El juez Claudio Bonadio dejó atrás ayer el primero de los varios escollos que afronta para investigar la operatoria hotelera de la familia Kirchner y la ruta del dinero que la une con dos de los empresarios más controvertidos de la última década: Lázaro Báez y Cristóbal López.
La Cámara de Casación Penal se encargó de ese primer escollo. Lo confirmó al frente del «caso Hotesur»-como se llama la sociedad controlante del hotel Alto Calafate-, a pesar de los esfuerzos por recusarlo por la supuesta vulneración de los derechos de defensa de los imputados.
Sin embargo, el juez afronta aún al menos otros dos desafíos. El primero es un intento que llegó del Sur para quitarle la pesquisa por razones de competencia. El objetivo es que Bonadio se desprenda del expediente y lo envíe a Río Gallegos. El segundo pasa por el rol que debe asumir -o no- el fiscal del caso, Carlos Stornelli, quien semanas atrás se tomó una licencia inesperada.
¿Por qué tantas dificultades alrededor de esta investigación? Porque si Bonadio logra retener el expediente, avanzará sobre Máximo Kirchner. Y más tarde o más temprano lo citará a declaración indagatoria.
Las evidencias que recolectó el juez durante los últimos meses, según reconstruyó , muestran que el primogénito de la Presidenta asumió un rol clave en los negocios de su familia, que le permitieron embolsar millones, pero levantaron las sospechas por presuntas maniobras de lavado.
Esas sospechas abarcan también otros dos establecimientos hoteleros de los Kirchner, Las Dunas y La Aldea, pero se concentran en el Alto Calafate, cuya administración se delegó primero en la firma Valle Mitre SA -de Lázaro Báez- y luego en Idea Sociedad Anónima SA.
La primera, Valle Mitre, es la que se encargó de gestionar el cobro de las más de 1100 reservas por mes que ocho empresas del propio Báez tomaron en el Alto Calafate durante un año y medio, pero sin jamás ocupar esas habitaciones, según reveló a fines de 2013.
No sólo eso. Durante ese período, un grupo de contadores liderados por un estrecho colaborador de Báez, César Gerardo Andrés, supervisó los ingresos por más de $ 14,5 millones que el dueño de Austral Construcciones aportó al Alto Calafate y los demás hoteles.
Sin embargo, cuando esas reservas salieron a la luz, los Kirchner desplazaron a Valle Mitre. Optaron por delegar el manejo en Idea Sociedad Anónima SA, vinculada con el ex gobernador de Santa Cruz Carlos Sancho y con Osvaldo Sanfelice.
Socio de Máximo Kirchner en Negocios Inmobiliarios SA, Sanfelice acumula antecedentes laborales y patrimonio junto a la familia presidencial, con un pie en Río Gallegos y otro en Buenos Aires, donde compró el hotel Waldorf.
«Bochi», como lo apodan, integró además el directorio de Hotesur, gestionó los millonarios contratos por tres departamentos y cinco cocheras que Cristóbal López le alquila a la familia Kirchner desde hace años, y ocupó como propia una oficina en el piso de la avenida Córdoba donde se toman las decisiones que importan del Grupo Indalo.
Con el arribo de Idea y Sanfelice a la administración hotelera, Báez pasó a un segundo plano y aumentó la exposición de López. El «zar del juego» adquirió la hostería El Retorno, en las afueras de Bariloche, que en la práctica pasó a integrar la misma operatoria -y gestión-que los hoteles de los Kirchner.
A tal punto llega la comunión de intereses entre la hostería de López y los establecimientos de los Kirchner que las habitaciones en El Retorno se facturaron a través del Alto Calafate y se gestionaron por medio de Idea. No sólo eso. Hasta las meseras de El Retorno pasaron a trabajar en el restaurante del Alto Calafate cuando la hostería debió cerrar para completar unas reformas, según verificó LA NACIÓN semanas atrás.
Mientras Bonadio daba sus primeros pasos en la investigación, los Kirchner también actualizaron el directorio de Hotesur, tras años de incumplir con las normativas de la IGJ.
Ahora lo preside Romina Mercado -hija de Alicia Kirchner- y lo integran Giselle Fernández y María Rocío García -hermana y nuera de la Presidenta-, Máximo y Florencia, y el ex gobernador Sancho.
Todo eso -y más- es lo que investiga Bonadio. Porque en los archivos contables que obtuvo LA NACIÓN aparecen incluso los cheques que Valle Mitre libró a nombre del ex presidente Néstor Kirchner, que tras su fallecimiento pasaron al acervo sucesorio. Y que su hijo Máximo se encargó de recolectar.
Fuente: La Nación
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