La jueza Hampartzounian se conectó desde su domicilio, el fiscal Klinger, desde Río Segundo; el abogado defensor desde el Colegio de Abogados y el imputado desde la cárcel de Bouwer.
El miércoles 8 de abril de 2020, en horas del mediodía, la Justicia de Córdoba realizó un juicio penal con todos sus protagonistas conectados mediante el sistema de videoconferencia desde diferentes ámbitos físicos.
La audiencia fue convocada y presidida por la jueza penal Anahí Hampartzounian, que interactuó con las partes y el imputado desde su domicilio.
Todos los operadores intervinieron desde diferentes emplazamientos: el fiscal Juan Pablo Klinger, desde la sede judicial de Río Segundo; el abogado defensor, Claudio Agüero, desde las instalaciones del Colegio de Abogados de Córdoba; y el imputado, desde una sala especialmente acondicionada a esos efectos en el establecimiento penitenciario de Bouwer.
La jueza dio por iniciado el debate a las 13.45 horas y, como primera medida, explicó a las partes que este juicio abreviado inicial pudo llevarse a cabo gracias a las innovadoras herramientas tecnológicas que el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) puso al alcance de los magistrados a fin de garantizar el efectivo servicio de justicia.
De esta forma, se evita, a la vez, el traslado de los presos y la circulación de los operadores judiciales involucrados en su realización, en procura de preservar su salud y la del resto de la comunidad. Así, se da cumplimiento a las medidas dispuestas por el Gobierno nacional para evitar el contagio del coronavirus (COVID-19).
Tras el juicio, la magistrada declaró al imputado responsable del delito de tentativa de hurto, encubrimiento y falso testimonio agravado y le impuso la pena de tres años de prisión en forma de ejecución condicional, lo que le permitió recuperar la libertad de manera inmediata desde su lugar de alojamiento.
Se utilizó una tecnología administrada y desplegada totalmente por el Área de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) del Poder Judicial de Córdoba. Todos los puntos remotos confluyeron en una sala virtual.
Los registros quedaron alojados en un servidor propio, con todas las medidas de seguridad que exige el tratamiento de información sensible. A diferencia de lo que sucede con otras aplicaciones y tecnologías aplicadas con la misma finalidad, ésta no deja grabada comunicación alguna en servidores públicos (en la nube o internet).
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