“La responsabilidad y compromiso (para evitarlo) nos compete como sociedad” afirmó la licenciada Paula Sansalone, psicóloga del equipo antibullying Argentina… En la actualidad, es común tomar conocimiento de diversos casos de acoso escolar, que con frecuencia resuenan en los medios de comunicación por la intensidad de sus consecuencias, sean éstas heridas de gravedad, intentos de suicidio o hasta incluso la muerte misma. En este contexto muchos de nosotros nos preguntamos: ¿Cómo es que se llega a esto? ¿Nadie lo sabía? ¿Nadie lo vio? ¿Nadie intervino? ¿Qué nos está pasando como sociedad?
Los profesionales de la salud y la educación que trabajamos cotidianamente en estos contextos entendemos que cuando las consecuencias son tales, se trata de un largo camino transitado, que no sucede de la noche a la mañana y en el que intervienen diversos factores, ya que el Bullying es un problema sumamente complejo. Nunca es culpa de alguno o algunos en particular, sino que más bien lo podemos conceptualizar como una responsabilidad compartida: compartida por docentes, directivos, familias, chicos (hasta aquí los roles de los directamente implicados) pero también, en algún punto, responsabilidad compartida por toda la sociedad en su conjunto.
¿Por qué entenderlo de esta manera? Porque todos tenemos en nuestras manos la posibilidad de intervenir, aunque sea de manera sutil y por poco que parezca, acercándonos a quien a está solo, a quien está sufriendo o necesita ayuda. Porque todos somos testigos muchas veces, como una gran mayoría silenciosa, de episodios de violencia o maltrato en la calle, en la cancha, en el club, en un embotellamiento de tránsito, en la cola del supermercado, en la plaza o en donde sea? y todo parece estar permitido, avalado, justificado. La no-intervención se escuda detrás de «ese no es mi problema» y de este modo, el ejemplo que los adultos estamos dando a los más pequeños no es tenido en cuenta.
Así vamos construyendo la sociedad, el medio en el que nos movemos y del cual la escuela es un fiel reflejo, como no puede ser de otro modo. Con estas conductas y actitudes estamos transmitiendo y encarnando los valores (o disvalores) en el seno de nuestra sociedad. ¿Estamos seguros de que esto es lo que queremos? Desde esta perspectiva, es lógico suponer que hasta que no tomemos conciencia de que el Acoso Escolar es una problemática de gran relevancia social que nos repercute y afecta a todos, difícilmente podamos asumir el compromiso necesario para erradicarlo de las aulas y escuelas de nuestros chicos y de nuestra comunidad.
Sabemos que el curso natural de la violencia no es extinguirse por sí misma, sino que ante el silencio y la impunidad es como una bola de nieve que cada vez se hace más grande, porque se trata de un fenómeno multicausal, que trasciende cualquier frontera y se va contagiando, en la medida que se nutre de la indiferencia de todo aquel con el que se cruce. Este es el principal riesgo al que nos enfrentamos hoy en día: El Bullying se está convirtiendo en una problemática no sólo en el ámbito de la educación sino también de la salud pública.
Y es por esta razón que necesitamos de un gran compromiso social para desandar este camino? porque si bien sabemos que es difícil, también se ha demostrado que es posible, que se puede lograr y se puede revertir. Necesitamos de políticas públicas y leyes, pero también necesitamos de actitudes humanas, empáticas, de preocupación por los demás y solidaridad? y para eso no hacen falta leyes. También es importante tomar este tema con la seriedad que merece, y aprovechar las distintas ocasiones que aluden a la temática como mañana 2 de mayo Día Mundial de la Lucha contra el Bullying, no para banalizar el tema, sino para darle visibilidad con respeto, madurez y compromiso. Que el Bullying siempre haya existido no significa que sea algo normal y deseable en la vida y el desarrollo de nuestros chicos.
Que la violencia esté presente en diversos ámbitos sociales no implica que no existan escuelas con climas saludables, en las que los chicos se sientan seguros, felices de pertenecer y aprendan de manera saludable y con alegría. Y el hecho de que seamos adultos, vinculados o no al mundo de la educación, tampoco significa que no podamos hacer nada para colaborar en este sentido y asumir un compromiso social en contra de la violencia. Después de todo, como dijo alguna vez Einstein, «El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad».
Por la licenciada Paula Sansalone, Psicóloga del Equipo ABA (Antibullying Argentina), para Télam.
Fuente: Dia a Dia
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