Llamadas sospechosas. Los cruces de comunicaciones telefónicas ordenados por el juez Catania muestran que uno de los hermanos Juliá mantenía estrecho contacto con ciudadanos colombianos, cuya captura podría pedir
A tres meses de la detención en Barcelona de los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá y de Matías Miret por el intento de ingresar un avión con cocaína en España, los expedientes parecen avanzar con lentitud. Los entrecruzamientos telefónicos ordenados por el juez en lo Penal Económico Alejandro Catania demuestran que Gustavo Juliá mantenía estrechos contactos y numerosas llamadas con un grupo de colombianos. Esas comunicaciones se produjeron incluso en los días de diciembre en que se fue cargando la cocaína en el avión. El juez Catania y su secretario letrado, Martín Castellano, no tienen identificados todavía a los ciudadanos colombianos que usaban los celulares –todos truchos– con los que se comunicaba Juliá, pero se está trabajando en esa investigación y se pedirían las capturas internacionales. Mientras tanto, desde España siguen sin responder a los exhortos enviados por el magistrado. En Barcelona continúa el secreto de sumario para gran parte del expediente y tampoco parece haber nuevas detenciones. Por ejemplo, se esperaba que apresaran a quienes integran la red que iba a distribuir la droga en Europa. Expertos en la lucha antidroga suponen que la causa en Barcelona debe estar trabada por numerosas apelaciones y recursos ante tribunales superiores.
Desde un primer momento, Catania y Castellano ordenaron un análisis de los celulares que usaban habitualmente los hermanos Juliá y Miret. Además, tuvieron acceso a los números de celulares que los tres llevaban encima en el momento en que los detuvieron, el 2 de enero de este año. Sobre esa base, el juez y el secretario empezaron a profundizar la pesquisa.
De acuerdo con los primeros listados, quien se comunicaba con los nexos colombianos era Gustavo Juliá. No sólo registra llamadas a Colombia y a Bolivia, sino que se comunicaba con celulares en la Argentina que, a su vez, tenían numerosos cruces con otros celulares de Colombia. En todos los casos, las líneas usadas en Colombia, Bolivia y la Argentina resultaron apócrifas, es decir que estaban a nombre de personas inexistentes o con identidades falsas.
El entrecruzamiento de llamadas permitió determinar que el copiloto Matías Miret sólo se comunicó con los Juliá, es decir que no tiene llamadas con los individuos colombianos o bolivianos que aparecen en el centro de las sospechas. También se estableció que Miret no estuvo en diciembre en la Base Aérea de Morón, el lugar donde se cargó la cocaína. Aunque no es definitivo, por lo menos hasta el momento, en el juzgado argentino no tienen elementos como para imputar al copiloto y les parece posible que no haya estado al tanto de la operación de narcotráfico. Pero ése es justamente uno de los puntos sobre el que más puede pesar lo que hay en la causa de Barcelona, porque son los funcionarios españoles los que pueden evaluar –por la ubicación de la droga en el avión– si el copiloto pudo no saber que estaba transportando la cocaína.
Catania y Castellano también vienen investigando el vuelo realizado por los Juliá a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en el que transportaron a un colombiano sospechado de ser el proveedor de la cocaína, John Wilson Díaz Vélez. Por ahora, el sujeto no aparece en las comunicaciones, pero es difícil de saber si eso es así o no, porque, justamente, los celulares usados por las personas que se comunicaban con los Juliá son truchos.
En el juzgado de Catania están ansiosos por recibir información del expediente que se instruye en Catalunya. Sin embargo, en estos tres meses no hubo respuesta a los exhortos. No sólo importa mucho saber cómo estaba acondicionada la droga, sino también los entrecruzamientos de llamadas realizados en España y, sobre todo, la declaración de Miret, que podría aportar más elementos. Quienes conocen de causas de narcotráfico en España afirman que es muy posible que el expediente esté en manos de un tribunal superior que demora las decisiones sobre la prisión preventiva de los Juliá y Miret. Además, se supone que hay planteos de nulidad, lo que invalidaría los siguientes pasos de la investigación.
También es probable que el juez español haya decidido reservarse todos los datos –por eso mantiene el secreto del sumario– y piense que informando al juez argentino podrían filtrarse datos que le impidieran hacer detenciones en el inmediato futuro. Lo real es que no se conoce que hayan apresado a nadie desde el 2 de enero, algo que llama la atención teniendo en cuenta que la tonelada de cocaína iba a ser distribuida en España y Europa y –según dijeron en su momento las autoridades peninsulares– ellos esperaban el cargamento y tenían una avanzada investigación.
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