Fernández Rizzo dijo que su titular, Mons. Candia, lo desplazó por «cumplir su papel de sacerdote». Se preguntó si lo echó por temor a que el Gobierno elimine esa jurisdicciòn eclesiástica.
La protesta de los gendarmes repercutió en la Iglesia. El obispado castrense -cuya existencia pende de un hilo desde que, en 2005, el entonces presidente Néstor Kirchner echó a su titular, Antonio Basetto, por sus duras críticas a un ministro- expulsó de su jurisdicción al sacerdote Gerónimo Fernández Rizzo, uno de los capellanes de Gendarmería, luego de que el cura celebrara una misa en la explanada del edificio Centinela para los gendarmes que protestan.
Fernández Rizzo -que se desempeña en la unidad de Gendarmería de Campo de Mayo- dijo que durante el fin de semana fue requerido para el oficio dominical por los gendarmes que reclaman una mejora en sus haberes ante «la ausencia» de los capellanes destinados en el Centinela. «Decidí ir porque no podía negarme a una asistencia espiritual, que hace a mi tarea sacerdotal», explicó. Pero este martes Gendarmería difundió la decisión del obispado de echarlo.
El sacerdote, en diálogo con Clarín, consideró que con su presencia no avaló «ninguna sublevación, sino que oficié una misa para gendarmes que están haciendo un reclamo sindical». Y criticó duramente al actual titular interino del obispado castrense, monseñor Pedro Candia, y a los demás capellanes de gendarmería por «estar ausentes» ante las tribulaciones de los gendarmes. «Parece que prefieren la comodidad del cargo, los asistentes y el sueldo», dijo.
Fernández Rizzo dijo que «la gran incógnita es si monseñor Candia fue presionado por el Gobierno para expulsarme y cedió para preservar la continuidad de la diócesis castrense. Pero, con o sin presión, es lamentable que se me eche, no por pedófilo, no por ladrón, sino por cumplir mi tarea sacerdotal», concluyó.
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