A pesar de la puesta en práctica de esta medida en 2009 y de su reciente ajuste a $ 340, el 19,4% de los menores de 18 años no cuenta con una protección social
El anuncio del spot oficial vociferaba en los televisores y la noticia corría de boca en boca como fuego: lanzaban un nuevo plan social. La Asignación Universal por Hijo (AUH), que llega a más de tres millones de niños argentinos, pasó a ser el tema de cabecera entre los vecinos de villas y barrios humildes de todo el país, cuando se implementó a fines de 2009.
Éste prometía el cobro de 180 pesos por cada hijo de hasta 18 años a padres desempleados, que trabajasen en el mercado informal o que ganasen menos del salario mínimo. Esta asignación, empujada por la inflación, subió a 220 en octubre de 2010, luego a 270 en 2011, y finalmente a 340 pesos el 12 de septiembre último.
Gladys Garay escuchaba esperanzada hablar sobre este plan a la vuelta de la esquina, en su barrio de Munro, al que nunca pudo acceder para dos de sus tres hijos. Paralelamente, a su hijo Kevin le diagnosticaban bajo peso en una salita de salud.
A Gladys se le complica llenar la olla todos los días para darle de comer a sus tres hijos. Pero ella no es la única en esa situación. Casi dos de cada diez niños del país viven en hogares donde restringieron los alimentos por problemas económicos y donde experimentaron episodios de hambre, según el Encuesta de la Deuda Social de la Argentina (EDSA), de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Estos datos llaman particularmente la atención no sólo por el progreso económico durante el período 2007-2011, sino también por la implementación en 2009 de la AUH, un beneficio que se autoproclama universal.
Fuente: La Nación
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