Economía a paso lento; la calle toma temperatura, la Argentina electoral impide discutir el tamaño del Estado. La economía comenzó a recuperarse lentamente, pero la realidad no deja de preocupar.
La pobreza se redujo a fines de 2016, pero aún golpeaba al 30 por ciento de los argentinos, de los cuales uno de cada cinco no lograba comprar los alimentos mínimos para su subsistencia.
En Córdoba, el cuadro social es más alarmante. Cuatro de cada 10 viven en la pobreza en la mancha urbana conformada por la ciudad capital, Villa Allende y Saldán. De ellos, uno de cada cuatro estaba en la miseria más absoluta.
Pueden existir errores censales, como el hecho de que la ayuda social que brinda el Gobierno provincial –a través de las tarjetas de comida y de los pasajes en los colectivos urbanos e interurbanos– no es contabilizada por el Indec, ya que no se trata de “ingresos monetarios” de la persona, explica a La Voz Héctor Tocalli, ministro de Desarrollo Social.
Por lo tanto, los ingresos en dinero aparecen como “insuficientes” para comprar una canasta de alimentos y servicios, como mide el Indec.
Pero hay factores objetivos que podrían avalar los datos.
La fuerte caída de la industria automotriz afectó a las plantas terminales y al anillo de proveedores. El cinturón fabril de Córdoba aún cruje, más allá de que matriceros y un núcleo de autopartistas han recuperado cierta dinámica por las futuras inversiones de Renault-Nissan y Fiat, que se concretarán en 2018.
El otro factor –ya explicado en esta columna– son los trabajadores de oficios, que han visto reducidos sus ingresos por la caída del poder de compra de la clase media, que usaba sus servicios. El 37 por ciento de los trabajadores del Gran Córdoba están en la informalidad.
¡Pum para arriba!
Nicolás Dujovne tiene todas las semanas un anuncio para levantar las alicaídas expectativas de los argentinos.
Los últimos datos del Ministerio de Hacienda destacan que la economía creció 0,9 por ciento en este trimestre y 0,5 en el último de 2016, siempre en relación con el período precedente.
El último documento de la cartera económica augura una recuperación del consumo con el cierre de las paritarias de los gremios llamados “grandes” (por el número de afiliados); los ingresos de una cosecha de 120 millones a 130 millones de toneladas; los anuncios de construcción de 100 mil viviendas, y el pago a casi 895 mil jubilados, que ya recibieron 122,2 mil millones de pesos. Para julio, ya habrán cobrado la Reparación Histórica un millón de pasivos, según la Anses.
Sin embargo, la plata no alcanza en el bolsillo para millones de argentinos, acuciados por la suba en los alimentos, en los servicios y en los impuestos.
Guillermo Oliveto, especialista en consumo masivo, sostiene que la recuperación de este año estará entre tres y 3,5 por ciento.
“Estará ahí, no será ¡pum para arriba!, como en años anteriores”, señala.
El Banco Central promete no ceder a la tentación electoral y mantener la inflación bajo control con tasas elevadas, dólar planchado (por el exitoso blanqueo y por una gran cosecha) y pocos pesos en la plaza.
Pero el Gobierno quiere recuperar el encanto de la clase media. A los créditos hipotecarios, sumó la decisión de dejar atrás Precios Transparentes y permitir que vuelvan las ofertas “sin interés” para el pago con tarjetas, aunque esa publicidad no sea cierta. Otra marcha atrás.
La Argentina electoral de cada dos años impide discutir qué tamaño de Estado quieren los argentinos y están dispuestos a sostener con sus impuestos.
En la lucha de clases, Carlos Marx se olvidó de incluir a los empleados del Estado y de las empresas públicas argentinas, que exigen un Estado de bienestar a costa del sacrificio de millones de contribuyentes.
Difícil de corregir con una economía que se recupera lentamente y con la calle ganada por la protesta de gremios, organizaciones sociales y el kirchnerismo.
Fuente: La Voz
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