Explosión de fe popular en el santuario de San Cayetano. Miles de peregrinos desafiaron la lluvia y se dieron cita en el porteño barrio de Liniers y como todos los años solicitaron al patrono de la Providencia, por pan y trabajo.
A pesar de la lluvia, miles de peregrinos se dieron cita en el santuario de San Cayetano en el porteño barrio de Liniers y como todos los años solicitaron al patrono de la Providencia, por pan y trabajo.
En un fenómeno que solamente ocurre en la Argentina, por la veneración que suscita el santo italiano, al que se lo representa con el Niño Jesús en brazos, la Fiesta este año tuvo como lema «San Cayetano, inundá nuestra tierra con la misericordia de Dios».
A las cero horas, el vicario de Devoto y obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Ares abrió las puertas del templo ubicado en Cuzco 150.
Como desde hace 30 años, la primera persona en ingresar fue una
mujer Delia Noris, quien en virtud de una promesa cubre el tramo
desde el atrio de la iglesia hasta donde está la estatua de San Cayetano de rodillas.
En esta ocasión estaba cubierta por una bandera argentina, un
poncho y sombrero y la seguía una hilera de gente discapacitada en
silla de ruedas, atrás quedaba el estruendo de los fuegos artificiales y el tañir de campanas que ocurrieron en el momento de abrir las puertas.
El párroco del templo, Alejandro Vignale, explicó durante todo el día que se trataba de una festividad de fe, donde no faltan la «solidaridad y misericordia».
Mientras tanto los fieles contaban que no sólo venían a pedir sino también a agradecer porque su «situación económica» había mejorado o porque en el año consiguieron «empleo».
A las 11, el cardenal primado de la Argentina y arzobispo de Buenos Aires celebró la misa central y en el final de la homilía, invitó a los presentes a pedir por la patria y rezar, específicamente, para que la misericordia de Dios «se haga servicio para el hermano, solidaridad, trabajo digno y honrado para todos, y educación sapiencial, educación seria para todos los argentinos».
Los testigos del fenómeno de fe popular admiten que no es posible arriesgar un número de asistentes al templo porque desde la medianoche, la concurrencia se renovaba continuamente.
Una mujer de Santa Teresita, en la costa atlántica bonaerense había instalado una carpa porque «San Cayetano es milagroso, cada vez que la vida me da un sustito él me protege, le rezo mucho y siempre me responde, por eso vengo a agradecerle», sostuvo.
Hasta las 11:00 se oficiaron misas a cada hora, y luego fue cada dos, en el altar que se erigió en la calle Cuzco.
No faltaron los mate cocidos calientes ofrecidos por los numerosos voluntarios, las confesiones y bendiciones que realizaron los sacerdotes que se dieron cita para atender a la multitud.
Nacido, en Vicenza, República de Venecia, en 1480, a San Cayetano, según la historia de su vida, ya sacerdote, antes había sido abogado, la Virgen se le apareció y le puso el Niño Jesús en brazos, y el santo luego fundó a los Teatinos una congregación que recogía pobres en las calles de Roma.
Fuente: Cadena 3
Comentar post