Masiva demostración de fuerza del sindicalismo para reclamar al Gobierno. Las centrales obreras pidieron cuidar el empleo y modificar Ganancias; las CTA hablaron de ir al paro, pero Caló y Moyano fueron más cautos y no atacaron a Macri.
A pocos días antes de que Mauricio Macri cumpla cinco meses en el poder y con una convocatoria masiva, las cinco centrales obreras hicieron ayer una contundente demostración de fuerza y lanzaron una advertencia clara al Gobierno. Avisaron que si el proyecto antidespidos que tiene media sanción del Senado termina sepultada por un veto presidencial, el próximo paso de la «unidad de acción» reinaugurada ayer podría ser un paro nacional.
Hubo matices, claro. Mientras que Pablo Micheli y Hugo Yasky, jefes de la CTA Autónoma y la CTA de los Argentinos, respectivamente, hablaron abierta y enérgicamente de ir a la huelga si la ley de emergencia ocupacional se aprueba y Macri la veta, los líderes de las CGT oficial, Atonio Caló, y Azopardo, Hugo Moyano, evitaron ir al choque. En cambio, prometieron seguir de cerca los próximos pasos del Presidente y endurecer sus reclamos si el Gobierno «sigue tomando medidas en contra de los trabajadores».
El gran ausente, con aviso y estruendo, al acto en Paseo Colón e Independencia, a espaldas de la Facultad de Ingeniería, fue Luis Barrionuevo, que se bajó de la marcha anteayer después de mostrarse en primera fila (foto sonriente incluida) en un acto encabezado por Macri en la Casa Rosada.
En menos de una hora y ante un marco imponente -los organizadores calcularon la concurrencia en más de 300.000 personas y la Policía Federal en 80.000, aunque fuentes independientes la ubicaron cerca de los 150.000-, Micheli, Yasky, Caló y Moyano, en ese orden, desgranaron los reclamos que motivaron la movilización: los despidos, la inflación, la universalización de las asignaciones familiares, el 82% móvil para los jubilados y el rechazo al protocolo antipiquetes.
Ésos fueron los puntos del documento que leyó Juan Carlos Schmid apenas empezó el acto. A cada consigna le siguieron aplausos y ráfagas de bombo. La euforia aumentó con los discursos.
Micheli, el más enérgico de los cuatro, le habló directamente a Macri. «Si veta la ley, si no nos escucha, va a haber paro nacional. Vamos a seguir luchando», bramó en el cierre de su discurso. Desde la mesa ubicada detrás del palco, reservada sólo para gremialistas y sin una sola silla para dirigentes políticos, Moyano, Caló y Yasky lo aplaudieron con ganas.
Más gráfico fue Yasky. «Si pretende vetar la ley, que el Presidente sepa que este acto va a ser una miniatura al lado del que vamos a organizar. Que sepa que vamos a salir a las calles a luchar», alertó.
Aunque se tomó más tiempo que sus pares de las CTA, Caló esquivó la confrontación directa con Macri. «No somos enemigos del Gobierno. Somos enemigos de las políticas del Gobierno contra los trabajadores», matizó. Sin embargo, el jefe de la UOM también avisó que si Macri decide dejar sin efecto la ley antidespidos «el movimiento obrero va a seguir luchando por los puestos de trabajo en la calle». Sin nombrar a Barrionuevo, Caló hizo hincapié en la unificación de las CGT y ratificó que ese proceso cristalizará el próximo 22 de agosto.
Moyano, en cambio, no dejó pasar la oportunidad de marcarle la cancha al gastronómico. Describió el acto como «el inicio» de la unidad de las centrales y mencionó a Caló, Yasky, Micheli y a él mismo como sus protagonistas. «El otro sector», le dijo, sin nombrarla, a la CGT Azul y Blanca. En la misma tónica, como al pasar, le quitó importancia a la presencia de dirigentes y agrupaciones políticas en la marcha. «Acá hay sectores gremiales, sociales y políticos. No interesa. Lo importante es defender los intereses de los trabajadores», apuntó.
El discurso de Moyano duró mucho más que el resto, arañó los 20 minutos, y tuvo pasajes que sonaron a despedida. En un tono casi pastoral, el jefe de los camioneros le pidió «comprensión» a Macri. Repitió la frase de Caló («No somos enemigos del Gobierno») y añadió: «Señor Presidente, entienda que esto no es un capricho. Es reclamar un plato de comida. No se deje llevar por asesores y técnicos. Déjese asesorar por personas con más sensibilidad».
El ánimo conciliador quedó de lado cuando se quejó por los «aumentos desbordantes», el «apuro por defender a los sectores más poderosos y la demora para proteger a los más desprotegidos», y «el perverso impuesto al trabajo». Las advertencias más duras llegaron al final, con la mención a la emergencia ocupacional. «Al que se ponga en contra de los trabajadores sí que lo vamos a enfrentar», avisó.
Dos minutos después, la marcha peronista copó el ambiente. Pegado, llegó «Jijiji», el clásico de los Redondos. El festejo por el Día del Trabajador había empezado.
Convocatoria de la Iglesia
La postal de los principales referentes de las centrales obreras podría repetirse pasado mañana, con la bendición de la Iglesia. Un organismo del Episcopado invitó a las cinco entidades a compartir ese día, a las 19, un momento de oración por el Día del Trabajador con el obispo Jorge Lozano, presidente de la Pastoral Social del Episcopado, en la Acción Católica, Avenida de Mayo 621. «Nos gustaría mucho que pudieran estar representadas todas las centrales obreras», dijo el titular de la Comisión de Justicia y Paz, Emilio Inzaurraga, promotor de la iniciativa
Fuente: La Nación
Comentar post