponían. Mientras estaba en la planta baja de los Tribunales de Río Segundo se acercó un hombre que se identificó como el abogado Ernesto José Serafini. Tenía, en sus manos, la tarjeta que minutos antes Aramayo le había dado al fiscal.
Aramayo le contó a Día a Día que Serafini le «explicó» que, para que el fiscal ordenara la liberación de su cliente, él tenía que entregarle a Serafini «7 mil pesos». Todavía sin saber qué hacer Aramayo le explicó a Serafini que él no pagaba dinero, pero que iba a transmitirles «el pedido» (la solicitud de coima) a los padres de su cliente.
Confidencialidad. Lo primero que hizo el abogado fue hablar con los padres de su cliente. Éstos, pese a que él les recomendó que no lo hicieran, se mostraron dispuestos a pagar y acordaron conseguir la plata para ayer lunes.
Lo segundo que hizo Aramayo fue consultar con una persona de confianza. Esa persona no es ni más ni menos que el ex fiscal (ahora camarista) Alejandro Guillermo Weiss, con quien Aramayo trabajó hasta hace poco tiempo en la Justicia Provincial. Waiss, a quien en Tribunales llaman «El Profesor» y que es considerado un hombre de moral «impecable e implacable» animó a su discípulo para que se atreviera a denunciar todo en la Fiscalía Anticorrupción.
Anticorrupción. La denuncia llegó a manos del fiscal de ese fuero, Hugo Amayusco, ese mismo viernes y, según le dijo Aramayo a este diario, el funcionario sólo se limitó a hacerle una pregunta antes de avanzar.
–Si no te vas a cagar, vamos de frente y lo agarramos. Pero necesito que nos acompañes, que no te eches para atrás.
Aramayo no sólo que no se asustó. En los casos de coimas (legalmente se llaman exacciones ilegales) lo más difícil es probar el delito y para ello es imprescindible agarrar a los coimeros con las manos en la masa.
Aramayo mostró que no sólo es honesto, sino que además es un hombre de coraje. Se prestó para realizar «la experimental», como se llama a cargar la cámara con la que se filmó el pago de la coima.
Entremedio, el fiscal Amayusco ordenó una serie de intervenciones telefónicas que confirmaron el vínculo entre Serafini (el contacto) y Nazar, el fiscal. Una llamada de Serafini en el teléfono de Aramayo basta para confirmar esa relación. El mismo viernes Serafini llamó a Aramayo y le dijo: «El fiscal está tan seguro de que vas a pagar que ya lo liberó a tu cliente». Cuando Aramayo confirmó los horarios, supo que su cliente había sido liberado por Nazar, justo en el momento en que Serafini se lo anunciaba a él por teléfono.
La investigación montada por el fiscal Anticorrupción hizo que el abogado denunciante se reuniera ayer lunes, en un bar, con Serafini, los familiares de su cliente y su cliente. Todo fue filmado en la estación YPF de Río Segundo. Allí Aramayo sabiendo que estaba siendo filmado le dijo a Serafini:
–Quiero darte la plata frente a mis clientes para que vean que no me quedo con un centavo de esto.
Serafini le dijo que se quedase tranquilo. Que iban a ir todos a ver al fiscal a su oficina. El acuerdo era que él (Serafini) iba a presentarse en la Fiscalía como co-defensor del cliente de Aramayo a manera de garantía.
El abogado denunciante tuvo la frialdad de pedirle a Serafini una prueba más: que llamara por teléfono al fiscal Nazar para «confirmarle la entrega». Serafini llamó a alguien, pero todavía no se sabe si fue al fiscal. Entonces ingresó el personal de la Policía y detuvo a Serafini.
Acto seguido Aramayo fue a la oficina de Nazar. Como el fiscal vió que estaba solo no lo quiso recibir. Parece que algo sospechó, pero cometió otro error que también fue filmado: «Cuando venga Serafini, hablamos», dijo.
El fiscal Anticorrupción no tiene jurisdicción. Por eso, ayer lo que hizo Amayusco fue presentar las pruebas a la jueza de control de Río Segundo, Ana María Lucero Offredi. Esa funcionaria que tiene por jurisdicción una relación muy intensa con el fiscal, debe ahora imputar o no a Nazar por exacciones ilegales. El delito prevee cárcel hasta cuatro años.
Camarista Federal. Siempre hubo rumores que vinculaban a Nazar con presuntas coimas. Eso no evitó que se convirtiera en un fuerte candidato a pasar a la Justicia Federal como camarista. Sólo las sospechas actuales alcanzan para tirar por tierra esas expectativas.
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